Evangelio y Comentario de hoy Jueves 15 de Enero 2015

 

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,40-45):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.»
Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

Palabra del Señor

QUE NO TE LO CUENTEN: ¡EXPERIMÉNTALO TÚ!
Jesús siente lástima ante el leproso que le suplica arrodillado. Y una vez más (como ayer en casa de Pedro) es su mano la que toca, cura, levanta, sana, envía…. Pero Jesús no quiere que la gente sepa de su poder, que se convierta en “trending topic”. Lo que quiere es ¡que lo experimenten por sí mismos! Me gusta contemplar a Jesús de un lado para otro, a veces con calma, otras agotado sin tiempo ni para comer, pero siempre con la gente, siempre ofreciendo Su Mano. Y de repente, cuando nadie se lo espera, rodeado como está de admiración y seguidores, Él insiste enérgicamente en que no le alaben ni le sigan por la utilidad de sus milagros.
Imagino algunos corrillos en el Templo o en la plaza:

Vaya con Jesús, tan humilde que es y siempre por ahí llamando la atención…Desde luego; es un trepa. Está claro que lo que le gusta es mandar y tener a la gente alrededorSí, le encanta… Y encima con esas preguntas que hace dejándonos mal al resto, ¡quién se habrá creído que es!
 
Pero Jesús no quiere que la gente cuente “lo que ha hecho por ellos”. Quiere que lo experimenten, que lo hagan suyo, que lo vivan, que les cambie la vida… E imagino que en su interior, además, anhelaba que esos “curados” fueran por los caminos curando a otros y negándose a la fama y a la alabanza personal, porque lo que buscan es otra cosa.
Y no es fácil… Todos tenemos un poco de corazón endurecido, todos padecemos ciertas “cardiopatías vitales” que nos limitan y que, como dice la primera lectura, puede llevarnos “a desertar del Dios vivo”. Ese es el peor efecto de cualquier endurecimiento de corazón. ¿La dieta recomendada? Sencillo… “Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy», para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecado”… ¿Empezamos?
Vuestra hermana en la fe, Rosa Ruiz Aragoneses 

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Jueves de la primera semana del Tiempo Ordinario

La gente, algo veía en Jesús, que les inspiraba confianza.
Había un algo en él que a la gente le atraía.
Incluso aquellos, a quienes la ley excluía y marginaba, no tenían reparo en “acercase a él”.
Hay personas que crean rechazo.
Hay personas que crean distancias.
Hay personas que inspiran miedo, respeto y lejanía.
Hay personas de las que todos nos alejamos.
Me encanta la figura que de Jesús presentan los Evangelios.
Porque es una persona:
A la que se siente próxima.
A la que se siente cercana.
A la que uno puede acercarse sin miedos.
A la que se acercan los malos y se sienten bien a su lado.
A la que se acercan incluso los niños porque se sienten acogidos.
Un leproso, por ley tenía que vivir lejos e incluso gritar “leproso, leproso” para que la gente se alejase. En cambio, se entera de que es Jesús y rompe con la ley, rompe con las normas, rompe con las distancias “y se acerca a Jesús”.
Siempre me ha preocupado pastoralmente:
Que la gente nos vea como a distancia.
Distancia que, por otra parte, nosotros mismos hemos creado, sintiéndonos distintos, como si fuésemos de otra galaxia.
Personalmente siempre me ha disgustado que nos señalen con esos títulos de “Reverendo”, “Ilustrísimo”, “Eminencia”. Incluso, hasta el usted me cae mal.
Porque, por mucho que queramos justificarlo, responden más a títulos humanos que a Evangelio.
Además, si el texto del Evangelio es exacto, hasta el mismo leproso trata de tú a Jesús: “Si quieres, puedes limpiarme”.
Jesús es alguien cercano.
Alguien que no vive del despacho.
Sino alguien a quien le encanta vivir y compartir con la gente.
Por eso, también es de los que “puede tocar”, puede “imponer la mano”, incluso consciente de que estaba prohibido. 

Siento pena cuando escucho que los hijos tienen miedo a su padre.
Y se cuadran cuando llega a casa como si llegase un Comandante.
En cambio, disfruto cuando los niños salen a la puerta y se le cuelgan del cuello y lo besan.
Pero siento mayor fastidio cuando, a nosotros los sacerdotes, nos tienen miedo y como dicen en mi tierra, “hay que quitarse la gorra cuando pasa el cura”.
Prefiero me saluden con un beso, aunque sea de vieja.
Prefiero me den un abrazo o me extiendan la mano.
Porque, como Jesús prefiero la pastoral de “tocar con la mano”, aunque sepa que a muchos esto pueda escandalizarles.
¿Acaso no escandalizó Jesús “tocando a los leprosos”, que eran intocables?