Evangelio y Comentario de hoy 13 de Enero 2014


Foto: Santo Evangelio Enero 13, 2014

Llamado de los primeros discípulos
Marcos 1, 14-20.
Tiempo Ordinario.
Jesús también nos llama a la conversión y a ser sus discípulos.

Del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: Decía: -El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertios y creed en la Buena Nueva. Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: -Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.

Oración introductoria
Jesús, creo en tu Evangelio y estoy arrepentido de mis faltas de amor. Me toca a mí y de mí depende el que tus palabras no se pierdan. Me toca a mí el que tu mensaje de salvación llegue a todos los hombres. Te suplico, en esta oración, me des la gracia de comprender que depende de mí que Tú seas más conocido, más amado y más seguido.

Petición
Señor, dame la gracia de seguir tu llamado, cueste lo que cueste.

Meditación del Papa Francisco

Jesús le lanzó su promesa: hacerle pescador de hombres. Después le invitó a dejarlo todo para seguirle: una misión.
Jesús siempre se hace sentir. En el caso de los Apóstoles, el Señor ha pasado en sus vidas con un milagro. No siempre pasa ante nosotros o en nuestro interior con un milagro, pero siempre se hace sentir. Siempre, cuando el Señor llega a nuestra vida, cuando pasa por nuestro corazón, te da una palabra y también esta promesa: "Ve hacia delante... ánimo, no temas, ¡porque tú harás esto!".
Es una invitación a la misión, una invitación a seguirle. Y cuando llega este segundo momento, vemos que hay cosas en nuestra vida que no funcionan, que debemos corregir y las dejamos con generosidad.
O también hay algo en nuestra vida de bueno, pero el Señor nos inspira a dejarlo, para seguirle más de cerca, como sucedió aquí: estos dejaron todo, dice el Evangelio. "Sacaron a tierra las barcas, dejaron todo, barcas, redes, ¡todo! Y lo siguieron" (S.S. Francisco, 5 de septiembre de 2013, Misa matutina en la capilla de Santa Marta).

Reflexión
Jesús inicia su predicación anunciando la llegada del Reino. Interpela al mundo con la necesidad de la conversión. Recluta a sus primeros seguidores... Reino, conversión y llamada, son realidades inseparables que desde entonces vivimos en la Iglesia.

Desde que Cristo nace, se ha cumplido el tiempo. Dios interviene en la historia del hombre fundando su Reino en el corazón de cada discípulo. Y desde entonces hasta hoy, el mensaje, no ha sido otro sino la preparación para le llegada definitiva del Reino de Dios. Para ello, se ha querido valer de tantas almas consagradas a su servicio. Los sacerdotes, los diáconos, obispos y papas, las religiosas y religiosos dedicados a la vida contemplativa o al apostolado, a la educación o a las misiones en tierras lejanas... Todos ellos han sido la prolongación de las obras de Nuestro Señor.

Pero la hora aún no ha llegado, ni parece venir pronto. Es obvio que no conoceremos el día ni la hora del final de los tiempos. Y por eso mismo, es necesario vivir preparados. Debemos entender, que cuando Cristo proclama el Reino, como un tiempo cumplido, se trata igualmente del tiempo concedido a cada uno de nosotros. El tiempo de nuestra vida, en la que debemos obrar siempre el bien. Pero no un bien ideal. El bien que tiene el rostro de cuantos nos rodean: hermanos, amigos, hijos, esposo, empleados y compañeros de trabajo; pobres y enfermos... Darse a sí mismo para procurar el bien de los demás. De ésto se nos pedirán cuentas al final de nuestra vida.

Propósito
Ser fiel al horario destinado a mi oración diaria, para que Cristo dirija mi pensamiento y mis acciones.

