LECTURAS DEL DOMINGO VII DE PASCUA SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR 28 DE MAYO (BLANCO)
Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
MISA DE LA VIGILIA
Esta
Misa se dice en la tarde del día que precede a la solemnidad, ya sea
antes o después de las primeras Vísperas de la Ascensión.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 67, 33. 35
Canten
a Dios, reinos de la tierra, toquen para el Señor, que asciende sobre
los cielos; su majestad y su poder resplandecen sobre las nubes.
Aleluya.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Dios
eterno, cuyo Hijo subió hoy al cielo en presencia de sus Apóstoles, te
pedimos nos concedas que él, de acuerdo a su promesa, permanezca siempre
con nosotros en la tierra, y nos permita vivir con él en el cielo. Él,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
En
la celebración de la Misa de la Vigilia se utiliza el mismo formulario
de lecturas que en la Misa del día de la Ascensión del Señor, tal como
aparecen más adelante.
Se dice Credo.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios
eterno, cuyo Unigénito, nuestro mediador, vive para siempre y está
sentado a tu derecha para interceder por nosotros, concédenos acercarnos
llenos de confianza al trono de la gracia y obtener así tu
misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO I DE LA ASCENSIÓN
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno.
Porque
el Señor Jesús, Rey de la gloria, triunfador del pecado y de la muerte,
ante la admiración de los ángeles, ascendió (hoy) a lo más alto de los
cielos, como Mediador entre Dios y los hombres, Juez del mundo y Señor
de los espíritus celestiales.
No
se fue para alejarse de nuestra pequeñez, sino para que pusiéramos
nuestra confianza en llegar, como miembros suyos, a donde él, nuestra
cabeza y principio, nos ha precedido.
Por
eso, con esta efusión del gozo pascual, el mundo entero se desborda de
alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles,
cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo …
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Hb 10, 12
Cristo ofreció un solo sacrificio por el pecado, y se sentó para siempre a la derecha de Dios. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te
pedimos, Señor, que los dones que hemos recibido de tu altar, enciendan
en nuestros corazones el deseo de la patria celeste, para que,
siguiendo las huellas de nuestro Salvador, tendamos siempre a la meta a
donde nos ha precedido. Él, que vive y reina por los siglos de los
siglos.
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
Jesús resucita, sube al Padre y nos envía el Espíritu (Pascua-Ascensión-Pentecostés). Como nos dice la lectura de los Hechos, se les presentó, dando numerosas pruebas de que estaba vivo, durante cuarenta días y después ascendió al cielo. Tuvieron que superar el trauma de la muerte, la ausencia física y de sus ideales truncados. Hoy, se va definitivamente hasta el final de los tiempos y les propone, en los diversos textos de este domingo, como hacerle presente, lo podríamos resumir en: sentarse en comunidad a celebrar la Eucaristía, practicar el amor y anunciar el Evangelio.
“Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban”. Creer es postrarse y vacilar, tener conciencia de nuestras limitaciones, faltas, pecados, errores. Saber que lo que nos ha encomendado, es tarea que no podemos hacer solos, fiarse de que: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Por eso, no podemos quedarnos plantados mirando al cielo, estamos vacilantes pero llenos de fe, necesitamos que Él se marche para descubrir su nueva presencia, ésto nos trae dudas y certezas, que no es sino la espiritualidad de la vida cristiana.
La actitud cristiana no es la pereza, evadiéndonos del momento presente, esperando del cielo, lo que el cielo espera de nosotros. Buscar el camino del cielo, no puede significar huir de lo que se nos ha dejado como misión: Recibir la fuerza del Espíritu y ser testigos de Jesús, hasta los confines de la tierra. No podemos separar la Ascensión de Pentecostés, la Ascensión nos señala el camino, Pentecostés será la fuerza para emprender ese camino y no abandonarlo. Nuestro compromiso y testimonio es la evangelización.
Evangelizar, es luchar para que haya menos pobres, menos odios, menos guerras, menos diferencias sociales, progreso para todos, respeto de los derechos humanos, posibilidades para los pequeños. Levantar a todos, desde la verdad (contra la mentira y la hipocresía, que anida en nuestro mundo), la integridad (la autenticidad), la libertad (superando el miedo) y el amor. En la Ascensión todo ésto es levantado, en la medida en que nosotros, nos comprometemos con el Señor y su causa, en la medida, que denunciamos con fuerza los valores que algunos creen absolutos, como el dinero, el placer, la comodidad o el poder.
La celebración de la Ascensión, es la fiesta de la esperanza y meta de la humanidad y del mundo. Jesús no nos ha abandonado, permanece en y con nosotros. Permanece en la Palabra, en la comunidad reunida, en torno al pan eucarístico que compartimos. Permanece en el que sufre y en el que se esfuerza, para que haya más vida en nuestra sociedad. No es día de grandes teologías o palabras preciosas, sino de hablar sencillamente y saber lo que decimos y hacer lo que pensamos, es día de intentar que su presencia invisible, se haga vivible a todos los hombres.
Podríamos terminar rezando, el Salmo Responsorial de hoy: “Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado”. Él que se rebajó haciéndose un hombre cualquiera, ha subido para que nosotros sepamos el camino.
Ciudad Redonda