Misal del dia de hoy Sabado 20 de Mayo 2017 y comentario al Evangelio

LECTURAS DEL SÁBADO V DE PASCUA 20 DE MAYO (BLANCO)


‘El siervo no es superior a su señor’. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán.


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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 29, 12

Cambiaste mi llanto en gozo, Señor, y me vestiste de fiesta. Aleluya.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que con la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por la intercesión de su Madre, la Virgen María, obtener la felicidad de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

¡Ven a Macedonia y ayúdanos!


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Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 16, 1-10

En aquellos días, Pablo fue a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo, llamado Timoteo, hijo de padre griego y de madre judía cristiana. Timoteo gozaba de muy buena fama entre los hermanos de Listra e Iconio. Pablo quiso llevarlo consigo y lo circuncidó, en atención a los judíos de aquellas regiones, pues todos sabían que su padre era pagano.

En todas las ciudades por donde iban pasando, daban a conocer las decisiones tomadas por los apóstoles y los presbíteros de Jerusalén, para que las pusieran en práctica. De esta manera las comunidades cristianas se fortalecían en la fe y el número de creyentes aumentaba cada día más.

Como el Espíritu Santo les había prohibido predicar la palabra en la provincia de Asia, Pablo y Timoteo atravesaron Frigia y Galacia. Al llegar a los límites de Misia, se propusieron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Entonces atravesaron Misia y llegaron a Tróade. Por la noche, Pablo tuvo una aparición: vio a un macedonio, que de pie ante él, le rogaba: "¡Ven a Macedonia y ayúdanos!" Después de esta visión, determinamos salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos llamaba a predicar allí el Evangelio.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 99

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R/. El Señor es nuestro Dios y nosotros su pueblo. Aleluya.

Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Señor con alegría y con júbilo entremos en su templo. R/.

Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. R/.

Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba. R/.

ACLAMACIÓN  Col 3, 1

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R/. Aleluya, aleluya.

Puesto que han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. R/.

Ustedes no son del mundo, pues, al elegirlos, yo los he separado del mundo.

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Del santo Evangelio según san Juan: 15, 18-21

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si el mundo los odia, sepan que me ha odiado a mí antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo los amaría como cosa suya; pero el mundo los odia porque no son del mundo, pues al elegirlos, yo los he separado del mundo.

Acuérdense de lo que les dije: ‘El siervo no es superior a su señor’. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán, y el caso que han hecho de mis palabras lo harán de las de ustedes. Todo esto se lo van a hacer por mi causa, pues no conocen a aquel que me envió".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Padre santo, la ofrenda de nuestra humildad que, llenos de alegría, te presentamos al celebrar la conmemoración de la santísima Virgen María y concédenos que, asociados al sacrificio de Cristo, recibamos el consuelo en la vida presente y los gozos de la salvación eterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio I-V de Pascua.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN

Alégrate, Virgen Madre, porque Cristo ha resucitado del sepulcro. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Fortalecidos con los sacramentos pascuales, te rogamos, Señor, que quienes celebramos la memoria de la Madre de tu Hijo, manifestemos la vida de Jesús en nuestra carne mortal. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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Hemos de tener presente que el tiempo pascual es el tiempo de la madurez en la fe. El tiempo donde la Iglesia toma conciencia de su tarea y misión evangelizadora; sabiéndose no solamente heredera de lo que comenzó Jesús sino continuadora del proyecto de “vida digna” para todos: el Reino. Es una tarea que nos llama a una “misión permanente”, en todo lugar y circunstancia.
Al igual que San Pablo que va entusiasmando a otros como a Timoteo a vivir al estilo de los Apóstoles, proclamando y testimoniando que se puede vivir de otra manera. Y esa buena nueva del Reino, que Jesús definió con parábolas, se hizo realidad con la entrega total de su vida en favor de los más pobres y marginados. En este sentido, el Reino se puede visualizar en este mundo como el espacio en el que hombres y mujeres, renunciando a todo egoísmo, se deciden a vivir en el Amor.
Lamentablemente, a la par de este mundo basado en el Amor, crece también el anti-reino, definido bajo la categoría “mundo” en el evangelio de hoy, donde prevalece el pecado. Jesús advierte a sus discípulos que serán odiados y perseguidos por su causa. Todos aquellos que coherentemente, desde su fe, luchen para que no prevalezcan las injusticias y desigualdades, tendrán que estar preparados para vivir el mismo destino que su maestro.
En el horizonte de vida resucitada no se puede obviarse “la cruz”, como paso obligado, para vencer al mal. Si realmente queremos luchar contra la indiferencia, el individualismo, la ambición, el libertinaje y toda clase de egoísmo tendremos como destino “la persecución”. Y como dijo el beato Mons. Romero de El Salvador: La persecución es algo necesario en la Iglesia. ¿Saben por qué? Porque la verdad siempre es perseguida. Jesucristo lo dijo: «Si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros». Y por eso, cuando un día le preguntaron al Papa León XIII, aquella inteligencia maravillosa de principios de nuestro siglo, cuáles son las notas que distinguen a la Iglesia católica verdadera, el Papa dijo ya las cuatro conocidas: una, santa, católica y apostólica. «Agreguemos otras -les dice el Papa-, perseguida».

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