Santo Evangelio Marzo 4, 2014
Recompensa a los que dejan todo por Jesús
Marcos 10, 28-31.
Tiempo Ordinario.
No tengamos miedo. Optar por Cristo siempre será la mejor empresa de nuestra vida.
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31
En aquel tiempo Pedro se puso a decirle a Jesús: Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» Jesús dijo: Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros.
Oración introductoria
Señor, gracias por darme la oportunidad de estar contigo en esta oración. Aunque me prometes retribuir el ciento por uno, hoy me conformo con poder experimentar tu cercanía para que mi corazón pueda amarte como al único totalmente amable; mi inteligencia pueda creer en Ti como en él único que no engaña y mi libertad pueda elegirte a Ti como lo único que colma mis ansias y anhelos.
Petición
Señor, dame el don de saber orar y encontrarme contigo en esta oración.
Meditación del Papa Francisco
Pedro le pregunta: "Está bien, ¿y nosotros? Nosotros hemos dejado todo por Ti. ¿Cuál será el salario? ¿Cómo será el premio?". La respuesta de Jesús, tal vez, es un poco irónica: pero sí, también tú y todos vosotros que habéis dejado casa, hermanos, hermanas, madre, hijo, campos, tendréis el ciento por uno de esto. Sin embargo les advierte que deberán afrontar la persecución, descrita como el salario o la paga del discípulo. El cristiano sigue a Jesús por amor, y cuando se sigue a Jesús con amor, la envidia del diablo hace muchas cosas. El espíritu del mundo no tolera esto, no tolera el testimonio. Pensad en la Madre Teresa, considerada como una figura positiva que hizo tantas cosas hermosas por los demás... El espíritu del mundo nunca dice que la beata Teresa todos los días, muchas horas, estaba en adoración; nunca. Reduce la actividad cristiana al hacer un bien social. Como si la existencia cristiana fuese una pintura, un barniz de cristianismo. Pero el anuncio de Jesús no es un barniz, penetra en los huesos, va directo al corazón; va al interior y nos cambia. Y esto, el espíritu del mundo no lo tolera; y por ello vienen las persecuciones. (S.S. Francisco, 28 de mayo de 2013, homilía en misa matutina en la capilla de Santa Marta). .
Reflexión
Hoy es Pedro quien se gloría de haberlo dejado todo. Cuando antes todos se espantaban de las palabras del Señor: quién podrá salvarse. Tan duras les resultaban las palabras de Maestro cuando decía que ningún rico se salvaría. Ellos no eran ricos. Pero bien que entendieron las palabras de Cristo. Con mucho o con poco se es rico, esto es, todo hombre se apega a las cosas. Pedro, hablando más con el espíritu que con la carne, dice bien: "lo han dejado todo y le siguieron".
Jesús le responde, esperando que sus oidores entiendan también como antes el fondo de sus palabras: "recibirán el ciento por uno". Cierto que les habla de cosas, de bienes que aumentarán. Cierto que para ello han de hacer una opción radical por Él, una opción que no es despreciar las cosas sino desapegarse de ellas para apegarse a Dios y amar en Dios esas cosas que han dejado, con un amor rectificado por la experiencia de Cristo. Es más, el que haya logrado experimentar la plenitud liberalizadora de la opción radical por Cristo, no sentirá gusto sino sólo en Dios. Y las creaturas, tan bellas como su Hacedor, serán los medios para mejor amarle y servirle.
Pero entre las cosas que se nos prometen está una poco agradable, poco comprensible: las persecuciones. Se nos prometen persecuciones como premio por el seguimiento de Cristo. ¿Quién, en efecto, está libre de las cruces de esta vida? ¿Quién en esta tierra ha vivido sin sufrir algo? Nadie. Todos somos pasto de las fieras del egoísmo de nuestros hermanos. Y sin embargo Cristo nos promete estos sufrimientos por Él. ¡Qué extraño regalo! Muy extraño. Pero extraño es para el que no ama. Es una locura sufrir por Cristo si no se le tiene. Quien lo tiene lo da todo porque lo ama. Quien sufre por alguien amado crece, se enaltece, siente que recibe más de lo que ha podido dar. Pero también sabe que esos padeceres no son eternos. Eterna será la Gloria junto a Cristo en el cielo. Y por eso lo sufre todo, se deja querer por Jesús plenamente. No tengamos miedo. Optar por Cristo siempre será la mejor empresa de nuestra vida. Hay que vivirlo para comprenderlo.