Diálogo con Cristo
Gracias por ese rato de oración, Padre bueno. Quiero salir de ella convencido de que soy un pobre instrumento, pero que, aun así, Tú me has llamado a colaborar en la extensión de tu Reino. Muchas veces no logro seguirte en todo, me acomodo a lo que implica el menos esfuerzo, pero hoy tengo el firme propósito, confiando en tu gracia, que puedo mejorar.
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Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.netSanto Evangelio Enero 13, 2014

Llamado de los primeros discípulos
Marcos 1, 14-20.
Tiempo Ordinario.
Jesús también nos llama a la conversión y a ser sus discípulos.

Del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: Decía: -El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertios y creed en la Buena Nueva. Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: -Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.

Oración introductoria

Jesús, creo en tu Evangelio y estoy arrepentido de mis faltas de amor. Me toca a mí y de mí depende el que tus palabras no se pierdan. Me toca a mí el que tu mensaje de salvación llegue a todos los hombres. Te suplico, en esta oración, me des la gracia de comprender que depende de mí que Tú seas más conocido, más amado y más seguido.

Petición

Señor, dame la gracia de seguir tu llamado, cueste lo que cueste.

Meditación del Papa Francisco

Jesús le lanzó su promesa: hacerle pescador de hombres. Después le invitó a dejarlo todo para seguirle: una misión.
Jesús siempre se hace sentir. En el caso de los Apóstoles, el Señor ha pasado en sus vidas con un milagro. No siempre pasa ante nosotros o en nuestro interior con un milagro, pero siempre se hace sentir. Siempre, cuando el Señor llega a nuestra vida, cuando pasa por nuestro corazón, te da una palabra y también esta promesa: "Ve hacia delante... ánimo, no temas, ¡porque tú harás esto!".
Es una invitación a la misión, una invitación a seguirle. Y cuando llega este segundo momento, vemos que hay cosas en nuestra vida que no funcionan, que debemos corregir y las dejamos con generosidad.
O también hay algo en nuestra vida de bueno, pero el Señor nos inspira a dejarlo, para seguirle más de cerca, como sucedió aquí: estos dejaron todo, dice el Evangelio. "Sacaron a tierra las barcas, dejaron todo, barcas, redes, ¡todo! Y lo siguieron" (S.S. Francisco, 5 de septiembre de 2013, Misa matutina en la capilla de Santa Marta).

Reflexión
Jesús inicia su predicación anunciando la llegada del Reino. Interpela al mundo con la necesidad de la conversión. Recluta a sus primeros seguidores... Reino, conversión y llamada, son realidades inseparables que desde entonces vivimos en la Iglesia.

Desde que Cristo nace, se ha cumplido el tiempo. Dios interviene en la historia del hombre fundando su Reino en el corazón de cada discípulo. Y desde entonces hasta hoy, el mensaje, no ha sido otro sino la preparación para le llegada definitiva del Reino de Dios. Para ello, se ha querido valer de tantas almas consagradas a su servicio. Los sacerdotes, los diáconos, obispos y papas, las religiosas y religiosos dedicados a la vida contemplativa o al apostolado, a la educación o a las misiones en tierras lejanas... Todos ellos han sido la prolongación de las obras de Nuestro Señor.

Pero la hora aún no ha llegado, ni parece venir pronto. Es obvio que no conoceremos el día ni la hora del final de los tiempos. Y por eso mismo, es necesario vivir preparados. Debemos entender, que cuando Cristo proclama el Reino, como un tiempo cumplido, se trata igualmente del tiempo concedido a cada uno de nosotros. El tiempo de nuestra vida, en la que debemos obrar siempre el bien. Pero no un bien ideal. El bien que tiene el rostro de cuantos nos rodean: hermanos, amigos, hijos, esposo, empleados y compañeros de trabajo; pobres y enfermos... Darse a sí mismo para procurar el bien de los demás. De ésto se nos pedirán cuentas al final de nuestra vida.

Propósito

Ser fiel al horario destinado a mi oración diaria, para que Cristo dirija mi pensamiento y mis acciones.

