Jesús tuvo
compasión de las gentes y multiplicó los panes y los peces en el desierto para
que todos quedaran saciados.
Las gentes
entusiasmadas comentan: "Este es el Profeta que tenía que venir", y
le siguen.
Jesús les
echa en cara su actitud y les dice: " Os aseguro, me seguís no por haber
visto signos, sino porque habéis comido hasta saciaros".
Es natural
que deseemos satisfacer nuestras necesidades elementales: comida, bebida,
vestido, cobijo, etc.. Pero si no tenemos más aspiraciones, si no ponemos nuestra
ilusión en buscar la justicia, la paz, la libertad, la solidaridad, es porque
somos poco humanos.
La persona
que sólo siente necesidad de alimentarse materialmente, es poca cosa, y es
fácilmente domesticable.
Ganar más, para vivir mejor será su meta
y el gran engaño de su vida. Es que, muchas veces para ganar más tendrá que
renunciar a sí mismo, tendrá que renunciar a los valores superiores de amor,
paz, solidaridad.