Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,54-58
En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: «¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es María su madre, y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?»Y se negaban a creer en él.Entonces Jesús les dijo: «Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa». Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.
Reflexión del Evangelio de hoy
“No haréis trabajo alguno”
En este texto del Levítico se describen -según la versión «sacerdotal»- las principales fiestas de Israel, en las que se han unido los elementos más antiguos del mundo rural y el recuerdo de las intervenciones de Dios en la historia de la salvación. La fiesta de la Pascua había quedado para conmemorar la salida del pueblo elegido de Egipto, Pentecostés será la fiesta de la alianza del Sinaí, y la fiesta de los Tabernáculos conmemorará la permanencia en el desierto del pueblo de Dios.Los elementos constitutivos de la fiesta son siempre los mismos, y casi siempre enumerados en el mismo orden. Quiero fijar mi atención en el último: “no haréis trabajo alguno”, porque lo considero de suma importancia y porque creo que es el que con más facilidad pasamos por alto.
El descanso en el día del Señor, el día de la fiesta, nos recuerda que el Señor descansó después de la creación. Por ello, el descanso, más allá de ser una necesidad vital (que lo es, porque hay que reparar las fuerzas desgastadas del trabajo), nos sitúa en nuestra realidad de criaturas, necesitadas de Dios. Al descansar, reforzamos nuestra confianza en Dios, y también tendremos tiempo para disfrutar de las relaciones familiares, y que éstas se hagan más sólidas.
Si estamos todos los días trabajando, ni tenemos tiempo para Dios, ni para el prójimo. Sin darnos cuenta nuestra vida se irá vaciando de su sentido más profundo y verdadero.
Que este tiempo de vacaciones nos ayude a evaluar nuestra vida y darnos cuenta si nos tomamos en serio la necesidad de descansar.
“No hizo allí muchos milagros porque les faltaba fe”
El Evangelio de hoy es breve pero no falto de contenido. Llama la atención que Jesús condicione su obrar admirable, hacer milagros, a la falta de fe de sus paisanos, cuando según la lógica humana sería hacer cosas extraordinarias para hacerse creíble ante los demás. Jesús rompe todos nuestros esquemas.Jesús conoce bien el corazón humano, sabe que fácilmente nos dejamos seducir por las apariencias y los títulos humanos. La tentación del prestigio, es, si cabe, más fuerte que la del dinero. Jesús se presenta ante sus paisanos como uno más como el hijo del carpintero, pero ellos no reconocen que su hablar con autoridad le viene de su ser el Hijo de Dios, y por eso no creen.
También nosotros hoy podemos cerrar el corazón y los ojos ante las cosas sencillas, los pequeños acontecimientos de la vida que nos hablan de Dios; cerrar los oídos, no dejarnos ayudar por las personas con las que convivimos; y pretender encontrar a Dios sólo en cosas llamativas. En el fondo más que Dios nos importa nuestro brillo personal.
Que el Señor nos conceda la sencillez de alma para no ir de listos por la vida y vivir abiertos a su presencia. Porque Dios viene a nuestra vida en cada hombre y en cada acontecimiento.
MM. Dominicas