Evangelio y Comentario de hoy Miercoles 25 de Septiembre 2013

Día litúrgico: Miércoles XXV del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Lc 9,1-6): En aquel tiempo, convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos túnicas cada uno. Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí. En cuanto a los que no os reciban, saliendo de aquella ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos». Saliendo, pues, recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
Comentario
Convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades
Hoy vivimos unos tiempos en que nuevas enfermedades mentales alcanzan difusiones insospechadas, como nunca había habido en el curso de la historia. El ritmo de vida actual impone estrés a las personas, carrera para consumir y aparentar más que el vecino, todo ello aliñado con unas fuertes dosis de individualismo, que construyen una persona aislada del resto de los mortales. Esta soledad a la que muchos se ven obligados por conveniencias sociales, por la presión laboral, por convenciones esclavizantes, hace que muchos sucumban a la depresión, las neurosis, las histerias, las esquizofrenias u otros desequilibrios que marcan profundamente el futuro de aquella persona.

«Convocando Jesús a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades» (Lc 9,1). Males, éstos, que podemos identificar en el mismo Evangelio como enfermedades mentales.

El encuentro con Cristo, que es la Persona completa y realizada, aporta un equilibrio y una paz que son capaces de serenar los ánimos y de hacer reencontrar a la persona con ella misma, aportándole claridad y luz en su vida, bueno para instruir y enseñar, educar a los jóvenes y a los mayores, y encaminar a las personas por el camino de la vida, aquélla que nunca se ha de marchitar.

Los Apóstoles «recorrían los pueblos, anunciando la Buena Nueva» (Lc 9,6). Es ésta también nuestra misión: vivir y meditar el Evangelio, la misma palabra de Jesús, a fin de dejarla penetrar en nuestro interior. Así, poco a poco, podremos encontrar el camino a seguir y la libertad a realizar. Como ha escrito Juan Pablo II, «la paz ha de realizarse en la verdad (...); ha de hacerse en la libertad».

Que sea el mismo Jesucristo, que nos ha llamado a la fe y a la felicidad eterna, quien nos llene de su esperanza y amor, Él que nos ha dado una nueva vida y un futuro inagotable.


Oración
Señor Dios nuestro:
Tu misericordia alcanza a todos y cada uno de nosotros.
Que tu Iglesia misionera vaya a todos
sin ningún bagaje inútil o auto-impuesto
que oscurezca el mensaje puro del evangelio,
sino que vaya más bien con gran humildad
ante la buena voluntad y hospitalidad del pueblo.
Que nuestra receptividad de la gente
ayude también, a su vez, a la misma gente
a ser receptiva de la Buena Nueva de salvación
de Jesucristo nuestro Señor.

Hermanos: La Iglesia entera está en misión. Los misioneros deben dejar atrás el equipaje de su cultura y de los grandes medios. En vez de eso, vayan con toda sencillez solo con la Buena Nueva de Jesús. También deben estar dispuestos a ser rechazados, como su Maestro lo fue.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo
permanezca para siempre.