Diálogo con Cristo

Gracias por ese rato de oración, Padre bueno. Quiero salir de ella convencido de que soy un pobre instrumento, pero que, aun así, Tú me has llamado a colaborar en la extensión de tu Reino. Muchas veces no logro seguirte en todo, me acomodo a lo que implica el menos esfuerzo, pero hoy tengo el firme propósito, confiando en tu gracia, que puedo mejorar.
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Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net

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Comienza nuestro andar litúrgico

Lunes de la primera semana
“…Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios; convertíos y creed la Buena Noticia… Pasando junto al lago, vio… Venid conmigo y os haré pescadores de hombre…” (Mc 1,14-20)
Se han apagado las luces de la Navidad.
Los Reyes han vuelto a sus tierras.
Jesús ha sido presentado en sociedad en su Bautismo.
Y ahora ya no es tiempo de villancicos.
Ni tampoco es tiempo de andar buscando la cuna del Dios nacido.
Ahora comienza el tiempo “del camino”.
Ahora comienza el tiempo “de la llamada”.
Ahora comienza el tiempo “del seguimiento”.

Y todo comienza por el anuncio del gran acontecimiento:
Podéis ser más que lo que sois.
Podéis ser lo que Dios espera de vosotros.
Podéis cambiar vuestra mente y vuestro modo de pensar.
Podéis cambiar vuestro corazón y enamoraros de algo que vale la pena.
“Convertíos”. Cambiad.
No os quedéis donde estáis.
“Creed en el Evangelio”.
Dejad el pasado de la Ley que os esclaviza.
Abríos al Evangelio que os ofrece la libertad.

Y todo comienza junto al Lago.
Todo comienza junto a unas barcas ya envejecidas de pescar.
Todo comienza junto a unas redes que hay que remendar cada día.
Y ahí están los cuatro primeros: Simón y Andrés, Santiago y Juan.
Una gran empresa les espera: “está cerca el Reino de Dios”.
Dejaos de pescar peces en el lago.
Los hombres os esperan.
Porque los hombres esperan algo nuevo.

Y todo comienza por una palabra muy sencilla, pero cuyas consecuencias son imprevisibles: “Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron”.
Comienza la primera aventura humana de la fe.
Comienza la primera aventura de construir un mundo mejor.
Unos dejan las redes, otros dejan “a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él”.

Me vienen a la mente aquellas estrofas de Ricardo Nieto, tituladas “Sicut navis”:
“Señor, hoy o mañana…el barco está ya listo
Y solo espera tu orden para poder zarpar;
Las gentes del contorno atónitos me han visto
Cogiendo de la playa las redes y las velas tendidas a secar.

¡Señor, cuando tú quieras!… ¿A dónde irá la nave?
¡Lo ignoro, mas tus brazos abiertos siempre están!
Luché, sufrí, mi vida fue igual a la del ave
Errante y solitaria que cruza por las olas que vienen y se van.
Azul el mar tranquilo, azul también el cielo.
La lona empieza a inflarse con un leve rumor.
Señor, cuando tú quieras agitaré el pañuelo
A los que deja el barco sobre la playa negra del mar y del dolor”
.
(Ricardo Nieto)
Hoy comienza nuestro andar litúrgico por los caminos del Evangelio.
Hoy la nave de nuestras vidas recibe la orden de zarpar.
¿A dónde querrá llevarnos el Señor a cada uno?
Lo ignoramos.
Cada uno tendremos nuestra barca y nuestras velas abiertas al viento del Espíritu.
Muchos se quedarán contemplándonos en la playa.
Mientras tanto, nosotros daremos comienzo a nuestra travesía.
No somos los primeros invitados.
Pero somos los invitados de hoy.
Habrá vientos en contra en nuestro navegar.
Pero nosotros zarparemos hoy, agitando nuestros pañuelos de la fe, despidiéndonos de los que no se atreven a dejar sus viejas barcas y sus redes remendadas.

juanjauregui.es