Del santo Evangelio según san Marcos 1, 21-28
Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y
se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les
enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había
precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo,
que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret?
¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús,
entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole
violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros:
«¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a
los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió
por todas partes, en toda la región de Galilea.
Oración introductoria
Señor, son muchas las inmundicias que rodean mi entorno social. No
debo, inocentemente, pensar que mi familia y yo estamos exentos a su
influencia ni que no contribuímos, un poco o un mucho, a esta triste
realidad. Por ello te pido que ilumines mi mente y mi corazón para que
este momento de oración me haga crecer en el amor.
Petición
Señor, dame la gracia de conocer y vivir tu doctrina del amor para entregarme a los demás con total desinterés y donación.
Meditación del Papa Francisco
Observamos entonces que el "escándalo" que la palabra y la práctica
de Jesús causan alrededor de él, derivan de su extraordinaria
"autoridad”: una palabra, esta, atestiguada desde el Evangelio de
Marcos, pero que no es fácil reportar bien en italiano. La palabra
griega es "exousia", que literalmente se refiere a lo que "viene del
ser", de lo que es. No se trata de algo externo o forzado, sino de algo
que emana de su interior y que se impone por sí mismo. Jesús realmente
golpea, confunde, innova -como él mismo dice- a partir de su relación
con Dios, llamado familiarmente Abbà, lo que le da esta "autoridad" para
que él la emplee a favor de los hombres.
Así, Jesús predica "como quien tiene autoridad", cura, llama a sus
discípulos a seguirle, perdona... cosas todas que en el Antiguo
Testamento, son de Dios y solo de Dios.
La pregunta que más retorna en el Evangelio de Marcos es: "¿Quién es
este que ...?" , y que tiene que ver con la identidad de Jesús, nace de
la constatación de una autoridad diferente a la del mundo, una
autoridad que no tiene la intención de ejercer el poder sobre los demás,
sino para servir , para darles la libertad y la plenitud de la vida. (S.S. Francisco, carta del papa al director del diario "La Repubblica", 11 de septiembre de 2013).
Reflexión
Jesús inicia su predicación anunciando la llegada del Reino.
Interpela al mundo con la necesidad de la conversión. Recluta a sus
primeros seguidores... Reino, conversión y llamada, son realidades
inseparables que desde entonces vivimos en la Iglesia.
Desde que Cristo nace, se ha cumplido el tiempo. Dios interviene en
la historia del hombre fundando su Reino en el corazón de cada
discípulo. Y desde entonces hasta hoy, el mensaje, no ha sido otro sino
la preparación para le llegada definitiva del Reino de Dios. Para ello,
se ha querido valer de tantas almas consagradas a su servicio. Los
sacerdotes, los diáconos, obispos y papas, las religiosas y religiosos
dedicados a la vida contemplativa o al apostolado, a la educación o a
las misiones en tierras lejanas... Todos ellos han sido la prolongación
de las obras de Nuestro Señor.
Pero la hora aún no ha llegado, ni parece venir pronto. Es obvio que
no conoceremos el día ni la hora del final de los tiempos. Y por eso
mismo, es necesario vivir preparados. Debemos entender, que cuando
Cristo proclama el Reino, como un tiempo cumplido, se trata igualmente
del tiempo concedido a cada uno de nosotros. El tiempo de nuestra vida,
en la que debemos obrar siempre el bien. Pero no un bien ideal. El bien
que tiene el rostro de cuantos nos rodean: hermanos, amigos, hijos,
esposo, empleados y compañeros de trabajo; pobres y enfermos... Darse a
sí mismo para procurar el bien de los demás. De ésto se nos pedirán
cuentas al final de nuestra vida.
El evangelio nos muestra a Cristo como el Maestro poderoso. Y no
sólo porque enseña en la sinagoga, como lo hacían en sus tiempos tantos
otros judíos piadosos, sino porque va a obrar uno de tantos prodigios:
expulsar un demonio. Así, el simple maestro Galileo, se presenta como el
profeta poderoso. No en vano decía la gente que enseñaba con autoridad,
y no como los escribas y fariseos, que sólo cargaban al pueblo con los
preceptos de la ley. Cristo es el hombre más impactante que haya
conocido la humanidad en toda su historia.
De Él se ha escrito, muchísimo más que de cualquier otro tema. Su
vida y sus milagros han sido admirados o negados, creídos o refutados,
durante los veinte siglos que le han seguido. Y su persona se plantea
como el máximo representante de cuantos han sabido remar contra
corriente.
Cristo sigue interpelando al hombre de todos los tiempos, para que
se coloque con él, o contra él. Desafortunadamente no hay más
posiciones. Y siempre tendremos que decidir: Cristo o nuestro egoísmo.
