Misal del dia de hoy Miercoles 3 de Mayo 2017 y comentario al Evangelio

LECTURAS DEL MIÉRCOLES III DE PASCUA 3 DE MAYO EN MÉXICO LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ (ROJO)


Tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.


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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Gál 6, 14

Que nuestro único orgullo sea la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en él tenemos la salvación, la vida y la resurrección, y por él hemos sido salvados y redimidos. Aleluya.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que quisiste que tu Unigénito sufriera la cruz para salvar al género humano, concédenos que quienes conocimos su misterio en la tierra, merezcamos alcanzar en el cielo el premio de su redención. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Dios ha constituido a Jesús, Señor y Mesías.

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Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 2, 14. 22-24. 32-36

El día de Pentecostés, se presentó Pedro, junto con los Once, ante la multitud, y levantando la voz, dijo:

"Israelitas, escúchenme. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes, mediante los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por medio de él y que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes utilizaron a los paganos para clavarlo en la cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte, ya que no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio.

Pues bien, a este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido a él y lo ha comunicado, como ustedes lo están viendo y oyendo". Porque no fue David el que subió a los cielos, pues él mismo afirma: Dijo el Señor a mí Señor: Siéntate a mí derecha y yo pondré a todos tus enemigos debajo de tus píes.

Sepa todo Israel, con absoluta certeza, que Dios ha constituido Señor y Mesías al mismo Jesús, a quien ustedes han crucificado".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 77

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R. No olvidemos las hazañas del Señor. Aleluya.

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; presten oído a las palabras de mi boca. Abriré mi boca y les hablaré en parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo. R.

Cuando Dios los hacía morir, lo buscaban y madrugaban para volverse hacia él. Se acordaban de que Dios era su auxilio; el Dios altísimo, su redentor. R.

Lo adulaban con su boca, le mentían con su lengua; su corazón no era sincero con él ni eran fieles a su alianza. R.

Pero él sentía lástima de ellos, les perdonaba su culpa y no los destruía. Muchas veces dominó su ira y apagó el furor de su cólera. R.

ACLAMACIÓN

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R. Aleluya, aleluya.

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu santa cruz redimiste al mundo. R.

El Hijo del hombre tiene que ser levantado.

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Del santo Evangelio según san Juan: 3, 13-17

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te rogamos, Señor, que este sacrificio, que en el altar de la cruz borró el pecado del mundo entero, nos purifique de todas nuestras ofensas. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Porque has puesto la salvación del género humano en el árbol de la Cruz, para que, de donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida; y el que en un árbol venció, fuera en un árbol vencido, por Cristo, Señor nuestro.

Por él, celebran tu majestad los ángeles, te adoran las dominaciones, se estremecen las potestades. Te celebran, unidos en la alegría, los cielos, las virtudes celestiales y los bienaventurados serafines. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo…

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 12, 32

Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor nuestro, Jesucristo, fortalecidos con este alimento santo, te pedimos que conduzcas a la gloria de tu resurrección a quienes redimiste por el madero vivificante de la cruz. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.


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El salto a la fe no es fácil. Aunque es don, precisa del esfuerzo humano, que a su vez nace de un deseo; hay que querer creer. La resistencia a creer origina preguntas, exigencia de demostraciones y pruebas. Felipe, a quien recordamos hoy junto a Santiago en esta fiesta litúrgica, le pide pruebas al Señor: “muéstranos al Padre y nos basta”. Lo hace en el momento en que Jesús se está dirigiendo a Tomás, el discípulo que necesitaba ver para creer. Pruebas, demostraciones, tocar… ¡Qué paciencia la del Señor! “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces Felipe?”, le pregunta el Maestro.
Vivir en clave pascual es vivir sin dudas, con confianza, con la certeza de que el Señor está conmigo. Vivir sin la necesidad de la verificación permanente, vivir con seguridad. El Señor camina a nuestro lado, no es necesario preguntarle a cada instante: Señor ¿estás ahí? “Creed a las obras”, es el consejo del Señor. ¿Qué sería de mi, si el Espíritu del Resucitado no acompañara mis acciones? ¿Cuáles serían mis resultados? ¿Qué conseguiría? ¿Por qué caminos me llevarían otros espíritus?
No estamos solos. La presencia de Jesús resucitado acompaña nuestra existencia y por lo tanto alienta e inspira nuestro obrar. Pascua es el tiempo para fortalecer el don de la fe que ya hemos recibido, para consolidar nuestro deseo de que crezca esa fe sin tener que detenernos a cada instante para mirar si el Señor camina a nuestro lado. Camina, está ahí; Él es fiel, no nos abandona, es nuestro paciente y amoroso  compañero de viaje.
Santiago y Felipe llegaron hasta el final: dieron la vida por el Señor. Felipe predicó el Evangelio en Frigia y murió en Hierápolis y Santiago, martirizado en Jerusalén, nos dejó en su carta este bello consejo: “la fe sin obras, está muerta”. Que nuestra fe, Señor, florezca en esta Pascua con bellos frutos que nos confirman que Tú caminassiempre a nuestro lado. 

Ciudad Redonda