LECTURAS DEL JUEVES IV DE PASCUA 11 DE MAYO (BLANCO)
Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 67, 8-9. 20
Cuando
saliste, Señor, al frente de tu pueblo, y le abriste camino a través
del desierto, la tierra se estremeció y hasta los cielos dejaron caer su
lluvia. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, que restauraste la naturaleza humana, elevándola por encima de su
dignidad original, dirige tu mirada a este inefable misterio de tu
amor, para que conserves los dones de tu eterna gracia y bendición en
quienes te dignaste renovar por el sacramento del bautismo. Por nuestro
Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Del linaje de David Dios hizo nacer un Salvador.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 13, 13-25
En
aquellos días, Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos;
llegaron a Perge de Panfilia, y allí Juan Marcos los dejó y volvió a
Jerusalén. Desde Perge siguieron hasta Antioquía de Pisidia, y el sábado
entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Acabada la lectura de la ley
y los profetas, los jefes de la sinagoga les mandaron decir: "Hermanos,
si tienen alguna exhortación que hacer al pueblo, hablen".
Entonces
se levantó Pablo, y haciendo señal de silencio con la mano, les dijo:
"Israelitas y cuantos temen a Dios, escuchen: El Dios del pueblo de
Israel eligió a nuestros padres, engrandeció al pueblo cuando éste vivía
como forastero en Egipto y lo sacó de allí con todo su poder, lo
alimentó en el desierto durante cuarenta años, aniquiló siete tribus del
país de Canaán y dio el territorio de ellas en posesión a Israel por
cuatrocientos cincuenta años. Posteriormente les dio jueces, hasta el
tiempo del profeta Samuel.
Pidieron
luego un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Quis, de la tribu de
Benjamín, que reinó cuarenta años. Después destituyó a Saúl y les dio
por rey a David, de quien hizo esta alabanza: He hallado a David, hijo
de Jesé, hombre según mi corazón, quien realizará todos mis designios.
Del
linaje de David, conforme a la promesa, Dios hizo nacer para Israel un
Salvador, Jesús. Juan preparó su venida, predicando a todo el pueblo de
Israel un bautismo de penitencia, y hacia el final de su vida, Juan
decía: ‘Yo no soy el que ustedes piensan. Después de mí viene uno a
quien no merezco desatarle las sandalias’ ".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 88
R/. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Proclamaré
sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad
es eterna, pues el Señor ha dicho: "Mi amor es para siempre y mi
lealtad, más firme que los cielos. R/.
He encontrado a David, mi servidor, y con mi aceite santo lo he ungido. Lo sostendrá mi mano y le dará mi brazo fortaleza. R/.
Contará
con mi amor y mi lealtad y su poder aumentará en mi nombre. Él me podrá
decir: ‘Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva’ ". R/.
ACLAMACIÓN Cfr. Ap 1, 5
R/. Aleluya, aleluya.
Señor
Jesús, testigo fiel, primogénito de entre los muertos, tu amor por
nosotros es tan grande, que has lavado nuestras culpas con tu sangre.
R/.
El que recibe al que yo envío, me recibe a mí.
En
aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les
dijo: "Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni
el enviado es mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en
práctica, serán dichosos.
No
lo digo por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero
esto es para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice: El que
comparte mi pan me ha traicionado. Les digo esto ahora, antes de que
suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo Soy.
Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Suba
hasta ti, Señor, nuestra oración, acompañada por estas ofrendas, para
que, purificados por tu bondad, nos dispongas para celebrar el
sacramento de tu inmenso amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I- V de Pascua.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 28, 20
Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Juan es el único evangelista que no narra explícitamente lo que normalmente se llama “institución de la eucaristía”. En su lugar, y en el marco de la última cena, trae a colación el lavatorio de los pies de los discípulos. ¿No será que aquí hay una faceta de la eucaristía que Juan recalca de manera especial? Habrá que preguntarle a los especialistas en temas bíblicos. De todos modos, como quiera que sea, en este día la Iglesia nos propone profundizar en una parte del texto, que viene proclamado en la eucaristía. El texto completo se proclamó el día de Jueves Santo -día del amor fraterno- en la liturgia de la Cena del Señor.
El Señor nos ha elegido para ser enviados. ¿Enviados a qué y cómo? Ciertamente hemos sido elegidos para ser testigos del Resucitado. Para proclamar a los cuatro vientos que el Crucificado es el Resucitado y, por tanto, que el dolor y la muerte no tienen la última palabra de la historia. Que la tragedia no es el destino de la humanidad, en su conjunto, ni de cada uno de los hombres, en particular. Que se puede y es necesario bajar de la cruz a quienes penden de ella, sean individuos o pueblos enteros. ¡Toda una tarea!
Pero una tarea de amor servicial y desinteresado. De amor gratuito, reflejo del amor del Padre, tal y como se ha hecho presente en Jesús por el Espíritu. Quienes han sido elegidos considerarán como una tentación, de la que hay que huir con todas las fuerzas, la búsqueda de los primeros puestos de honor o de poder. Huirán de las escaladas tanto como de las estrategias políticas perversas para subir maquiavélicamente hasta las cúspides. Su forma de vivir tendrá mucho que ver con el abajamiento y muy poco que ver con la soberbia y la pprepotencia. Tendrá todo que ver con el servicio a los últimos y más excluídos, a quienes levantará de la basura para convertirlos en príncipes de su pueblo.
Dice Jesús: “el que recibe a mi enviado, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado”. ¿Sería mucho pedir que el elegido para ser enviado acogiera el testimonio de Jesús y se configurase con él para no hacer de su eleccion una traicion,
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