Propósito
Desprenderme de alguna posesión material para ayudar a un necesitado.
Diálogo con Cristo
Señor auméntame la fe, auméntame mi amor a Ti, porque cuando hay fe sincera y amor verdadero, nada ni nadie será más importante en mi vida que el cumplir tu voluntad. Permite que sea tu discípulo y misionero para hacer partícipes a los demás de tu amor, de esa felicidad que sólo Tú puedes dar.
=
Autor: Andrés Pérez Apablaza | Fuente: Catholic.net
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Martes de la octava semana del tiempo ordinario
“Pedro se puso a decir a Jesús: “Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús les dijo: “Os aseguro que quien deje casa o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más…” (Mc 10,28-31)
Es posible que los discípulos se quedasen sorprendidos ante el gesto del joven que le dio la espalda a Jesús y regresó apesadumbrado a disfrutar de sus riquezas.
Ahí Pedro sintió un cierto tufillo de vanidad o satisfacción: “nosotros lo hemos dejado todo”.
Pero añadió algo: “y te hemos seguido”.
Porque se pueden dejar las cosas y quedarse en el vacío.
Porque se puede renunciar a muchas cosas y quedarse con lo puesto.
Porque se puede renunciar a muchas cosas pero sin una meta por delante.
Es importante el dejar “lo que se tiene”.
Pero lo verdaderamente importante es “dejarlo por seguirle a Él”.
Lo importante es la motivación del dejar.
Lo importante es por qué renunciamos a las cosas.
Lo importante en la vida son siempre las “metas, los horizontes”.
Y la meta para un cristiano es “seguir a Jesús”.
La meta para un cristiano es “convertir a Jesús en nuestro verdadero tesoro”.
La meta para un cristiano es “hacer de Jesús el sentido de nuestras vidas”.
De ordinario se nos pide:
Que dejemos muchas cosas.
Que renunciemos a muchas cosas.
Es la espiritualidad de la prohibición.
Es la espiritualidad del “no”.
Nunca me ha gustado la espiritualidad del “no”.
Nunca me ha gustado la moralidad de la “prohibición”, de lo “prohibido”.
Por eso me ha gustado la frase de aquel que dijo: “Para el cristiano lo que nos gusta o es pecado o engorda”.
Siempre he preferido la espiritualidad del “sí a algo que vale la pena”.
Siempre he preferido la espiritualidad, no “de la renuncia” sino de “la opción”.
Es que esa espiritualidad “del no”, no nos lleva a ninguna parte.
Lo importante es el ideal por el cual somos capaces de sacrificar con gozo y alegría muchas cosas en la vida.
Lo importante es, qué significa para nosotros Jesús.
Lo importante es, qué significa para nosotros el “seguirle”.
Lo importante es, qué significa Dios en nuestras vidas.
Porque nadie deja algo si no es por algo mejor.
Porque nadie deja algo si no es por algo que valga la pena.
Por eso prefiero la pedagogía:
Que nos abre a nuevos horizontes.
Que nos muestra nuevas cumbres.
Que nos señala nuevas posibilidades.
Que despierta en nosotros nuevas ilusiones.
Que despierta en nosotros nuevos horizontes.
Y esa fue la pedagogía de Jesús:
Habló del dejar, es cierto.
Pero habló más del “seguirle”.
Siempre puso por delante el “seguirle”.
“El que quiera seguirme tome su cruz y que me siga”.
Por eso, el cristiano no es el que carga “su cruz de cada día”.
Sino que el que carga con su cruz porque “le sigue a él”.
Por eso la respuesta a Pedro es clara: “el que deja…. por mí y por Evangelio”.
Confieso que yo he sido un privilegiado, porque cuando me llamó:
Yo no dejé nada porque no tenía nada.
Bueno, dejé mi casa que no valía mucho.
Dejé a mi familia, que sí era un valor para mí.
Pero no estoy arrepentido.
Ahora que lo veo desde la altura de mis años, pienso que a mí me tocó la lotería de seguirle para encontrarlo todo.
