
• Está bien que cada uno reciba lo que le corresponde. Pero cuando los celos y las envidias ponen su veneno en el tejido familiar, todo cambia. Y lo que era un remanso de paz y fraternal convivencia, se convierte en un triste escenario de violencia, odio y muerte.
Alguien que quiso involucrar a Jesús
• Parece que “alguien del público” andaba el pobre con problemas… “Dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”… La respuesta de Jesús fue tajante: -¿Quién me ha nombrado juez entre ustedes?
• A veces recurrimos a Dios para que resuelva los problemas que nos hemos fabricado nosotros, como si él fuera el “arréglalo-todo”, la varita mágica, sin haber puesto nosotros todos los medios para encontrar una solución.
3. Como anillo al dedo
• Jesús aprovecha para lanzar su mensaje: “Por más rico que uno sea, la vida no depende de los bienes”. De ahí arrancan muchos conflictos y actitudes desesperadas. Acumular, ganar, enriquecerse, almacenar, asegurarse y… llega un día en que se te detecta un cáncer y todo al tacho.
• Está bien una sana ambición por progresar y adquirir nuevas metas, pero cuando la ambición llega a cegar el espíritu, todo se vuelve tiniebla y caos. Ya la persona camina a tumbos. No hay un norte. Se ha perdido el horizonte.
•Me estoy acordando de aquella canción que dice: “Caminando voy sin saber muy bien / qué camino andar, hacia dónde ir…” Así podrían decir también quienes, esclavos de la insaciable avaricia, han cerrado sus ojos a las dimensiones del espíritu y la solidaridad.
Oye, Jesús, te felicito porque cuando hablas no te andas con rodeos. Dices las cosas con tanta sencillez y claridad que no hay nadie que pueda decir: “No se le entiende ni jota”.
Pues bien, hoy nos hablas de algo muy puntual, muy concreto. Tocas un punto vital para la sociedad de hoy. Eso de la avaricia y el frenesí por la riqueza está haciendo mucho daño.
Ganar y disfrutar, acumular e invertir… Toda una filosofía del tener y ambicionar, que echa por tierra los principios de la solidaridad y el derecho a la supervivencia de millones de seres humanos…
Hay una frase en el evangelio de hoy que merece ser subrayada: “Necio, esta misma noche te vas a morir. Lo que has acumulado ¿para quién será?” Tú no estás en contra de la riqueza justamente adquirida, bien trabajada y que se invierte en proyectos de progreso personal y social. Lo que sí te hace jalar de los pelos es la fiebre por acumular y apropiarse de los bienes para uso exclusivo y egoísta. ¿Sabes aquello de “ande yo caliente y muérase la gente?” Pues eso. Parece ser ésa la cantinela de nuestros días.
Por eso yo me alegro mucho cuando veo personas que, siendo ricas y con bastante capacidad económica, tienen el sentido común suficiente para pensar que sus bienes, de alguna manera, también “pertenecen” a los que nada tienen. Son conscientes de que los bienes de este mundo son básicamente para todos. Y aun cuando la propiedad privada permite tener como propios los bienes adquiridos, no por eso pierden su alto significado de “bienes para la humanidad”, sobre todo cuando ésta se sumerge en la miseria y la marginación más atroz.
No puedo menos de pedir tu bendición para aquellas y aquellos que abren sus manos y su corazón a las necesidades apremiantes de tantos pueblos y países que se debaten en la pobreza e ignorancia, víctimas de un estado de cosas escandalosamente injusto, a espaldas de la más elemental justicia y respeto a la dignidad de la persona.
Sigue bendiciendo el trabajo y la ilusión de aquellos que, teniendo y aspirando a mucho, saben mantener, al mismo tiempo, las antenas del espíritu en perfecta sintonía con la realidad, una realidad que clama al cielo desde los rincones más apartados del planeta.
Señor Jesús, gracias por recordarnos que la mayor riqueza no consiste “en amontonar riquezas para sí mismo” sino “en ser rico a los ojos de Dios”. Esa es la gran verdad. La que salva. AMEN.