Evangelio y Comentario de hoy Sabado 07 de Septiembre 2013

Día litúrgico: Sábado XXII del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 6,1-5): Sucedió que Jesús cruzaba en sábado por unos sembrados; sus discípulos arrancaban y comían espigas desgranándolas con las manos. Algunos de los fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?». Y Jesús les respondió: «¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios, y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?». Y les dijo: «El Hijo del hombre es señor del sábado».
Comentario
El Hijo del hombre es señor del sábado
Hoy, ante la acusación de los fariseos, Jesús explica el sentido correcto del descanso sabático, invocando un ejemplo del Antiguo Testamento (cf. Dt 23,26): «¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, (...), y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?» (Lc 6,3-4).


La conducta de David anticipó la doctrina que Cristo enseña en este pasaje. Ya en el Antiguo Testamento, Dios había establecido un orden en los preceptos de la Ley, de modo que los de menor rango ceden ante los principales.

A la luz de esto, se explica que un precepto ceremonial (como el que comentamos) cediese ante un precepto de ley natural. Igualmente, el precepto del sábado no está por encima de las necesidades elementales de subsistencia.

En este pasaje, Cristo enseña cuál era el sentido de la institución divina del sábado: Dios lo había instituido en bien del hombre, para que pudiera descansar y dedicarse con paz y alegría al culto divino. La interpretación de los fariseos había convertido este día en ocasión de angustia y preocupación a causa de la multitud de prescripciones y prohibiciones.

El sábado había sido hecho no sólo para que el hombre descansara, sino también para que diera gloria a Dios: éste es el auténtico sentido de la expresión «el sábado fue hecho para el hombre» (Mc 2,27).

Además, al declararse “señor del sábado” (cf. Lc 6,5), manifiesta abiertamente que Él es el mismo Dios que dio el precepto al pueblo de Israel, afirmando así su divinidad y su poder universal. Por esta razón, puede establecer otras leyes, igual que Yahvé en el Antiguo Testamento. Jesús bien puede llamarse “señor del sábado”, porque es Dios.

Pidámosle ayuda a la Virgen para creer y entender que el sábado pertenece a Dios y es un modo —adaptado a la naturaleza humana— de rendir gloria y honor al Todopoderoso. Como ha escrito Juan Pablo II, «el descanso es una cosa “sagrada”» y ocasión para «tomar conciencia de que todo es obra de Dios».

Agradar a Dios sirviendo al hombre      
Otra vez aparece el sábado. El sábado era la expresión clara de la religión judía. Era día de descanso (lo fue para Dios en la creación; lo fue para el pueblo tras la liberación de la esclavitud de Egipto. El sábado era el signo de la Alianza de Dios con su pueblo. Pero el proyecto de Dios quedó perturbado por el pecado del hombre; por las exigencias tan duras, como la prohibición, en este día, de arar la tierra o cortar leña. Jesús reacciona: “El Hijo del hombre es señor del sábado”. Antes había dicho: “El sábado es para el hombre, no el hombre para el sábado. Lo primero, Dios y su imagen que es el hombre; todo lo demás viene detrás y está al servicio del hombre. Pero si hasta el Padre entregó al hombre a su propio Hijo Jesucristo.
Si no es demasiado fuerte la expresión, habría que afirmar que “nada debe ser sacralizado”. Cuántos “sábados” construimos contra el hombre: el dinero, el poder, la ley, las tradiciones, las ideologías. No es Dios quien nos arrebata la libertad sino el idolatrar las cosas. Si Dios es infinito, todo cabe en Él; si Dios es amor, siempre quiere lo mejor para nosotros. Vamos a conjugar el descanso, el ocio, la fiesta, lo gratuito con el culto, la adoración, la escucha de la palabra. Lo realmente inconcebible es querer agradar a Dios fastidiando al hombre. Cuántos conflictos por querer defender a Dios en ritos, formulaciones, formalidades. Solo nos toca discernir: ¿Es esto realmente lo que Dios quiere en este momento? ¿Con esto amamos realmente a los hombres según el querer de Dios? Y siempre con Jesús: antes el hombre que el sábado.