Día litúrgico: Lunes XXVII del tiempo ordinario

Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».
Comentario
¿Qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?

Alguien decía que el cristiano entra en la iglesia para amar a Dios y sale para amar al prójimo. El Papa Benedicto subraya que el programa del cristiano —el programa del buen samaritano, el programa de Jesús— es «un corazón que ve». ¡Ver y parar! En la parábola, dos personas ven al necesitado, pero no paran. Por esto Cristo reprochaba a los fariseos diciendo: «Tenéis ojos y no veis» (Mc 8,18). Al contrario, el samaritano ve y para, tiene compasión y así salva la vida al necesitado y a sí mismo.
Cuando el famoso arquitecto catalán Antonio Gaudí fue atropellado por un tranvía, algunas personas que estaban de paso no pararon para ayudar a aquel anciano herido. No llevaba documento alguno y por su aspecto parecía un mendigo. Seguramente que si la gente hubiese sabido quién era aquel prójimo, hubiese hecho cola para auxiliarlo.
Cuando practicamos el bien, pensamos que lo hacemos por el prójimo, pero realmente también lo hacemos por Cristo: «Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mi lo hicisteis» (Mt 25,40). Y mi prójimo, dice Benedicto XVI, es cualquiera que tenga necesidad de mí y que yo pueda ayudar. Si cada uno, al ver al prójimo en necesidad, se detuviera y se compadeciera de él una vez al día o a la semana, la crisis disminuiría y el mundo devendría mejor. «Nada nos asemeja tanto a Dios como las obras buenas» (San Gregorio de Nisa).
Oración
Oh Dios y Padre nuestro:
Por medio de signos y de historias
Jesús nos dejó claro
que el amor hacia ti y hacia nuestro prójimo
es el corazón de la vida cristiana.
Déjanoslo claro y obvio de verdad a nosotros también:
que entendamos de una vez para siempre
que cualquier persona en necesidad es nuestro prójimo
y que, sirviendo a los que nos rodean,
te amamos y te servimos a ti,
Dios nuestro que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Oh Dios y Padre nuestro:
Por medio de signos y de historias
Jesús nos dejó claro
que el amor hacia ti y hacia nuestro prójimo
es el corazón de la vida cristiana.
Déjanoslo claro y obvio de verdad a nosotros también:
que entendamos de una vez para siempre
que cualquier persona en necesidad es nuestro prójimo
y que, sirviendo a los que nos rodean,
te amamos y te servimos a ti,
Dios nuestro que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Hermanos: Hemos oído cómo Jesús quiere hacernos a todos buenos
samaritanos, gente que tiene tiempo y atención, compasión y amor, para
todos los que viven en necesidad. Nuestro prójimo es cualquier persona
que nos necesite.
Que el Dios amoroso y todopoderoso les bendiga a todos ustedes.
Que el Dios amoroso y todopoderoso les bendiga a todos ustedes.