LECTURAS DEL MIÉRCOLES I DE CUARESMA 8 DE MARZO (MORADO)
Aquí hay uno que es más que Salomón.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 24, 6. 3. 22
Recuerda,
Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas, y no permitas que
nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios de Israel, de todas nuestras
angustias.
ORACIÓN COLECTA
Mira
con bondad, Señor, la devota entrega de tu pueblo y ya que con sus
privaciones se empeña en dominar su cuerpo, haz que con el fruto de sus
buenas obras se fortalezca su alma. Por nuestro Señor Jesucristo.
LITURGIA DE LA PALABRA
Los habitantes de Nínive se arrepintieron de su mala conducta.
En
aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: "Levántate y
vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje que te voy
a indicar".
Se
levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive
era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla. Jonás
caminó por la ciudad durante un día, pregonando: "Dentro de cuarenta
días Nínive será destruida".
Los
ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal,
grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó
del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y
en nombre suyo y de sus ministros, mandó proclamar en Nínive el
siguiente decreto: "Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben
bocado, que no pasten ni beban; que todos se vistan de sayal e invoquen
con fervor a Dios y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de
cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el
incendio de su ira y así no moriremos".
Cuando
Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de
parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 50
R/. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Por
tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis
ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.
R/.
Crea
en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus
mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu
santo espíritu. R/.
Tú,
Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un
holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un
corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.
ACLAMACIÓN JI 2, 12-13
R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso. R/.
A la gente de este tiempo no se le dará otra señal que la del profeta Jonás.
Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 29-32
En
aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a
decirles: "La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una
señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás
fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del
hombre para la gente de este tiempo.
Cuando
sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará
el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos
rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay
uno que es más que Salomón.
Cuando
sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se
levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se
convirtieron con la predicación de Jonás y aquí hay uno que es más que
Jonás".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te
ofrecemos, Señor, estos dones que tú mismo nos has dado, para
consagrarlos a ti; y concede que, así como los vas a convertir para
nuestro bien en sacramento, así también se conviertan para nosotros en
remedio de eternidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I- V de Cuaresma.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 5, 12
Que se alegren, Señor, cuantos en ti confían, que se regocijen eternamente porque tú estás con ellos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor
Dios, que no cesas de nutrirnos con tus sacramentos, concédenos que al
permitir que los recibamos como alimento, nos obtengan la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO
Opcional.
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En el texto evangélico del día de hoy aparece Jesús hablando a las multitudes; reprocha cómo la gente reclama una señal que sea garantía de su mesianismo, algo que legitime sus palabras y sus actos. El Maestro retoma la historia de Jonás, e indica que así “como Jonás fue una señal para los ninivitas, así será el Hijo del Hombre para esta generación” (v.30). Jonás, aquél profeta enviado por Dios a predicar a un pueblo pecador, sin quererlo logró la conversión de aquellas gentes. La señal que ofrece Jesús a su pueblo es la señal de la conversión de los pobres y pecadores al Reino de Dios. No se trata de un signo en los astros o de un milagro portentoso que convenza a los escépticos; se trata de la nueva vida que surge de la aceptación de la Buena Noticia.
La Reina de Saba fue atraída por la sabiduría de Salomón, los ninivitas llegaron a la conversión por la predicación de un profeta de otras tierras. Todos ellos supieron descubrieron el paso de Dios en su historia y acogieron la propuesta de Dios sin que pertenecieran al pueblo de la Alianza. Nosotros, por nuestro bautismo, somos parte del nuevo pueblo de Dios y recibimos la gracia a través de los sacramentos, la escucha de la Palabra, el servicio al prójimo y las obras de misericordia, pero, muchas veces sentimos la tentación de pedir signos adicionales que den garantía y soporte a nuestra fe; entramos en una especie de trueque con Dios donde ya no bastan las palabras y obras de Jesús, sino que anhelamos intervenciones mágicas del cielo que sobrepasan la fe.
Dios ha dado a cada persona una responsabilidad en este mundo. A algunos les ha dado la misión del matrimonio, la de ser padres o madres de familia; a otros el ser líderes del pueblo, a otros ser servidores en la Iglesia. A todos se nos ha confiado una tarea y por ello es prioritario que tengamos clara cuál es la voluntad de Dios en nuestra vida. A esa voluntad divina debemos ser fieles y en ella debemos mantenernos. Por eso, debemos silenciar las voces que escapen de los márgenes del plan de Dios y abrirnos a la escucha de la Palabra. Dios siempre ofrece los medios adecuados para que comprendamos qué debemos hacer en los momentos de aridez, duda o dificultad. Como Jesús debemos clamar siempre “hágase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo .