No se puede cabalgar entre dos caballos


Me lo repetía constantemente un amigo cuando hablábamos de la separación entre fe y vida o la dualidad del creyente. El infaliblemente repetía: “no se puede cabalgar sobre dos caballos, porque que tiran y quedarás entre sus patas”. Y tenía razón.
Y el Evangelio mismo le da la razón: “No podéis servir a dos amos a la vez”. “No podéis servir a Dios y al dinero”.
No dice Jesús que el dinero sea malo.
Ni dice que no tengamos dinero.
Lo que nos dice es que “no seamos esclavos”, “siervos” del dinero, que ya es otra música.
El dinero será bueno en cuanto me ayude a ser libre.
Porque también el dinero puede ser fuente de libertad.
Un poco de dinero puede hacer un poco más libres a los pobres.
Un poco de dinero puesto al servicio de los necesitados, hace libre al que lo da y también al que lo recibe, porque le permite una vida más digna.
Un poco de dinero puede ser una fuente de trabajo para el que no tiene trabajo.
Un poco de dinero puede salvar muchas vidas que hoy se mueren de hambre, de falta de medicinas, de falta de una vida humanamente digna.
El problema está cuando el dinero no sirve sino que servimos al dinero.
El dinero puede liberar o esclavizar.
Me esclaviza cuando se convierte en el Dios de mi corazón.
Me esclaviza cuando me hace insensible a las necesidades de los otros.
Me esclaviza cuando vivo para tener y no para ser más.
Me esclaviza cuando se convierte en una especie de dios en el bolsillo, encerrado en la billetera.
En la vida siempre tendremos dos opciones:
Ser libres.
Ser esclavos.
Dominar a los demás.
Servir a los demás.
Cuando sirvo a Dios, Dios me hace libre.
Dios siempre respetará mi libertad.
Dios siempre respetará mi dignidad.
Dios nunca esclaviza a nadie.
La historia de la salvación comenzó por la experiencia de un Dios “que escuchaba los lamentos y el sufrimiento de quienes vivían en la esclavitud”.
Desde entonces toda la historia de Dios es una historia de la libertad humana.
Ahí está la contradicción entre “Dios y el dinero”.
Y ahí está también la coincidencia entre “Dios y el dinero”.
O sirvo a quien me hace libre.
O sirvo a quien me hace esclavo.
Pero nunca podré servir a los dos a la vez.
Porque yo no puedo ser libre y esclavo al mismo tiempo.
Porque no puedo vivir en la luz y en la oscuridad al mismo tiempo.
Porque no puedo vivir en la mentira y en la verdad al mismo tiempo.
Porque no puedo vivir los valores del Reino y los valores del mundo a la vez.
Porque no puedo esclavizar y liberar a mis hermanos a la vez.
Quien quiera ser libre tendrá que hacer una opción por Dios.
Porque solo entonces me sentiré libre también frente al dinero.
Porque no se trata de no tener. Se trata de ser libre y no esclavo.
El problema no el dinero en sí mismo.
El problema está en el corazón de cada uno.
A quién amo.
A quién sirvo.
Quién es el dueño de mi corazón.
Quién habita mi corazón.
Cuando mi corazón sirve a Dios, mi billetera no es un peligro.
Cuando es El quien llena y habita mi corazón, entonces el dinero sólo habita en la cuenta bancaria o en la tarjeta de crédito.
El lugar de Dios es mi corazón.
El lugar del dinero es la billetera.
Oración
Señor: Cuando uno mira su corazón por dentro
termina dándose cuenta
de que lo habitan demasiados dioses.
Y lo habitan demasiados dioses
porque está deshabitado del verdadero Dios.
Yo sé que todos necesitamos del dinero.
Es nuestra condición humana.
Tú mismo no quieres vernos en nuestra pobreza y miseria.
Lo único que te pido hoy, no es que tenga que vivir en la necesidad.
Sino que me sienta libre de espíritu con lo que tengo.
Yo quisiera ser tan rico que “desee siempre menos de lo que tengo”. Amén

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