Evangelio y Comentario de hoy Viernes 10 de Enero 2014


Foto: Santo Evangelio Enero 10, 2014

Día litúrgico: Enero 10

(Feria del tiempo de Navidad)

Texto del Evangelio (Lc 4,14-22): En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.

Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.

Comentario: Rev. D. Llucià POU i Sabater (Vic, Barcelona, España)

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido

Hoy recordamos que «quien ama Dios, ame también a su hermano» (1Jn 4,21). ¿Cómo podríamos amar a Dios a quien no vemos, sin no amamos a quien vemos, imagen de Dios? Después que san Pedro renegara, Jesús le preguntó si le amaba: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,17), respondió. Como a san Pedro, también a nosotros nos pregunta Jesús: «¿Me amas?»; y queremos responderle ahora mismo: «Tú lo sabes todo, Señor, tú sabes que te amo a pesar de mis deficiencias; pero ayúdame a demostrártelo, ayúdame a descubrir las necesidades de mis hermanos, a darme de verdad a los otros, a aceptarlos tal como son, a valorarlos».

La vocación del hombre es el amor, es vocación a darse, buscando la felicidad del otro, y encontrar así la propia felicidad. Como dice san Juan de la Cruz, «al atardecer seremos juzgados en el amor». Vale la pena que nos preguntemos al final de la jornada, cada día, en un breve examen de conciencia, cómo ha ido este amor, y puntualizar algún aspecto a mejorar para el día siguiente.

«El Espíritu del Señor está sobre mí» (Lc 4,18), dirá Jesús, haciendo suyo este texto mesiánico. Es el Espíritu del Amor que así como hizo del Mesías el «ungido para llevar la buena nueva a los pobres» (cf. Lc 4,18), también “reposa” encima nuestro y nos conduce hacia el amor perfecto: como dice el Concilio Vaticano II, «todos los fieles, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad». El Espíritu Santo nos transformará como hizo con los Apóstoles, para que podamos actuar bajo su moción, otorgándonos sus frutos y, así, llevarlos a todos los corazones: «El fruto del Espíritu es: caridad, paz, alegría, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza» (Gal 5,22-23).
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Fuente: evangeli.netSanto Evangelio Enero 10, 2014

Día litúrgico: Enero 10

(Feria del tiempo de Navidad)

Texto del Evangelio (Lc 4,14-22): En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.

Vino a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca.

Comentario: Rev. D. Llucià POU i Sabater (Vic, Barcelona, España)

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido

Hoy recordamos que «quien ama Dios, ame también a su hermano» (1Jn 4,21). ¿Cómo podríamos amar a Dios a quien no vemos, sin no amamos a quien vemos, imagen de Dios? Después que san Pedro renegara, Jesús le preguntó si le amaba: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,17), respondió. Como a san Pedro, también a nosotros nos pregunta Jesús: «¿Me amas?»; y queremos responderle ahora mismo: «Tú lo sabes todo, Señor, tú sabes que te amo a pesar de mis deficiencias; pero ayúdame a demostrártelo, ayúdame a descubrir las necesidades de mis hermanos, a darme de verdad a los otros, a aceptarlos tal como son, a valorarlos».

La vocación del hombre es el amor, es vocación a darse, buscando la felicidad del otro, y encontrar así la propia felicidad. Como dice san Juan de la Cruz, «al atardecer seremos juzgados en el amor». Vale la pena que nos preguntemos al final de la jornada, cada día, en un breve examen de conciencia, cómo ha ido este amor, y puntualizar algún aspecto a mejorar para el día siguiente.

«El Espíritu del Señor está sobre mí» (Lc 4,18), dirá Jesús, haciendo suyo este texto mesiánico. Es el Espíritu del Amor que así como hizo del Mesías el «ungido para llevar la buena nueva a los pobres» (cf. Lc 4,18), también “reposa” encima nuestro y nos conduce hacia el amor perfecto: como dice el Concilio Vaticano II, «todos los fieles, de cualquier estado o condición, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad». El Espíritu Santo nos transformará como hizo con los Apóstoles, para que podamos actuar bajo su moción, otorgándonos sus frutos y, así, llevarlos a todos los corazones: «El fruto del Espíritu es: caridad, paz, alegría, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza» (Gal 5,22-23).
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Fuente: evangeli.net


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"Hoy" es el día

Viernes después de la Epifanía (10 de Enero)

“Y enrollando el libro, lo devolvió al que le servía y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. Y todos expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios”. (Lc 4,14.22)
Dios está por encima del tiempo.
El es el eterno “hoy” y “ahora”.
Por eso mismo, Dios es hoy.
Para entendernos mejor tendríamos que hablar del “hoy de Dios”.

Por el contrario, nosotros somos ayer, somos hoy y somos mañana.
Sin embargo, nuestro ayer ya pasó.
Nuestro mañana es incierto.
Lo único seguro que tenemos es el “hoy”.

Y lo más maravilloso es:
Cuando el hoy de Dios coincide con el hoy del hombre.
Cuando el hoy del hombre coincide con el hoy de Dios.
Dios es nuestro hoy.
Nosotros somos el hoy de Dios.

“Hoy se cumple esta Escritura”.
Jesús es el “hoy” de Dios.
Como Dios es el “hoy” de Jesús.

Hoy es “hoy” de Dios en nosotros:
Hoy es que Dios nos ama.
Hoy es que Dios nos llama.
Hoy es que Dios quiere habitar en nosotros.
Hoy es que Dios quiere hablarnos.
Hoy es que Dios quiere cambiarnos.
Hoy es que Dios quiere renovarnos.
Hoy es que Dios quiere perdonarnos.
Hoy es que Dios quiere mirarnos con cariño.
Hoy es que Dios quiere que sintamos la alegría de ser amados.
Hoy es que Dios quiere vernos felices.
Hoy es que Dios quiere contar con nosotros.
Hoy es que Dios quiere nuestra respuesta.
Hoy es que Dios quiere nuestra fidelidad.
Hoy es que Dios quiere nuestra santidad.
Hoy es que Dios quiere nuestro compromiso.

Hoy debe ser nuestro “hoy” a Dios.
Nosotros tenemos la manía del “mañana”, “vuelva mañana”.
Nosotros tenemos la manía de “hoy” no tengo tiempo.

Y sin embargo:
“Hoy” tenemos que escuchar a Dios.
“Hoy” es el día para decir “sí” a Dios.
“Hoy” es el día para abrir nuestro corazón a la llamada de Dios.
“Hoy” es el día para decirle sí al Jesús del Evangelio.
“Hoy” es el día para tomar decisiones evangélicas en nuestras vidas.
“Hoy” es el día para cambiar y no para prometer que cambiaremos mañana.
“Hoy” es el día para tomar decisiones, aunque duelan, no dejarlas para después.
“Hoy” es el día para dejarnos de mediocridades y tomar nuestra fe en serio.
“Hoy” es el día para ponernos al “día de Dios” en la historia.
“Hoy” es el día para solidarizarnos con los hermanos necesitados.
“Hoy” es el día para tener tiempo para los demás.
“Hoy” es el día para escuchar a los que nadie escucha.
“Hoy” es el día para definir nuestras vidas.

El creyente es “hoy”.
El creyente es “hoy” para poder ser mañana.
Dios nos espera.
Pero nuestros hermanos que sufren no pueden esperar.
“Hoy” se cumple el Evangelio en nosotros.

juanjauregui.es