Recompensa a los que dejan todo por Jesús
Marcos 10, 28-31.
Tiempo Ordinario.
No tengamos miedo. Optar por Cristo siempre será la mejor empresa de nuestra vida.
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31
En aquel tiempo Pedro se puso a decirle a Jesús: Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» Jesús dijo: Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros.
Oración introductoria
Señor, gracias por darme la oportunidad de estar contigo en esta oración. Aunque me prometes retribuir el ciento por uno, hoy me conformo con poder experimentar tu cercanía para que mi corazón pueda amarte como al único totalmente amable; mi inteligencia pueda creer en Ti como en él único que no engaña y mi libertad pueda elegirte a Ti como lo único que colma mis ansias y anhelos.
Petición
Señor, dame el don de saber orar y encontrarme contigo en esta oración.
Meditación del Papa Francisco
Pedro le pregunta: "Está bien, ¿y nosotros? Nosotros hemos dejado todo por Ti. ¿Cuál será el salario? ¿Cómo será el premio?". La respuesta de Jesús, tal vez, es un poco irónica: pero sí, también tú y todos vosotros que habéis dejado casa, hermanos, hermanas, madre, hijo, campos, tendréis el ciento por uno de esto. Sin embargo les advierte que deberán afrontar la persecución, descrita como el salario o la paga del discípulo. El cristiano sigue a Jesús por amor, y cuando se sigue a Jesús con amor, la envidia del diablo hace muchas cosas. El espíritu del mundo no tolera esto, no tolera el testimonio. Pensad en la Madre Teresa, considerada como una figura positiva que hizo tantas cosas hermosas por los demás... El espíritu del mundo nunca dice que la beata Teresa todos los días, muchas horas, estaba en adoración; nunca. Reduce la actividad cristiana al hacer un bien social. Como si la existencia cristiana fuese una pintura, un barniz de cristianismo. Pero el anuncio de Jesús no es un barniz, penetra en los huesos, va directo al corazón; va al interior y nos cambia. Y esto, el espíritu del mundo no lo tolera; y por ello vienen las persecuciones. (S.S. Francisco, 28 de mayo de 2013, homilía en misa matutina en la capilla de Santa Marta). .
Reflexión
Hoy es Pedro quien se gloría de haberlo dejado todo. Cuando antes todos se espantaban de las palabras del Señor: quién podrá salvarse. Tan duras les resultaban las palabras de Maestro cuando decía que ningún rico se salvaría. Ellos no eran ricos. Pero bien que entendieron las palabras de Cristo. Con mucho o con poco se es rico, esto es, todo hombre se apega a las cosas. Pedro, hablando más con el espíritu que con la carne, dice bien: "lo han dejado todo y le siguieron".
Jesús le responde, esperando que sus oidores entiendan también como antes el fondo de sus palabras: "recibirán el ciento por uno". Cierto que les habla de cosas, de bienes que aumentarán. Cierto que para ello han de hacer una opción radical por Él, una opción que no es despreciar las cosas sino desapegarse de ellas para apegarse a Dios y amar en Dios esas cosas que han dejado, con un amor rectificado por la experiencia de Cristo. Es más, el que haya logrado experimentar la plenitud liberalizadora de la opción radical por Cristo, no sentirá gusto sino sólo en Dios. Y las creaturas, tan bellas como su Hacedor, serán los medios para mejor amarle y servirle.
Pero entre las cosas que se nos prometen está una poco agradable, poco comprensible: las persecuciones. Se nos prometen persecuciones como premio por el seguimiento de Cristo. ¿Quién, en efecto, está libre de las cruces de esta vida? ¿Quién en esta tierra ha vivido sin sufrir algo? Nadie. Todos somos pasto de las fieras del egoísmo de nuestros hermanos. Y sin embargo Cristo nos promete estos sufrimientos por Él. ¡Qué extraño regalo! Muy extraño. Pero extraño es para el que no ama. Es una locura sufrir por Cristo si no se le tiene. Quien lo tiene lo da todo porque lo ama. Quien sufre por alguien amado crece, se enaltece, siente que recibe más de lo que ha podido dar. Pero también sabe que esos padeceres no son eternos. Eterna será la Gloria junto a Cristo en el cielo. Y por eso lo sufre todo, se deja querer por Jesús plenamente. No tengamos miedo. Optar por Cristo siempre será la mejor empresa de nuestra vida. Hay que vivirlo para comprenderlo.
