LECTURAS DEL MARTES V DE PASCUA 16 DE MAYO (BLANCO)
La paz les dejo, mi paz les doy.
ANTÍFONA DE ENTRADA. Ap. 19, 5; 12, 10
Alaben
a nuestro Dios todos cuantos lo temen, pequeños y grandes, porque ha
llegado ya la salvación, el poder y el reinado de su Cristo. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que por la resurrección de tu Hijo nos rescatas para la vida
eterna, concede a tu pueblo perseverar en la fe y la esperanza, para que
no dudemos que se han de cumplir las promesas que tú hiciste y nos has
dado a conocer. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Contaban a la comunidad cristiana lo que había hecho Dios por medio de ellos.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 14, 19-28
En
aquellos días, llegaron a Listra, procedentes de Antioquía y de Iconio,
unos judíos, que se ganaron a la multitud y apedrearon a Pablo; lo
dieron por muerto y lo arrastraron fuera de la ciudad. Cuando lo
rodearon los discípulos, Pablo se levantó y regresó a la ciudad. Pero al
día siguiente, salió con Bernabé hacia Derbe.
Después
de predicar el Evangelio y de hacer muchos discípulos en aquella
ciudad, volvieron a Listra, Iconio y Antioquía, y ahí animaban a los
discípulos y los exhortaban a perseverar en la fe, diciéndoles que hay
que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En
cada comunidad designaban presbíteros, y con oraciones y ayunos los
encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron luego Pisidia
y llegaron a Panfilia; predicaron en Perge y llegaron a Atalía. De allí
se embarcaron para Antioquía, de donde habían salido, con la gracia de
Dios, para la misión que acababan de cumplir.
Al
llegar, reunieron a la comunidad y les contaron lo que había hecho Dios
por medio de ellos y cómo les había abierto a los paganos las puertas
de la fe. Ahí se quedaron bastante tiempo con los discípulos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 144
R/. Bendigamos al Señor eternamente. Aleluya.
Que
te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas. R/.
Que
muestren a los hombres tus proezas, el esplendor y la gloria de tu
reino. Tu reino, Señor, es para siempre y tu imperio, para todas las
generaciones. R/.
Que mis labios alaben al Señor, que todos los seres lo bendigan ahora y para siempre. R/.
ACLAMACIÓN Cfr. Lc 24, 46. 26
R/. Aleluya, aleluya.
Cristo tenía que morir y resucitar de entre los muertos, para entrar así en su gloria. R/.
Les doy mi paz.
Del santo Evangelio según san Juan: 14, 27-31
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "La paz les dejo, mi paz les
doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se
acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si me
amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más
que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando
suceda, crean.
Ya
no hablaré muchas cosas con ustedes, porque se acerca el príncipe de
este mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el
mundo sepa que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que el Padre me
ha mandado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, los dones que, jubilosa, tu Iglesia te presenta, y puesto que es
a ti a quien debe su alegría, concédele también disfrutar de la
felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I-V de Pascua.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Rm 6, 8
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Queridos hermanos , saludos pascuales y fraternos
Seguimos asistiendo a las correrías apostólicas de Pablo, narradas en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Descubrimos cómo le toca enfrentarse al fanatismo y a la intolerancia de sectores judíos radicales. Esto nos lleva a confirmar aquello de que no existe “cristianismo sin cruz”.
El Evangelio de hoy nos exhorta a dos cosas: primero, a no inquietarnos ni acobardarnos frente a lo que Jesús llama “el príncipe de este mundo”; y segundo, a no olvidar la promesa que Él ha hecho de acompañarnos en las pruebas. ¿Confiamos personalmente en esa promesa hecha por Jesús de acompañarnos principalmente en los momentos más difíciles?
Recordemos que la autenticidad de nuestro testimonio se mide por la entrega de la vida. Una vida acomodada y sin dificultades, por el contrario, rehúye a todo lo que tenga que ver con el sacrificio, la renuncia y la donación desinteresada. Citamos, oportunamente, uno de los mensajes proféticos del beato Mons. Romero de El Salvador: “Una religión de misa dominical, pero de semanas injustas, no agrada al Señor. Una religión de mucho rezo, pero con hipocresía en el corazón, no es cristiana. Una Iglesia que se instalara solo para estar bien, para tener mucho dinero, mucha comodidad, pero que olvidara el reclamo de las injusticias, no sería la verdadera Iglesia de nuestro divino Redentor”. (Monseñor Romero, Homilía 4 de diciembre de 1977).
¿No será que nos hemos acomodado a una vida cristiana de misa dominical y de prácticas piadosas, pero de poco compromiso social? ¿Acaso las situaciones injustas que se viven a diario cuestionan mi vida cristiana? No olvidemos que la paz que nos brinda Jesús no se refiere a la ausencia de conflicto, si no una paz que nace como fruto de la justicia .
Ciudad Redonda