Evangelio y Comentario de hoy Miercoles 12 de Febrero 2014


Foto: Santo Evangelio Febrero 12, 2014

La pureza de corazón
Marcos 7, 14-23.
Tiempo Ordinario.
Aquello que contamina al hombre no es lo exterior sino lo que nace del corazón.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23 

Llamó otra vez a la gente y les dijo: Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga. Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. El les dijo: ¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y y después se elimina en lugares retirados? - así declaraba puros todos los alimentos-. Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre. 

Oración introductoria
Oh Señor, tú eres nuestro Creador y ves el interior de cada hombre, puedes leer nuestros pensamientos y conocer los deseos de nuestro corazón. Tú sabes que esos pensamientos y deseos no siempre son buenos, en muchas ocasiones son oscuros, duros, sucios. Señor, tú también eres nuestro Padre, extiende tu mano desde la cruz y cura nuestro corazón: ilumínalo con la luz de tu mirada, suavízalo con el bálsamo de tu misericordia, límpialo con la sangre de tu costado. Oh María, Virgen Purísima, como buena madre, enséñanos a vivir con un corazón como el tuyo. 

Petición
Dios nuestro infunde en mi corazón el soplo de tu amor, que lo purifique de todo mal y lo fortalezca para amar. 

Meditación del Papa Francisco
Cristo también pone en tela de juicio el "ojo", que es el símbolo de la intención del corazón y que se refleja en el cuerpo: un corazón lleno de amor vuelve el cuerpo brillante, un corazón malo lo hace oscuro. Del contraste luz-oscuridad, depende nuestro juicio sobre las cosas, como también lo demuestra el hecho de que un corazón de piedra, pegado a un tesoro de la tierra, a un tesoro egoísta -que puede también convertirse en un tesoro del odio, vienen las guerras.... Todos estos pedazos del corazón que están hechos de piedra, el Señor los hace humanos, con aquella inquietud, con aquella ansia buena de ir hacia adelante, ¡buscándolo a Él dejándose buscar por Él! 
¡Que el Señor nos cambie el corazón! Y así nos salvará. Nos protegerá de los tesoros que no nos ayuden en el encuentro con Él, en el servicio a los demás, y también nos dará la luz para ver y juzgar de acuerdo con el verdadero tesoro: su verdad. Que el Señor nos cambie el corazón para buscar el verdadero tesoro y así convertirnos en personas luminosas y no ser personas de las tinieblas. (S.S. Francisco, 21 de junio de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta). 

Reflexión
Acojamos la invitación de Cristo para cultivar en nuestra vida un corazón puro, aprendamos a perdonar, a olvidar las ofensas, aprendamos la grande y difícil lección de pedir perdón a Dios y al prójimo. Es un buen momento para sembrar la semilla de las buenas palabras en nuestras conversaciones, porque esas palabras, como lo dice Cristo, demostrarán lo que se hay en nuestro corazón. 

Propósito
En mis conversaciones hablaré de lo bueno que conozco y callaré lo malo. 

Diálogo con Cristo
Señor Jesús, tengo que reconocer que a veces me da pena que tú veas mi corazón, pero también sé que tú puedes cambiarlo; te pido, Señor, que con tu amor y tu misericordia lo purifiques y lo renueves, lo cambies por uno como el tuyo para que pueda amar de un modo nuevo, como tú nos amas a nosotros.
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Autor: H. Alfonso Blanca | Fuente: Catholic.netSanto Evangelio Febrero 12, 2014

La pureza de corazón
Marcos 7, 14-23.
Tiempo Ordinario.
Aquello que contamina al hombre no es lo exterior sino lo que nace del corazón.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23

Llamó otra vez a la gente y les dijo: Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga. Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. El les dijo: ¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y y después se elimina en lugares retirados? - así declaraba puros todos los alimentos-. Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.

Oración introductoria
Oh Señor, tú eres nuestro Creador y ves el interior de cada hombre, puedes leer nuestros pensamientos y conocer los deseos de nuestro corazón. Tú sabes que esos pensamientos y deseos no siempre son buenos, en muchas ocasiones son oscuros, duros, sucios. Señor, tú también eres nuestro Padre, extiende tu mano desde la cruz y cura nuestro corazón: ilumínalo con la luz de tu mirada, suavízalo con el bálsamo de tu misericordia, límpialo con la sangre de tu costado. Oh María, Virgen Purísima, como buena madre, enséñanos a vivir con un corazón como el tuyo.

Petición
Dios nuestro infunde en mi corazón el soplo de tu amor, que lo purifique de todo mal y lo fortalezca para amar.

Meditación del Papa Francisco
Cristo también pone en tela de juicio el "ojo", que es el símbolo de la intención del corazón y que se refleja en el cuerpo: un corazón lleno de amor vuelve el cuerpo brillante, un corazón malo lo hace oscuro. Del contraste luz-oscuridad, depende nuestro juicio sobre las cosas, como también lo demuestra el hecho de que un corazón de piedra, pegado a un tesoro de la tierra, a un tesoro egoísta -que puede también convertirse en un tesoro del odio, vienen las guerras.... Todos estos pedazos del corazón que están hechos de piedra, el Señor los hace humanos, con aquella inquietud, con aquella ansia buena de ir hacia adelante, ¡buscándolo a Él dejándose buscar por Él!
¡Que el Señor nos cambie el corazón! Y así nos salvará. Nos protegerá de los tesoros que no nos ayuden en el encuentro con Él, en el servicio a los demás, y también nos dará la luz para ver y juzgar de acuerdo con el verdadero tesoro: su verdad. Que el Señor nos cambie el corazón para buscar el verdadero tesoro y así convertirnos en personas luminosas y no ser personas de las tinieblas. (S.S. Francisco, 21 de junio de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta).

