LECTURAS DEL MIÉRCOLES V DE PASCUA 17 DE MAYO (BLANCO)
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él ése da fruto abundante.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 70, 8. 23
Mi boca, Señor, se llene de alabanzas, para que pueda cantarte; y así mis labios se llenarán de júbilo. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a los que la han perdido,
atrae hacia ti el corazón de tus siervos, para que, rescatados por ti
de las tinieblas de la incredulidad, ya nunca se aparten de la luz de tu
verdad. Por nuestro Señor Jesucristo..
LITURGIA DE LA PALABRA
Se decidió que Pablo y Bernabé fueran a Jerusalén a ver a los apóstoles.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 15, 1-6
En
aquellos días, vinieron de Judea a Antioquía algunos discípulos y se
pusieron a enseñar a los hermanos que si no se circuncidaban conforme a
la ley de Moisés, no podrían salvarse. Esto provocó un altercado y una
violenta discusión con Pablo y Bernabé; al fin se decidió que Pablo,
Bernabé y algunos más fueran a Jerusalén para tratar el asunto con los
apóstoles y los presbíteros. La comunidad cristiana los proveyó para el
viaje, y ellos atravesaron Fenicia y Samaria, contando a los hermanos
cómo se convertían los paganos, y los llenaban de gozo con esta noticia.
Al
llegar a Jerusalén, fueron recibidos por la comunidad cristiana, los
apóstoles y los presbíteros, y ellos refirieron todo cuanto Dios había
hecho por su medio. Pero algunos de los fariseos convertidos
intervinieron, diciendo: "Hay que circuncidar a los paganos y exigirles
que cumplan la ley de Moisés".
Entonces se reunieron los apóstoles y los presbíteros para examinar el asunto.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 121
R/. Vayamos con alegría al encuentro del Señor. Aleluya.
¡Qué
alegría sentí, cuando me dijeron: "Vayamos a la casa del Señor"! Y hoy
estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R/.
A
ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a
Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. R/.
Por
el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: "La paz esté contigo". Y
por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes. R/.
ACLAMACIÓN Jn 15, 4. 5
R/. Aleluya, aleluya.
Permanezcan en mí y yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí da fruto abundante. R/.
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid y
mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo
arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes
ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en
mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo,
si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él
ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no
permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo
recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si
permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que
quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den
mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos,
Señor, vivir siempre llenos de gratitud por estos misterios pascuales
que celebramos, para que, continuamente renovados por su acción, se
conviertan para nosotros en causa de eterna felicidad. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
Resucitó el Señor y nos iluminó a nosotros, los redimidos con su Sangre. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Iniciamos nuestra meditación con las palabras del Evangelio: “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pedirán lo que quieran y lo obtendrán”, en referencia a la vid y los sarmientos. Podríamos pensar que esta fue la convicción del apóstol Pablo a la hora abrir las puertas del cristianismo a la gentilidad (así se reconocía a los pueblos o individuos de origen no judío), favoreciendo el encuentro con el Dios de Jesús, evitándoles tener que seguir con una práctica meramente judía (la circuncisión) para pertenecer a la comunidad creyente.
En el anuncio del Reino de Dios, proclamado por Jesús, no prevalecía sino la conversión del corazón, posibilitando el amor a Dios y al prójimo. San Pablo llegó a tener la claridad que lo verdaderamente importante era “la circuncisión” del corazón (Rm 2, 29), entendido como un proceso de conversión interior, más allá de los signos externos. Algo necesario hoy en día para todos en la Iglesia (clero, vida consagrada y fieles), será caminar hacia una profunda conversión pastoral que nos humanice.
Alcanzar la suficiente madurez humana y cristiana que nos comprometa con las causas justas; las que tienen que ver con la defensa de la vida y la integridad de la creación. Para San Pablo no fue fácil llegar a esta convicción ni tampoco lo es para nuestras comunidades cristianas. Se ha de pasar por un proceso de escucha atenta de la voz de Dios y un discernimiento comunitario profundo.
Si realmente los creyentes somos “sarmientos”, estamos llamados a ser reflejo de esa vid que busca en nosotros frutos de compasión y misericordia. Aunque la poda es necesaria para el crecimiento y desarrollo de toda planta, no olvidemos que en el caso de nuestra vida cristiana, se ha de ir podando, sobre todo, aquello que impide la cercanía y la proximidad del Reino de Dios entre nosotros.
Ciudad Redonda