Santo Evangelio Febrero 26, 2014
Jesús es nuestra luz
Marcos 9, 38-40.
Tiempo Ordinario.
Cada uno puede hacer el bien de diferente manera, pero todos somos Iglesia.
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 38-40
Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros». Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros».
Oración introductoria
Señor Jesucristo, que con el Bautismo me has concedido la gracia de la filiación divina. Concédeme la gracia de vivir siempre en la luz de tu amistad. Que en la lucha contra el mal, el pecado, la concupiscencia y las tentaciones esté siempre presente tu gracia santificadora. Que las tinieblas que se ciernen sobre mi vida se desvanezcan con la luz de tu amor misericordioso y paciente. Ayúdame a permanecer siempre en tu amistad. Te ofrezco esta meditación por todos mis familiares y amigos, por los que se sienten atribulados por el peso del pecado o los que se encuentran desesperados en la lucha contra el mal. Sostenlos con tu gracia, conforta sus corazones, ayúdales a encontrar la paz verdadera de sus almas. Acrecienta Señor en nuestras almas la gracia del Bautismo.
Petición
Señor, concédeme la gracia de amar y valorar la gracia bautismal. Que esté siempre a tu lado.
Meditación del Papa Francisco
Nosotros los cristianos llevamos la paz y la gracia como un tesoro para dar al mundo, pero estos dones pueden dar frutos solamente cuando los cristianos viven y trabajan juntos en armonía. De esta manera será más fácil contribuir en la construcción de relaciones de respeto y pacífica convivencia con quienes pertenecen a otras tradiciones religiosas y también con los no creyentes. La unidad, a la que anhelamos sinceramente, es un don que viene de lo alto y que se funda en nuestra comunión de amor con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cristo mismo prometió: “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Caminemos, querido hermano, hacia la unidad, unidos fraternalmente en la caridad y teniendo como punto de referencia constante a Jesucristo, nuestro hermano mayor. En la adoración de Jesucristo encontraremos el fundamento y la razón de ser de nuestro camino. (S.S. Francisco, 14 de junio de 2013).
Reflexión
Un personaje predicaba en nombre de Jesús y los apóstoles se lo querían impedir. Jesús simplemente les dice que lo dejen actuar. ¿Qué había en aquella persona, de la cual no sabemos ni el nombre, ni la edad? No sabemos nada de él y, sin embargo, realizó actos buenos. Era una persona sencilla común y corriente. Podemos comparar aquella persona con uno de nosotros. Un seglar convencido en difundir el reino de Cristo. Nosotros somos una pieza clave en la iglesia. Mas ahora en estos tiempos ser católico es luchar contra corriente, si lo queremos ser con autenticidad. Tratamos de serlo en nuestro corazón pero también hay que serlo en el exterior compartiendo con los demás las riquezas de nuestra fe.
Por eso hay que vivir atentos, con la mirada alerta para descubrir el bien que pueden hacer las personas a nuestro alrededor.
Digamos, pues: "Dios ha ordenado a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos para impedirte caer; mil enemigos caen a tu mano siniestra y diez mil a tu diestra, sin que puedan llegarse a ti. Por haberse adherido a Mí, dice el Señor, le libraré, le protegeré, porque conoce mi nombre; me invocará y será atendida su demanda; estaré a su lado en el momento de la tribulación para librarle y glorificarle; le colmaré de días felices y le mostraré mi salvación" (Sal 90, 11-12; 14-16).
La gracia del Bautismo imprime carácter en nuestras almas. Por el Bautismo fuimos marcados con el sello de la cruz. Desde ese momento el nombre de Cristo resuena fuerte en nuestros corazones. El esfuerzo diario por ser fieles a nuestra fe es un camino ideal para realizar nuestros compromisos bautismales. Que el amor de Dios derramado en nuestros corazones por este sacramento fructifique en nuestras almas y en las de aquellas personas que por la Providencia Divina han de beneficiarse de nuestro ejemplo.
Propósito
Renovar en una visita eucarística la gracia bautismal. Repetir con fervor y alegría mi pertenencia total a Cristo.