Reflexión
Acojamos la invitación de Cristo para cultivar en nuestra vida un corazón puro, aprendamos a perdonar, a olvidar las ofensas, aprendamos la grande y difícil lección de pedir perdón a Dios y al prójimo. Es un buen momento para sembrar la semilla de las buenas palabras en nuestras conversaciones, porque esas palabras, como lo dice Cristo, demostrarán lo que se hay en nuestro corazón.

Propósito
En mis conversaciones hablaré de lo bueno que conozco y callaré lo malo.

Diálogo con Cristo
Señor Jesús, tengo que reconocer que a veces me da pena que tú veas mi corazón, pero también sé que tú puedes cambiarlo; te pido, Señor, que con tu amor y tu misericordia lo purifiques y lo renueves, lo cambies por uno como el tuyo para que pueda amar de un modo nuevo, como tú nos amas a nosotros.
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica 

Entrar dentro de nosotros

Miércoles de la Quinta Semana del Tiempo Ordinario
“Lo que sale de dentro eso mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro”. (Mc 7,14-23)
Siempre he sentido alergia a la espeleología.
Incluso, cuando veo esos programas de buceo que se meten en esas cuevas en las que no sabes si tendrán salida, siento que se me encoje el alma.
Tal vez, porque soy alérgico a meterme en esas cuevas y a esas profundidades. Me encanta esa belleza que, a simple vista, no podemos ver. Pero admiro a quienes se arriesgan a entrar dentro.

El Evangelio de hoy es como una especie de espeleología del espíritu. Una invitación:
A entrar dentro de nosotros mismos.
A entrar dentro de nuestro corazón.
A entrar ahí donde está también el secreto de nuestras vidas.

Es fácil mirarnos al espejo, por más que no siempre nos veamos guapos.
Es fácil mirarnos por fuera, en la vitrina de nuestras vidas.
Es fácil mirarnos por fuera, en aquello que los demás ven de nosotros.

Pero, ¡qué difícil es entrar dentro de nosotros
y ver la verdad de nuestro corazón!
Porque nuestra verdad no está en la vitrina.
Porque nuestra verdad no la llevamos en el escaparate.
Porque nuestra verdad la llevamos dentro.
Porque nuestra verdad la llevamos allí donde los demás no pueden ver.
Porque nuestra verdad la llevamos no en nuestras manos ni en nuestro rostro, sino dentro, en nuestro corazón.
En lo más secreto de nosotros mismos.
En lo más íntimo de nosotros mismos.
Allí donde solo nosotros podemos llegar.
Allí donde solo Dios puede ver.

Todos cuidamos mucho nuestra apariencia.
Todos cuidamos mucho nuestro escaparate.
Pero todos tenemos miedo a encontrarnos con nosotros mismos allá dentro, en nuestro corazón.
Y el Evangelio lo que hace es poner al descubierto, precisamente eso que todos llevamos oculto y secreto.

Porque, cada vez que me atrevo a mirarme por dentro, descubro:
Que no soy el que aparento ser.
Que no tengo esa verdad que aparento tener.
Que no tengo esa limpieza que aparento tener.
Que no tengo esa bondad que aparento tener.
Que no tengo esos sentimientos que aparento tener.
Que no tengo esa honestidad que aparezco tener.
Que no tengo esa mirada limpia que aparezco tener.
Que no tengo esa fidelidad que aparezco tener.
Que no tengo esa sinceridad que aparezco tener.
Que no tengo ese amor que aparento tener.
Que no tengo esa mansedumbre que aparezco tener.

Y Jesús, que conoce muy bien el corazón humano, también el mío y el tuyo, me pone al descubierto y desenmascara mi verdad y la tuya, mi mentira y la tuya, mi falsedad y la tuya.
Y me dice que:
Soy lo que soy por dentro, en mi corazón, y no lo que aparento.
Soy lo que llevo dentro y no lo que ven los demás.
Soy lo que es mi corazón y no lo que vendo en la vitrina de mi vida.

Me dice que nuestra verdad y nuestra mentira están dentro.
Me dice que lo que Dios ve y mira en mí y en ti, no es el escaparate sino lo que hay dentro de nuestro corazón.

Por eso, me da miedo entrar dentro de mí.
Por eso, evito tener tiempo para mirarme por dentro y prefiero entretenerme viéndome por fuera.
Por eso, prefiero aparentar que ser.
Por eso, aunque sea doloroso, prefiero vivir engañándome y engranando a los demás.
Pero, tengo que reconocer que a Él no puedo engañarle.
Por eso soy lo que soy delante de Él y no delante de los demás.
Y si alguien tiene dudas que comience por entrar dentro de sí y que se atreva a verse a sí mismo.

.juanjauregui.es