Día litúrgico: Martes XXIV del tiempo ordinario

Comentario
Joven, a ti te digo: levántate

Con la lectura del fragmento del Evangelio que nos habla de la resurrección del joven de Naím, podría remarcar la divinidad de Jesús e insistir en ella, diciendo que solamente Dios puede volver un joven a la vida; pero hoy preferiría poner de relieve su humanidad, para que no veamos a Jesús como un ser lejano, como un personaje tan diferente de nosotros, o como alguien tan excesivamente importante que no nos inspire la confianza que puede inspirarnos un buen amigo.
Los cristianos hemos de saber imitar a Jesús. Debemos pedir a Dios la gracia de ser Cristo para los demás. ¡Ojalá que todo aquél que nos vea, pueda contemplar una imagen de Jesús en la tierra! Quienes veían a san Francisco de Asís, por ejemplo, veían la imagen viva de Jesús. Los santos son aquellos que llevan a Jesús en sus palabras y obras e imitan su modo de actuar y su bondad. Nuestra sociedad tiene necesidad de santos y tú puedes ser uno de ellos en tu ambiente.

Señor Dios nuestro:
La palabra de tu Hijo era poderosa
porque él vivía lo que predicaba
y porque era una persona realmente libre.
Podía sanar a los enfermos y resucitar a los muertos.
Señor, da a tu Iglesia líderes creíbles
que la dirijan sobre todo viviendo la misma vida de tu Hijo.
Que sus palabras y acciones sacudan nuestros corazones
y nos traigan la nueva vida
de Jesucristo nuestro Señor.
Hermanos: Lucas intenta decirnos que ha llegado ya el
tiempo de salvación, porque con Jesús, los ciegos comienzan a ver, los
mudos oyen, los cojos caminan, y sí, hasta los muertos resucitan. Con
él, una nueva era ha comenzado: la era de Dios. Es la era en la que
ahora vivimos. --- ¿La hacemos nosotros una era de resurrección y de
vida, en la que nuestras manos tendidas hacia nuestros prójimos nos alza
por encima de sus miserias? ¿La hacemos una era en la que reavivamos
nuestro amor enfermizo o muerto ya, y lo restauramos de nuevo a la
vida, en Cristo Jesús?