Evangelio y Reflexion de hoy Martes 18 de Julio 2017

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,20-24

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»

Reflexión del Evangelio de hoy

Lo he sacado del agua

Esta primera lectura nos relata, en primer lugar, la infancia de Moisés. Curiosamente nos narra la liberación personal del que iba a ser el liberador de su pueblo. Nos cuenta con todo lujo de detalles cómo ha sido liberado, cómo ha sido “sacado del agua”, liberación en la que entra, ni más ni menos, la hija del Faraón. El verdadero nacimiento de Moisés está en ser sacado de las aguas como está el de su pueblo en ser sacado de la servidumbre de Egipto.
Dejando la infancia, se llega hasta los suyos. Ni la adopción egipcia, ni su buena situación en la corte borran su pertenencia real a su pueblo. Al interesase por la suerte de los de su pueblo, como nos relata la lectura, y matando a un egipcio que había dado muerte a un hebreo, pasa a ser perseguido como ellos, con el inconveniente, que en estos primeros momentos, tampoco los suyos le aceptan.
Con mucha brevedad, la lectura nos relata la salida de Moisés a Madián, en donde está el monte santo, en el que se encontrará con Dios y le indicará cómo será el liberador de su pueblo.

Corozaín, Betsaida, Cafarnaún

Jesús, siendo el Hijo de Dios, por el gran amor con que nos amó, fue capaz de llegarse hasta nuestra tierra para ofrecernos su buena noticia, para ponernos en bandeja el mensaje en el que nos indica cómo hemos de vivir para disfrutar del gozo de vivir y llegar, después de nuestra muerte, a la resurrección de una vida de total felicidad. Para convencernos de que su mensaje era el mejor mensaje posible, mejor que ningún otro,  no escatimó recursos. Siendo Dios fue capaz de hacerse esclavo nuestro, ponerse de rodillas delante de nosotros, lavarnos los pies, ofrecernos su perdón, su desbordante amor, regalarnos su cuerpo, su sangre, realizar milagros…  Todo para convencernos de su camino era y es el mejor camino para logar vivir nuestra vida con alegría, con emoción, con sentido, con esperanza…
Así es Jesús. Pasemos ahora a hablar de nosotros, las personas humanas. ¿Cómo respondemos al ofrecimiento de Jesús? Unos, con su ayuda, le aceptamos gustosos y queremos seguir sus pasos hasta el final. Otros le rechazan y no quieren saber nada con él.
Hoy Jesús se queja de las ciudades de Corozaín, de Betsaida, de Cafarnaún, donde puso un mayor interés en explicar su mensaje, haciendo milagros que no había hecho en otros lugares…y no le hicieron caso, le dieron la espalda. “¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida… y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo?”. 
Fray Manuel Santos Sánchez