Diálogo con Cristo
¡Gracias Señor por el don del Bautismo, gracias por renovarme desde dentro, gracias por nacer en mí en cada eucaristía, en cada comunión, gracias por hacerme parte de tu familia! Concédeme la gracia de vivir con la conciencia clara del inmenso amor que me has tenido. Que mi corazón se ensanche al contemplar las maravillas que haces en mi vida. Acrecienta mi fe, mi esperanza y caridad. Ayúdame en la lucha contra el mal y el pecado, fortifica mi voluntad e ilumina siempre mi inteligencia para conocerte y amarte en cada uno de mis hermanos. Ayúdame a dedicarme con la oración y el celo ardiente a transmitir esta hermosa realidad a todas las personas. Concédeme alimentar día a día la esperanza de encontrarme contigo en el cielo.
=
Autor: H. José de Jesús González | Fuente: Catholic.net
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
“Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros” Jesús respondió: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. (Mc 9,38-40)
Ahora entiendo por qué Dios no va al fútbol.
Porque armaría todo un lío.
Si es de nuestro equipo, perfecto.
Pero, si es del otro equipo está frito.
Los del otro equipo le rechiflarían y tendría que salir con la policía.
¡Cuánto nos cuesta aceptar el bien que hacen los otros, si no piensan como nosotros!
¡Cuánto nos cuesta aceptar el bien que hacen los otros, si no son de nuestra Iglesia!
¡Cuánto nos cuesta aceptar el bien que hacen los otros, si no son creyentes!
Nos encanta levantar muros entre nosotros.
¡Con lo maravilloso que es tender puentes!
Nos encanta levantar muros que dividen.
¡Con lo maravilloso que es derribar todo lo que separa!
Hablamos mucho de la familia humana.
Pero cuántas grietas y cuantos muros de separación.
Nos separa el color de la piel.
Nos separa nuestra condición social.
Nos separa la política.
Nos separa la economía.
Nos separa incluso la religión.
¡Cuántos siglos hemos vivido divididos y enemistados con nuestros hermanos separados!
¡Cuántos insultos entre las distintas Iglesias!
¡Cuánto odio incluso hoy entre las distintas confesiones y religiones!
¿Acaso no leemos los periódicos?
¡Cuántos muertos por atentados con coches bomba en las Iglesias!
Algo parecido les sucedía a los Discípulos.
“Hemos visto a uno que hacía milagros en tu nombre, y se lo hemos prohibido”.
¿Razón? “No es de los “nuestros”.
Es dura, pero qué cierta es la frase de Martini: “A veces los no creyentes están más cerca de nosotros que muchos de nosotros entre nosotros mismos”.
Y sin embargo:
¡Cuánta bondad hay fuera de la Iglesia!
¡Cuánta justicia hay fuera de la Iglesia!
¡Cuánta comprensión hay fuera de la Iglesia!
¡Cuánta caridad (bueno nosotros la llamaríamos filantropía) hay fuera de la Iglesia!
¡Cuántos luchan por construir la paz y no son de la Iglesia!
¡Y hasta es posible que no tengan fe en Dios!
Pero, aún ellos tienen un gran corazón.
Dios envía el sol para todos: buenos y malos.
Dios envía la lluvia para los creyentes y los que no creen.
Dios también ama incluso a aquellos que no creen en él.
Dios no es excluyente.
Dios es incluyente.
Dios no divide sino que une.
Estoy seguro que muchos que parece que “no son de los nuestros”, son realmente “de los nuestros”.
Los que dieron de comer, vistieron a los desnudos, visitaron a los enfermos, no lo hicieron pensando en Dios, sino por amor a los hombres.
En el fondo, creían en un Dios que desconocían.
En el fondo, amaban a un Dios que ignoraban.
En el fondo, amaban a Dios encarnado y oculto en los más necesitados.
Podemos pensar distinto. Pero no por eso tenemos que excluirnos.
No tenemos la exclusiva de la verdad. También los demás piensan.
Podemos tener criterios diferentes. No por eso nos tenemos que marginarnos.
¿Acaso en la misma Iglesia todos pensamos lo mismo?
¿Acaso en la misma Iglesia todos tenemos los mismos criterios?
¿No ha habido en la Iglesia distintas “escuelas de teología”.
Lo distinto no debe excluir a nadie.
Lo distinto puede ser una fuente de enriquecimiento mutuo.
Jesús nos dejó como mandato: “amos los unos a los otros”.
Y no dijo “armaos los unos contra los otros”.
Y no olvidemos que, los preferidos de Jesús, fueron siempre los marginados por los buenos.
Al que hace el “bien” “no se lo prohibáis”. También en él está actuando la gracia de Dios.
www.juanjauregui.es
Jesús es nuestra luz
Marcos 9, 38-40.
