evangelio y Reflexion de hoy Sabado 15 de Septiembre 2012

Lectura del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27
 
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
  
   
Reflexión 
La hora fijada por el Padre, se realiza en el Calvario.
Es la hora de la máxima revelación del amor de Dios Padre a todos los hombres, la expresión culminante del amor de Cristo a los suyos, la plena entrega de amor de Jesús al Padre y con la Resurrección, el momento de derrota del poder de Satanás.
En este momento cumbre, está María.
La presencia de Marías, no es casual, ni quiere aportarnos sólo un testimonio maternal.
María está allí como ¨La Mujer¨, esa mujer......de cuyo linaje saldría el vencedor del demonio. Por eso Jesús, agonizante, la llama con ese nombre.
Ella está acompañando a su Hijo en la redención del mundo.
María está ofreciéndose al Padre junto con su Hijo y por intermedio de Él. María está de pie, sin claudicación ni desmayo, junto a la cruz, herida en su corazón de madre, pero erguida y fuerte en su entrega.
Es María la primera y más perfecta seguidora del Señor, porque ella toma sobre sí la carga de la cruz y la lleva con amor íntegro. Ella es la que con su propio dolor completa lo que falta a la pasión de Cristo.
Este momento de prueba y de dolor, que es un tiempo difícil para todo hombre, se transforma para María en tiempo de entrega al Padre.
En este momento, María vuelve a dar su Sí, y en María se hace carne la actitud central de la vida de Jesús ¨Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya¨
Jesús se entrega por nosotros y María no sufre por sí misma, también sufre por nosotros.
El sufrimiento en el mundo es la señal sensible del pecado. El sufrimiento aceptado y ofrecido en Cristo, es la señal sensible de la Redención.
Ningún pecado queda redimido sin el sufrimiento ofrecido por Jesús Salvador.
Por eso nuestros sufrimientos cotidianos, plenamente aceptados y ofrecidos al Padre, son nuestras acciones apostólicas más eficaces.
A ejemplo de María, nuestra Madre, tomemos y aceptemos nuestra cruz de cada día, esas cruces grandes y esas otras, muchas más.......cruces pequeñas por amor a Cristo.
No convertimos nuestra cruz ni en una alhaja, ni en un obstáculo en nuestra ruta. La cruz es el instrumento cotidiano de quien quiere, con Jesucristo y por amor, salvar al hombre y al Mundo.

Hoy en este día de la Virgen de los Dolores, le decimos a ella:
Madre:
Señora de la Pascua.
Señora del Viernes y del Domingo,
Señora de la noche y la mañana,
Señora del silencio y de la cruz,
Señora del amor y de la entrega,
Señora, queremos decirte muchas gracias,
Muchas gracias Señora por tu Fíat,
por tu completa disponibilidad de Esclava,
por tu pobreza y tu silencio,
por el gozo de tus siete espadas,
por el dolor de todas tus partidas,
que fueron dando la paz a tantas almas.
Señora, muchas gracias, por haberte quedado con nosotros.