Evangelio y Reflexion de hoy Sabado 18 de Agosto 2012


Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 13-15

El Señor aprovecha todas las oportunidades para enseñarnos a alejarnos de la soberbia de los fariseos,... de la aparatosidad de su vida,... de su autosuficiencia vanidosa.
Son muchas las veces que Jesús en el Evangelio emplea la imagen de los niños para contraponerla a la de los fariseos.

Trajeron entonces a unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: «Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos.»
Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.
Palabra del Señor.
  
  
Reflexión 
  
  
El Señor enseña que el Reino de los Cielos pertenece a quienes son como niños. Nos dice a los mayores que debemos hacernos semejantes a los niños para entrar en el Reino.
Y nos preguntamos: ¿semejantes, pero en qué?
Para nosotros, la imagen del niño es la imagen de la inocencia, de la sencillez. Y esa es precisamente la imagen que el Señor nos propone.
Para la mentalidad judía del tiempo de Jesús, aunque se consideraba a los niños como una bendición, se los trataba oficialmente como seres insignificantes, que no estaban autorizados a entrar en la sinagoga hasta los doce años. Esa mentalidad era corriente. Hasta los mismos apóstoles se acostumbraban a reprender a los niños.
Es por esto que cuando Jesús dice que hay que hacerse como niños nos está diciendo que hay que hacerse pequeño, insignificante, y admitir de buena gana, como si fuera lo más natural, el ser tenido por nada: sin autoridad, sin derechos y sin voz.
¡Es realmente difícil para nuestro orgullo, el hacernos verdaderamente como niños, en el sentido evangélico!
Vivimos en un mundo en el que la soberbia es frecuente. Donde los poderosos parecen ser un modelo a que todos desean imitar. Y el Señor nos dice que esos, de los que no son como nosotros, de los que tienen la humildad de los niños, es el Reino de los cielos.
Si el Reino de los cielos es de los niños, no es porque ellos no sean personas mayores que merezcan el Reino por sus cualidades, su talento, su virtud, su esfuerzo..., sino porque Dios se complace en los humildes, en los que no son tenidos en cuenta por los demás, en los marginados, en los despreciados, en los pobres, que no tienen medios para defenderse.
El niño es conciente de su impotencia y de su total y absoluta dependencia del padre; todo lo espera de él.
El pasaje del Evangelio nos enseña la condición fundamental para la posesión del Reino: crear en sí una disposición y adoptar una sincera actitud ante Dios semejante a la del niño.
Debemos vivir en esa misma confianza que los hijos tienen para con sus padres, con respecto a nuestro Padre Dios. Debemos tener la actitud de servir desinteresadamente y con humildad a nuestros hermanos que necesitan nuestro auxilio.
Todo viene del Padre, todo lo concede el Padre, todo es fruto del amor del Padre. Por eso es que nos ponemos en las manos suyas, plenamente seguros de que Él vela por nosotros con mayor interés y cuidado que nosotros mismos.