Evangelio y Comentario de hoy Miercoles 27 de Agoasto 2014

Autor: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
¡Sepulcros blanqueados!
Mateo 23, 27-32. Tiempo Ordinario. Es peor aparentar bondad que ser malo. Porque del malvado nos protegemos, pero del otro... se cuela y engaña.

¡Sepulcros blanqueados!
Del santo Evangelio según san Mateo 23, 27-32

En aquellos días, dijo Jesús: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!
Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: "Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!" Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas.¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!

Oración introductoria

¡Oh! Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, dirige mi corazón para actuar siempre de cara a la verdad. ¡Oh! Espíritu de santidad, ven y renueva mi intención. Ven, Espíritu de amor, enséñame a orar.

Petición

Jesús, dame la gracia de buscar siempre la verdad.

Meditación del Papa Francisco

La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprochaba a los fariseos: "¿Cómo es posible que creáis, vosotros que os glorificáis unos a otros y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?". Es un modo sutil de buscar "sus propios intereses y no los de Cristo Jesús".
Toma muchas formas, de acuerdo con el tipo de personas y con los estamentos en los que se enquista. Por estar relacionada con el cuidado de la apariencia, no siempre se conecta con pecados públicos, y por fuera todo parece correcto. Pero, si invadiera la Iglesia, "sería infinitamente más desastrosa que cualquiera otra mundanidad simplemente moral".(S.S. Francisco, exhortación apostólica Evangelii gaudium, n. 93).

Reflexión

Un periodista escribió que admiraba la belleza de la Madre Teresa de Calcuta. ¿Qué belleza? ¡Si era una viejecita llena de arrugas, vestida igual que la gente humilde de la India, y con unas pobres sandalias en los pies! Seguro que el periodista hablaba de la belleza interior, que pasa más desapercibida, pero es mucho más hermosa.
Es una lástima que Jesús tuviera que decirles esas palabras tan fuertes a los fariseos. De hecho, Jesús acogía a los pecadores. Pero la hipocresía le ponía de mal humor.

Es peor aparentar la bondad que ser malo. Porque del malvado nos podemos proteger, pero del otro... se nos cuela y nos engaña.
Hay que llegar a transparentar lo que en realidad somos. Eso nos quita muchos dolores de cabeza. No es necesario esconderse en un coche de lujo para que los otros no descubran que somos gente sencilla. Ni tampoco presumir de las propias cualidades si no somos capaces de ponerlas al servicio de los demás.

La hipocresía también es una mentira de cara a Dios, porque Él nos ve tal como somos. A El no le podemos engañar. Y si somos poca cosa, ¿qué importa? Dios nos quiere así.

Diálogo con Cristo

Padre bueno, dame la gracia de salir de esta oración decidido a vivir siempre con autenticidad venciendo el miedo al qué dirán, la rutina o ley del menor esfuerzo, para aspirar a ser tu discípulo y misionero. Aumenta mi generosidad para aportar todas mis cualidades, mi ingenio e incluso mis recursos materiales para llevarte a los demás.

Propósito

Ante las dificultades del día de hoy, recitar la jaculatoria: Cristo, en Ti confío.


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Miércoles de la semana 21 del tiempo ordinario
 
“Habló Jesús diciendo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresías y crímenes”. (Mt 23, 27-32)

APARECER Y SER

Autocrítica y revisión

El afán de aparentar pesa en nuestros comportamientos mucho más de lo que pensamos. "Tres Unamunos hay en mí, confesaba nuestro introvertido pensador: el Unamuno que soy en realidad, el Unamuno que quiero ser y el Unamuno que piensan los demás que soy; Y éste último es el que más me influye". Escribía el cardenal Danielou: "La sinceridad consiste en esforzarse para que nuestro porte externo coincida cada vez más con nuestro interior. Esta sinceridad exige actuar preocupándonos más de lo que agrada o desagrada a Dios, que de lo que agrada o desagrada a los hombres. Éste es uno de los puntos esenciales de la vida espiritual. Habitualmente nos domina la preocupación por agradar o desagradar a los hombres, interesados en mejorar la imagen que los otros pueden tener de nosotros.
Y, sin embargo, nos preocupa poco lo que somos a los ojos de Dios; y por esta razón nos saltamos con frecuencia lo que sólo Dios ve: la oración oculta, las obras de caridad secretas. Y ponemos mayor empeño en lo que, aunque lo hagamos por Dios, lo ven también los hombres y va implicada nuestra reputación".
El oro de nuestras acciones más generosas está mezclado con la ganga de motivaciones narcisistas. Tanto los psicólogos como los pastoralistas afirman unánimemente: "La envidia hace muchos estragos en la Iglesia". Verdaderamente, todos llevamos dormido en nuestro interior un escriba o un fariseo hipócrita. Frente a la tentación del exhibicionismo a la que Jesús se vio sometido (Mt 4,5-7), él propone la sinceridad del corazón y la actitud de servicio. Frente a la limosna aparatosa y resonante de los escribas y fariseos, él propone el modelo de la viuda pobre que deja caer silenciosa y ocultamente su donativo heroico (Mc 12,41-44). Jesús pide que nuestro recato llegue hasta el punto de que la mano izquierda no se entere de lo que dona la derecha (Mt 6,3). Proclama con todas sus fuerzas que lo que importa no es aparecer sino ser. Lo que realmente importa no es que los hombres aplaudan nuestras obras, sino que Dios las apruebe.

Los profetas muertos y los profetas vivos

Una expresión concreta de la hipocresía de los escribas y fariseos denunciada por Jesús es su actitud ante los profetas. Abominan la perversidad de sus antepasados por haberlos asesinado y tratan de desagraviar a Dios levantándoles mausoleos y ornamentando sus tumbas. Presumen: "Si hubiéramos vivido en tiempos de nuestros padres, no habríamos sido cómplices de aquellas muertes martiriales". ¡Pura hipocresía! Mientras reprueban el crimen de los antepasados, están preparando otro peor: la ejecución del Profeta de los profetas, a quien dicen esperar desde hace tiempo. Apenas faltan uno días para que griten a Pilato: "¡Que su sangre caiga sobre nosotros!”
A sus excusas hipócritas Jesús contestará con el lamento dolorido:
"Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían ... Vuestra casa se quedará desierta" (Mt 23,37-38). Con ello el evangelista alude a la destrucción de Jerusalén en el año 70 por las tropas de Tito, hecho trágico que significó la desintegración por muchos siglos del pueblo de la antigua Alianza. Pablo, desde su experiencia, acusa: "Mataron al Señor y a los profetas, y nos persiguen a nosotros" (1 Ts 2,15). Ahí está la sangre de Esteban y Santiago.
La historia se repite a lo largo de los siglos. Cada generación venera a los profetas de épocas anteriores, pero persigue a los contemporáneos. Kierkegaard dijo tajantemente: "Cuando aparece un hombre que toma en serio el Evangelio, surge automática mente el escándalo en la escena del mundo". "Los santos ... para el cielo y los altares" es el título de una obra de J. Benavente. Allí no molestan. Con más razón habría que decir lo mismo de los profetas. Pero es que necesitamos que "nos molesten".

Para la reflexión, la oración y el compromiso

- ¿En qué medida me influyen el afán de tener una buena imagen y el deseo de agradar a Dios?
- ¿Estoy abierto a la interpelación de los profetas y testigos o les resisto y les hago oídos sordos?
- ¿Quiénes son ahora los profetas que cuestionan mi vida?
- ¿Qué debo hacer para que mi vida esté cada vez más impulsada por el "ser" y no por el "aparentar".