LECTURAS DEL MARTES SANTO 11 DE ABRIL (MORADO)
Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 26, 2
No me entregues, Señor, al odio de los que me persiguen, pues han surgido contra mí testigos falsos que respiran violencia.
ORACIÓN COLECTA
Concédenos,
Dios todopoderoso y eterno, celebrar de tal modo los sacramentos de la
pasión del Señor, que nos hagamos dignos de recibir tu perdón. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Te convertiré en luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los últimos rincones de la tierra.
Escúchenme,
Islas; pueblos lejanos, atiéndanme. El Señor me llamó desde el vientre
de mi madre: cuando aún estaba yo en el seno materno. Él pronunció mi
nombre.
Hizo
de mi boca una espada filosa, me escondió en la sombra de su mano, me
hizo flecha puntiaguda, me guardó en su aljaba y me dijo: "Tú eres mi
siervo. Israel; en ti manifestaré mi gloria". Entonces yo pensé: "En
vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas; en realidad mi
causa estaba en manos del Señor, mi recompensa la tenía mi Dios". Ahora
habla el Señor, el que me formó desde el seno materno, para que fuera su
servidor, para hacer que Jacob volviera a Él y congregar a Israel en
torno suyo —tanto así me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza—. Ahora,
pues, dice el Señor: "Es poco que seas mi siervo sólo para restablecer a
las tribus de Jacob y reunir a los sobrevivientes de Israel; te voy a
convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los
últimos rincones de la tierra".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 70
R. En ti, Señor, he puesto mi esperanza.
Señor,
tú eres mi esperanza, que no quede yo jamás defraudado. Tú, que eres
justo, ayúdame y defiéndeme; escucha mi oración y ponme a salvo. R.
Sé
para mí un refugio, ciudad fortificada en que me salves. Y pues eres mi
auxilio y mi defensa, líbrame, Señor, de los malvados. R.
Señor,
tú eres mi esperanza; desde mi juventud en ti confío. Desde que estaba
en el seno de mi madre, yo me apoyaba en ti y tú me sostenías. R.
Yo
proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia. Me
enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo. R.
ACLAMACIÓN
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, Rey nuestro, para obedecer al Padre, quisiste ser llevado a la cruz como manso cordero al sacrificio. R.
Uno de ustedes me entregará. No cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces.
Del santo Evangelio según san Juan 13, 21-33.36-38
En
aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se
conmovió profundamente y declaró: "Yo les aseguro que uno de ustedes me
va a entregar". Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque
no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se
hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le
preguntó: "¿De quién lo dice?" Entonces él, apoyándose en el pecho de
Jesús, le preguntó: "Señor, ¿quién es?" Le contestó Jesús: "Aquel a
quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar". Mojó el pan y se lo
dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él
Satanás.
Jesús
le dijo entonces a Judas: "Lo que tienes que hacer, hazlo pronto". Pero
ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron
que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado
comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas,
después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.
Una
vez que Judas se fue, Jesús dijo: "Ahora ha sido glorificado el Hijo
del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado
en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.
Hijitos,
todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a
los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no
pueden ir’. Simón Pedro le dijo: "Señor, ¿a dónde vas?" Jesús le
respondió: "A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; me seguirás más
tarde". Pedro replicó: "Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré
mi vida por ti". Jesús le contestó: "¿Conque darás tu vida por mí?
Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Mira
con bondad, Señor, las ofrendas de esta familia tuya y, ya que la
hiciste partícipe de tus sagrados dones, concédele obtener plenamente su
fruto. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR II
ANTÍFONA DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Rm 8, 32
Dios no escatimó la vida de su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Alimentados
por estos dones de salvación, suplicamos, Señor tu misericordia, para
que este Sacramento, que nos nutre en nuestra vida temporal, nos haga
partícipes de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Opcional
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Hoy la liturgia de la Palabra nos ubica en la mesa de la última cena. Mientras comen y celebran la Pascua judía, Jesús, estremecido en lo más profundo, declara ante sus discípulos que uno de ellos lo entregará. El drama de la pasión sobreviene con fuerza en la vida del Maestro. Aquella comunidad de amigos, llamada por Él a ser la nueva familia de los hijos de Dios, padece amargamente la traición de parte de Judas.
En Jesús se cumplen trágicamente las palabras del Eclesiástico: “Hay amigo que se vuelve enemigo, y descubrirá la disputa que te ocasiona oprobio. Hay amigo que comparte tu mesa, y no persevera en el día de tu angustia. Cuando te vaya bien, será como otro tú, y con tus servidores hablará francamente; mas si estás humillado, estará contra ti, y huirá de tu presencia” (Eclo 6, 9-12). Las palabras y los signos de Jesús han provocado a las autoridades; su fuerza profética ante los poderes establecidos no ha pasado desapercibida, y el mal ha tocado a la puerta de sus mismos seguidores. Jesús no es inmune a esta realidad y lo afectará hasta llevarlo a la cruz.
En la mesa, que para los judíos es lugar donde se fortalecen las amistades y se hacen alianzas, se ha fraguado el futuro de Jesús. Pero a Él nadie le quita su vida, Él la entrega por amor a la humanidad. En la cruz brillará la luz del amor que supera todo egoísmo. Es en la cruz donde Jesús llevará a pleno cumplimiento la voluntad del Padre, revelando al mundo que es el amor el que salva y da vida plena.
En esta Semana Mayor somos invitados a dejarnos guiar, como Jesús, por el buen Espíritu. Se trata de conformar nuestra voluntad y nuestro propio yo al deseo de Dios, de romper con aquellos viejos esquemas de pecado que nos desgastan y abrirnos a la experiencia de la Pascua. Revisemos con sencillez y humildad nuestra conciencia en el desierto de la oración y pidamos perdón al Señor por nuestras traiciones.
Ciudad Redonda