Evangelio y Reflexión de hoy viernes 2 de Agosto 2013
Evangelio según San Mateo 13,54-58.
Y,
al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de
tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían,
esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es este el hijo
del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos
suyos Santiago, José, Simón y Judas?
¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?".
Y
Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un
profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia".
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.
Palabra del Señor.
Reflexión
Queridos amigos y amigas:
"¿De dónde saca eso?" Por dos veces la gente se hace esta pregunta en
relación con Jesús. Me llama la atención esa obsesión por saber el
origen cuando Jesús mismo -lo leímos ayer- había dicho que él -como
escriba que entiende del reino de los cielos- es "como un padre de
familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo". ¿De dónde saca
Jesús esa sabiduría y esos milagros? ¡Pues del arca! Aquí no hay magia
que valga. Sus paisanos hubieran preferido que Jesús tuviera una
chistera con un conejo dentro antes que un arca en la que caben dos
testamentos: el antiguo y el nuevo. ¿Por qué un profeta "sólo es
despreciado en su pueblo y en su casa"?
Muchas veces me he preguntado por la relación de Jesús y sus parientes y
paisanos. Y muchas veces me he sorprendido imaginando reacciones y
sentimientos que no son los que aparecen en el evangelio. Creo que
históricamente la relación debió de ser tensa o desconcertante. El
evangelio de hoy dice que los tenía a todos "desconcertados". Jesús no
responde al patrón de hijo modelo, siempre dispuesto a satisfacer las
expectativas de sus padres. Tampoco aparece como el ciudadano ejemplar
merecedor del título de "hijo predilecto" de Nazaret. Él rompe las
expectativas sencillamente porque obliga a los suyos a reconocer la
presencia de Dios en medio de lo conocido. Todos estamos deseosos de
tener alguna experiencia de Dios ... con tal de que no se produzca a
través de los más cercanos. En el fondo, soñamos con fenómenos
extraordinarios. Necesitamos imaginar que los buenos son siempre los
desconocidos, aquellos cuya vida concreta y limitada ignoramos, y por
eso podemos idealizar.
Jesús nos muestra con su existencia que el encuentro con Dios se puede
producir -y de hecho se produce- en las condiciones de nuestra vida
ordinaria y a través de quien menos podemos imaginar. Todo hermano puede
ser un profeta para el hermano.