LECTURAS DEL MARTES III DE PASCUA 2 DE MAYO SAN ATANASIO OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA (BLANCO)
"Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed".
ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Si 15, 5)
En
medio de la Iglesia abrió su boca, y el Señor lo llenó del espíritu de
sabiduría e inteligencia, y lo revistió de gloria. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios
todopoderoso y eterno, que suscitaste al obispo san Atanasio como
insigne defensor de la divinidad de tu Hijo, concédenos bondadoso que,
alegres por su protección y por sus enseñanzas, crezcamos continuamente
en tu conocimiento y tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los
siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 7, 51-8.
En
aquellos días, habló Esteban ante el sanedrín, diciendo: "Hombres de
cabeza dura, cerrados de corazón y de oídos. Ustedes resisten siempre al
Espíritu Santo; ustedes son iguales a sus padres. ¿A qué profeta no
persiguieron sus padres? Ellos mataron a los que anunciaban la venida
del justo, al que ahora ustedes han traicionado y dado muerte.
Recibieron la ley por medio de los ángeles y no la han observado".
Al
oír estas cosas, los miembros del sanedrín se enfurecieron y rechinaban
los dientes de rabia contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo,
miró al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús, que estaba de pie ala
derecha de Dios, y dijo: "Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del
hombre de pie a la derecha de Dios".
Entonces
los miembros del sanedrín gritaron con fuerza, se taparon los oídos y
todos a una se precipitaron sobre él. Lo sacaron fuera de la ciudad y
empezaron a apedrearlo. Los falsos testigos depositaron sus mantos a los
pies de un joven, llamado Saulo.
Mientras
lo apedreaban, Esteban repetía esta oración: "Señor Jesús, recibe mi
espíritu". Después se puso de rodillas y dijo con fuerte voz: "Señor, no
les tomes en cuenta este pecado". Diciendo esto, se durmió en el Señor.
Y Saulo estuvo de acuerdo en que mataran a Esteban.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 30
Sé
tú, Señor, mi fortaleza y mi refugio, la muralla que me salve. Tú, que
eres mi fortaleza y mi defensa, por tu nombre, dirígeme y guíame. R/.
En
tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás. En
ti, Señor, deposito mi confianza y tu misericordia me llenará de
alegría. R/.
Vuelve,
Señor, tus ojos a tu siervo y sálvame, por tu misericordia; cuídame,
Señor, y escóndeme junto a ti, lejos de las intrigas de los hombres. R/.
ACLAMACIÓN Jn 6, 35
R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy el pan de la vida, dice el Señor; el que viene a mí ya no tendrá hambre. R/.
No fue Moisés, sino mi Padre, quien les da el verdadero pan del cielo.
Del santo Evangelio según san Juan 6, 30-35
En
aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: "¿Qué señal vas a realizar
tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les
dio a comer pan del cielo".
Jesús
les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del
cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el
pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo".
Entonces
le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les contestó: "Yo
soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree
en mí nunca tendrá sed".
Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira,
Señor, las ofrendas que te presentamos en la conmemoración de san
Atanasio, y ya que profesamos su misma fe incontaminada, haz que el
testimonio que damos de tu verdad nos sirva para la salvación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN 1 Co 3, 11
El único cimiento válido es Jesucristo y nadie puede poner otro distinto. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Siempre estamos pidiendo signos y pruebas como criterio de veracidad. En un mundo híper-tecnificado, corremos el riesgo de reducir toda la realidad a lo empíricamente demostrable; sin embargo, hay realidades que no pueden verificarse a través del método científico, son invisibles a este análisis, pero existen. “¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti?” le preguntan hoy a Jesús en la secuencia del Evangelio. Su dureza de corazón les impide reconocer la realidad salvífica que tienen delante de sus ojos. Es la misma dureza que recrimina Esteban, antes de ser apedreado, en la secuencia de los Hechos de los Apóstoles: “duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos”.
La verdadera prueba de que el tiempo pascual está transformando nuestro ser es que aunque vivamos lo mismo de siempre, nuestras realidades cotidianas, las miramos con otros ojos, con otro espíritu, con otro talante. Si la alegría, la esperanza, la vitalidad, la paz interior, el optimismo, están en ti, estás cerca del Resucitado. Esta es la prueba, este es el signo. Para que estas actitudes pascuales aniden en el corazón, hay que alimentarse con el Pan de vida que es Jesús. Alimento que, por cierto, no le faltó a San Atanasio, al que recordamos en la liturgia de hoy, para defender la fe católica a pesar de los cinco destierros que sufrió.
En la primera lectura, para Esteban, la prueba, el signo, es que muere perdonando a sus verdugos a imitación de Jesús en la cruz. Y ¿para ti? ¿Cuáles son las pruebas, los signos que certifican que estás en clave pascual, que tienes el espíritu del Resucitado? Seguramente los retos y los problemas serán los mismos que hace un mes; pero si la actitud ante ellos es diferente, es más “pascual”, es que el Espíritu Santo está realizando su trabajo en ti, te estas dejando alcanzar por la onda expansiva de la resurrección. Si no, ya sabes lo que hay que hacer: alimentarse, pero no de cualquier cosa, sino del Pan de Vida que es Cristo. Celebra la eucaristía. Allí te espera elSeñor para alimentarte.
Ciudad Redonda