Cristo o nuestra sensualidad. Jesús mismo hablaba de que no se puede
servir a dos señores. Es imposible encender una vela a Dios y otra al
diablo...
Vemos que no es fácil mantenerse fiel a las enseñanzas del Maestro, y
que por más buenas intenciones que tenemos en hacer el bien y ayudar a
los demás, no siempre conquistamos nuestras metas. Sin embargo, no
tenemos que amilanarnos. Hay que confiar y pedir a Cristo la fuerza para
dar la cara por Él y por su Reino, del mismo modo que Él dio la vida
por nosotros...
Dar la cara es no dejarse confundir por las sectas, ni dejar que
otros se dejen. Dar la cara es estudiar la propia fe, para dar
respuestas convincentes, a cuantos atacan al Papa, al Magisterio y la
moral cristiana, sabiendo que sólo en Cristo está la Verdad. Y que sólo
Cristo salva...
Propósito
Ante el dolor y situaciones difíciles, identificarme con Cristo al vivirlas con serenidad y confianza.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por enseñarme que lo fundamental en mi vida es la
caridad. Ayúdame a amar a mi prójimo con el mismo amor con que te amo a
Ti. Dame la gracia de descubrirte y servirte en los demás, porque eso es
la verdadera fe cristiana. El milagro de la curación del hombre poseído
por un espíritu inmundo me recuerda que quieres hacer conmigo el mayor
de los milagros: mi santidad.
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Somos más que el mal
Martes de la primera semana
“Estaba precisamente en la Sinagoga un hombre que tenía un espíritu
inmundo, y se puso a gritar; “¿Qué quieres de nosotros, Jesús de
Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el santo de
Dios. Jesús lo increpó: “Cállate y sal de él”. El espíritu inmundo lo
retorció y, dando un grito muy fuerte, salió”. (Mc 1,21-28)
Jesús comienza su vida pública:
Demostrando que “no enseñaba como los escribas, sino con autoridad”.
Demostrando su poder sobre el mal que esclaviza al hombre.
Demostrando su poder sobre esos espíritus que nos esclavizan.
“Hasta los espíritus inmundos le obedecen”.
El problema del mal es el problema que cuestiona nuestra fe y
cuestiona incluso la verdad de Dios. ¿Cómo puede Dios permitir el mal?
Y por eso, todos nos cuestionamos:
¿Es posible acabar con el mal en el mundo?
Es la pregunta que todos nos hacemos.
¿Es el mal el que triunfa sobre el bien?
Es la otra pregunta que todo el mundo se hace.
Porque la experiencia pareciera decirnos que el mal es más fuerte que el bien.
Incluso, la experiencia pareciera decirnos que los que triunfan son los malos.
Y que para triunfar en la vida es mejor ser malo que bueno.
Jesús da comienzo a su predicación:
No solo enseñando sino sanando enfermos.
No solo enseñando sino dominando el mal.
No solo enseñando sino demostrando su poder sobre el mal.
Le admiran por su modo de enseñar.
Pero, donde todos quedan sorprendidos, es cuando “hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen”.
No será fácil vencer el mal.
“El espíritu inmundo le retorció” antes de salir de él.
El mal siempre se resistirá.
Pero el Evangelio y el don del Reino siempre serán más fuerte que el mal.
Cuando Jesús, al final envía a sus discípulos, les da autoridad sobre los espíritus inmundos.
Les manda imponer las manos y sanar a los enfermos.
Jesús nos anuncia ya desde un comienzo:
Que es posible vencer el mal.
Que es posible eliminar el mal.
Que es posible el triunfo del bien sobre el mal.
Nosotros hablamos mucho de los males en el mundo.
Pero no tenemos demasiada fe de que podemos superarlos.
Hablamos mucho del hambre en el mundo.
Pero no tenemos demasiado compromiso para que acabar con ella.
Nosotros hablamos mucho de las enfermedades.
Pero tenemos poca fe en imponer las manos a los enfermos.
Nosotros hablamos mucho de los malos espíritus del corazón humano.
Pero no tenemos demasiada fe en que el corazón humano puede cambiar.
Jesús nos trae la buena noticia de que somos más que el mal.
Jesús nos avisa de que el mal se resistirá.
Pero también nos dice que también debiéramos tener una fe suficiente como para decir: “Cállate y sal de él”.
No será fácil vencer el mal.
Pero ¿será más fácil que nosotros tengamos suficiente fe en que la gracia puede triunfar sobre el pecado?
Nuestro cristianismo se marchitará el día que se dé por vencido por el mal.
Nuestra fe se irá apagando en la medida en que sintamos que el mal tiene más fuerza que el bien.
Está bien que nos admiren por el modo que tenemos de “enseñar”.
Pero donde el mundo se rendirá será cuando vea que “hasta los espíritus inmundos nos obedecen”.
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