Tiempo Ordinario.
Cada uno puede hacer el bien de diferente manera, pero todos somos Iglesia.
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 38-40
Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros». Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros».
Oración introductoria
Señor Jesucristo, que con el Bautismo me has concedido la gracia de la filiación divina. Concédeme la gracia de vivir siempre en la luz de tu amistad. Que en la lucha contra el mal, el pecado, la concupiscencia y las tentaciones esté siempre presente tu gracia santificadora. Que las tinieblas que se ciernen sobre mi vida se desvanezcan con la luz de tu amor misericordioso y paciente. Ayúdame a permanecer siempre en tu amistad. Te ofrezco esta meditación por todos mis familiares y amigos, por los que se sienten atribulados por el peso del pecado o los que se encuentran desesperados en la lucha contra el mal. Sostenlos con tu gracia, conforta sus corazones, ayúdales a encontrar la paz verdadera de sus almas. Acrecienta Señor en nuestras almas la gracia del Bautismo.
Petición
Señor, concédeme la gracia de amar y valorar la gracia bautismal. Que esté siempre a tu lado.
Meditación del Papa Francisco
Nosotros los cristianos llevamos la paz y la gracia como un tesoro para dar al mundo, pero estos dones pueden dar frutos solamente cuando los cristianos viven y trabajan juntos en armonía. De esta manera será más fácil contribuir en la construcción de relaciones de respeto y pacífica convivencia con quienes pertenecen a otras tradiciones religiosas y también con los no creyentes. La unidad, a la que anhelamos sinceramente, es un don que viene de lo alto y que se funda en nuestra comunión de amor con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cristo mismo prometió: “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Caminemos, querido hermano, hacia la unidad, unidos fraternalmente en la caridad y teniendo como punto de referencia constante a Jesucristo, nuestro hermano mayor. En la adoración de Jesucristo encontraremos el fundamento y la razón de ser de nuestro camino. (S.S. Francisco, 14 de junio de 2013).
Reflexión
Un personaje predicaba en nombre de Jesús y los apóstoles se lo querían impedir. Jesús simplemente les dice que lo dejen actuar. ¿Qué había en aquella persona, de la cual no sabemos ni el nombre, ni la edad? No sabemos nada de él y, sin embargo, realizó actos buenos. Era una persona sencilla común y corriente. Podemos comparar aquella persona con uno de nosotros. Un seglar convencido en difundir el reino de Cristo. Nosotros somos una pieza clave en la iglesia. Mas ahora en estos tiempos ser católico es luchar contra corriente, si lo queremos ser con autenticidad. Tratamos de serlo en nuestro corazón pero también hay que serlo en el exterior compartiendo con los demás las riquezas de nuestra fe.
Por eso hay que vivir atentos, con la mirada alerta para descubrir el bien que pueden hacer las personas a nuestro alrededor.
Digamos, pues: "Dios ha ordenado a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos para impedirte caer; mil enemigos caen a tu mano siniestra y diez mil a tu diestra, sin que puedan llegarse a ti. Por haberse adherido a Mí, dice el Señor, le libraré, le protegeré, porque conoce mi nombre; me invocará y será atendida su demanda; estaré a su lado en el momento de la tribulación para librarle y glorificarle; le colmaré de días felices y le mostraré mi salvación" (Sal 90, 11-12; 14-16).
La gracia del Bautismo imprime carácter en nuestras almas. Por el Bautismo fuimos marcados con el sello de la cruz. Desde ese momento el nombre de Cristo resuena fuerte en nuestros corazones. El esfuerzo diario por ser fieles a nuestra fe es un camino ideal para realizar nuestros compromisos bautismales. Que el amor de Dios derramado en nuestros corazones por este sacramento fructifique en nuestras almas y en las de aquellas personas que por la Providencia Divina han de beneficiarse de nuestro ejemplo.
Propósito
Renovar en una visita eucarística la gracia bautismal. Repetir con fervor y alegría mi pertenencia total a Cristo.
