Carné de identidad


“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor”… Hoy se cumple esta Escritura… ” (Lc 4,16-30)
El Evangelio de hoy bien pudiera titularse:
“El Carné de Identidad” o las “Credenciales de Jesús”.
Y por derivación:
el “Carné de identidad del cristiano” o
las “Credenciales del cristiano”.
Recuerdo una película de la TV titulada “El hombre del calcetín rojo”. La única manera de reconocerle era su calcetín rojo.
Era como la señal para identificarlo. No es que fuese muy elegante la identificación, pero así se le podía reconocer.
Jesús se presenta va a Galilea “con la fuerza del Espíritu”.
Regresó a su pueblo donde todos le conocían.
Entra en la Sinagoga y allí lee en público las señales que le identificarían.
Y resulta curioso que ninguna de ellas hace referencia a su relación con Dios.
Todas son señales de su relación con los hombres.
Y con los hombres más necesitados y marginados:
Los pobres.
Los cautivos.
Los ciegos.
Pero su gran identificación es su misión de “anunciarles el Evangelio”.
Jesús no vino a anunciar desgracias.
Jesús vino a anunciar “buenas noticias”.
Una vida digna y de esperanza a los pobres.
La libertad a los que carecen de ella.
La vista a los que no pueden ver.
Bello retrato de lo que estamos llamados a ser los que creemos en El y le seguidos.
Llamados a ser buena noticia para el mundo.
Sentir que nuestras vidas deben estar marcadas, no por el calcetín rojo” sino:
Por nuestra relación con los hombres.
Por nuestra relación con los más necesitados.
Por nuestra relación con los marginados.
La Iglesia no tiene como carné de identidad el condenar a nadie ni marginar a nadie.
Tampoco su carné es su relación con los grandes y poderosos.
La Iglesia está llamada de identificarse ante el mundo:
Por su cercanía con los pequeños.
Por su cercanía con los pobres.
Por su cercanía con los marginados.
Por su cercanía con los que viven solos.
Por su cercanía con los indocumentados.
Por su cercanía con los que viven sin esperanza.
Son ellos los que mejor definen a la Iglesia.
Son ellos el rostro visible del Evangelio.
Son ellos el rostro de Jesús hoy en la historia.
Son ellos los que la identifican.
Son ellos los que le dan crédito ante los hombres.
Pero también la Iglesia tiene que decir como Jesús “hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.
La Iglesia es “hoy” y no ayer ni mañana.
La Iglesia es “el hoy” de los pobres y necesitados.
La Iglesia está llamada a “ir por delante” y no “por detrás”.
La Iglesia está llamada a ser máquina de tren y no vagones de arrastre.
La Iglesia está llamada a “llegar antes que nadie” y no cuando otros están de vuelta.
Todos caminamos por la vida con nuestro Carné de Identidad.
Todos estamos llamados a caminar por la vida con nuestro propio “Carné de Identidad” cristiana.
Porque solo él nos acredita como cristianos, como creyentes, como seguidores de Jesús.