Propósito
Desprenderme de alguna posesión material para ayudar a un necesitado.
Diálogo con Cristo
Señor auméntame la fe, auméntame mi amor a Ti, porque cuando hay fe sincera y amor verdadero, nada ni nadie será más importante en mi vida que el cumplir tu voluntad. Permite que sea tu discípulo y misionero para hacer partícipes a los demás de tu amor, de esa felicidad que sólo Tú puedes dar.
=
Autor: Andrés Pérez Apablaza | Fuente: Catholic.net
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Seguir a Jesús
Martes de la octava semana del tiempo ordinario
“Pedro se puso a decir a Jesús: “Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús les dijo: “Os aseguro que quien deje casa o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más…” (Mc 10,28-31)
Es posible que los discípulos se quedasen sorprendidos ante el gesto del joven que le dio la espalda a Jesús y regresó apesadumbrado a disfrutar de sus riquezas.
Ahí Pedro sintió un cierto tufillo de vanidad o satisfacción: “nosotros lo hemos dejado todo”.
Pero añadió algo: “y te hemos seguido”.
Porque se pueden dejar las cosas y quedarse en el vacío.
Porque se puede renunciar a muchas cosas y quedarse con lo puesto.
Porque se puede renunciar a muchas cosas pero sin una meta por delante.
Es importante el dejar “lo que se tiene”.
Pero lo verdaderamente importante es “dejarlo por seguirle a Él”.
Lo importante es la motivación del dejar.
Lo importante es por qué renunciamos a las cosas.
Lo importante en la vida son siempre las “metas, los horizontes”.
Y la meta para un cristiano es “seguir a Jesús”.
La meta para un cristiano es “convertir a Jesús en nuestro verdadero tesoro”.
La meta para un cristiano es “hacer de Jesús el sentido de nuestras vidas”.
De ordinario se nos pide:
Que dejemos muchas cosas.
Que renunciemos a muchas cosas.
Es la espiritualidad de la prohibición.
Es la espiritualidad del “no”.
Nunca me ha gustado la espiritualidad del “no”.
Nunca me ha gustado la moralidad de la “prohibición”, de lo “prohibido”.
Por eso me ha gustado la frase de aquel que dijo: “Para el cristiano lo que nos gusta o es pecado o engorda”.
Siempre he preferido la espiritualidad del “sí a algo que vale la pena”.
Siempre he preferido la espiritualidad, no “de la renuncia” sino de “la opción”.
Es que esa espiritualidad “del no”, no nos lleva a ninguna parte.
Lo importante es el ideal por el cual somos capaces de sacrificar con gozo y alegría muchas cosas en la vida.
Lo importante es, qué significa para nosotros Jesús.
Lo importante es, qué significa para nosotros el “seguirle”.
Lo importante es, qué significa Dios en nuestras vidas.
Porque nadie deja algo si no es por algo mejor.
Porque nadie deja algo si no es por algo que valga la pena.
Por eso prefiero la pedagogía:
Que nos abre a nuevos horizontes.
Que nos muestra nuevas cumbres.
Que nos señala nuevas posibilidades.
Que despierta en nosotros nuevas ilusiones.
Que despierta en nosotros nuevos horizontes.
Y esa fue la pedagogía de Jesús:
Habló del dejar, es cierto.
Pero habló más del “seguirle”.
Siempre puso por delante el “seguirle”.
“El que quiera seguirme tome su cruz y que me siga”.
Por eso, el cristiano no es el que carga “su cruz de cada día”.
Sino que el que carga con su cruz porque “le sigue a él”.
Por eso la respuesta a Pedro es clara: “el que deja…. por mí y por Evangelio”.
Confieso que yo he sido un privilegiado, porque cuando me llamó:
Yo no dejé nada porque no tenía nada.
Bueno, dejé mi casa que no valía mucho.
Dejé a mi familia, que sí era un valor para mí.
Pero no estoy arrepentido.
Ahora que lo veo desde la altura de mis años, pienso que a mí me tocó la lotería de seguirle para encontrarlo todo.