Diálogo con Cristo
¡Gracias Señor por el don del Bautismo, gracias por renovarme desde dentro, gracias por nacer en mí en cada eucaristía, en cada comunión, gracias por hacerme parte de tu familia! Concédeme la gracia de vivir con la conciencia clara del inmenso amor que me has tenido. Que mi corazón se ensanche al contemplar las maravillas que haces en mi vida. Acrecienta mi fe, mi esperanza y caridad. Ayúdame en la lucha contra el mal y el pecado, fortifica mi voluntad e ilumina siempre mi inteligencia para conocerte y amarte en cada uno de mis hermanos. Ayúdame a dedicarme con la oración y el celo ardiente a transmitir esta hermosa realidad a todas las personas. Concédeme alimentar día a día la esperanza de encontrarme contigo en el cielo.
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Autor: H. José de Jesús González | Fuente: Catholic.net
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Tendiendo puentes
Miércoles de la Séptima Semana del Tiempo Ordinario“Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros” Jesús respondió: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. (Mc 9,38-40)
Ahora entiendo por qué Dios no va al fútbol.
Porque armaría todo un lío.
Si es de nuestro equipo, perfecto.
Pero, si es del otro equipo está frito.
Los del otro equipo le rechiflarían y tendría que salir con la policía.
¡Cuánto nos cuesta aceptar el bien que hacen los otros, si no piensan como nosotros!
¡Cuánto nos cuesta aceptar el bien que hacen los otros, si no son de nuestra Iglesia!
¡Cuánto nos cuesta aceptar el bien que hacen los otros, si no son creyentes!
Nos encanta levantar muros entre nosotros.
¡Con lo maravilloso que es tender puentes!
Nos encanta levantar muros que dividen.
¡Con lo maravilloso que es derribar todo lo que separa!
Hablamos mucho de la familia humana.
Pero cuántas grietas y cuantos muros de separación.
Nos separa el color de la piel.
Nos separa nuestra condición social.
Nos separa la política.
Nos separa la economía.
Nos separa incluso la religión.
¡Cuántos siglos hemos vivido divididos y enemistados con nuestros hermanos separados!
¡Cuántos insultos entre las distintas Iglesias!
¡Cuánto odio incluso hoy entre las distintas confesiones y religiones!
¿Acaso no leemos los periódicos?
¡Cuántos muertos por atentados con coches bomba en las Iglesias!
Algo parecido les sucedía a los Discípulos.
“Hemos visto a uno que hacía milagros en tu nombre, y se lo hemos prohibido”.
¿Razón? “No es de los “nuestros”.
Es dura, pero qué cierta es la frase de Martini: “A veces los no creyentes están más cerca de nosotros que muchos de nosotros entre nosotros mismos”.
Y sin embargo:
¡Cuánta bondad hay fuera de la Iglesia!
¡Cuánta justicia hay fuera de la Iglesia!
¡Cuánta comprensión hay fuera de la Iglesia!
¡Cuánta caridad (bueno nosotros la llamaríamos filantropía) hay fuera de la Iglesia!
¡Cuántos luchan por construir la paz y no son de la Iglesia!
¡Y hasta es posible que no tengan fe en Dios!
Pero, aún ellos tienen un gran corazón.
Dios envía el sol para todos: buenos y malos.
Dios envía la lluvia para los creyentes y los que no creen.
Dios también ama incluso a aquellos que no creen en él.
Dios no es excluyente.
Dios es incluyente.
Dios no divide sino que une.
Estoy seguro que muchos que parece que “no son de los nuestros”, son realmente “de los nuestros”.
Los que dieron de comer, vistieron a los desnudos, visitaron a los enfermos, no lo hicieron pensando en Dios, sino por amor a los hombres.
En el fondo, creían en un Dios que desconocían.
En el fondo, amaban a un Dios que ignoraban.
En el fondo, amaban a Dios encarnado y oculto en los más necesitados.
Podemos pensar distinto. Pero no por eso tenemos que excluirnos.
No tenemos la exclusiva de la verdad. También los demás piensan.
Podemos tener criterios diferentes. No por eso nos tenemos que marginarnos.
¿Acaso en la misma Iglesia todos pensamos lo mismo?
¿Acaso en la misma Iglesia todos tenemos los mismos criterios?
¿No ha habido en la Iglesia distintas “escuelas de teología”.
Lo distinto no debe excluir a nadie.
Lo distinto puede ser una fuente de enriquecimiento mutuo.
Jesús nos dejó como mandato: “amos los unos a los otros”.
Y no dijo “armaos los unos contra los otros”.
Y no olvidemos que, los preferidos de Jesús, fueron siempre los marginados por los buenos.
Al que hace el “bien” “no se lo prohibáis”. También en él está actuando la gracia de Dios.
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