Evangelio y Reflexión de hoy miércoles 31 de Julio 2013
Evangelio según San Mateo 13,44-46.
Jesús
dijo a la multitud: "El Reino de los Cielos se parece a un tesoro
escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y
lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró."
Palabra del Señor.
Reflexión
¡Qué no se ha dicho y escrito sobre San Ignacio de Loyola! Su figura ha
sido examinada desde casi todas las perspectivas posibles. Es un santo
de una riqueza extraordinaria y, sin embargo, no es popular como San
Antonio de Padua o San Judas Tadeo. Hay algo en su rigorismo inicial que
echa un poco para atrás. Parece ser que su deseo de imitar a Jesús “al
pie de la letra”, común en todos los santos conversos, pudo haberle
costado hasta el equilibrio psíquico.
Ignacio tardó tiempo en descubrir que “seguir a Jesús” no significa
repetir tal cual su estilo de vida sino dejarse invadir por su Espíritu
para ser conducidos por él en cada tiempo y lugar. Ignacio, antes de ser
un maestro en la vida espiritual, fue un discípulo que aprendió
sufriendo. Quizá por eso sus enseñanzas conservan validez.
La parábola que Jesús narra en el evangelio de hoy explica bien en qué
consiste el verdadero discernimiento evangélico, auténtica pasión de
Ignacio. No se trata de pescar sólo los peces buenos usando una red
finísima. Si así fuera, la pesca resultaría imposible. En la red
barredera entran todos. Hay que dar tiempo al tiempo. La selección se
hace al final. Y la hace un Experto, no un simple aficionado.