LECTURAS DEL VIERNES IV DEL T. ORDINARIO 3 DE FEBRERO (VERDE)
"Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado".
ANTÍFONA DE ENTRADA. Sal 32, 11. 19
Los
proyectos de su corazón subsisten de generación en generación, para
librar de la muerte a sus fieles y reanimarlos en tiempo de hambre.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, haz que nos revistamos con las virtudes del corazón de tu Hijo y
nos encendamos con el amor que lo inflama, para que, configurados a
imagen suya, merezcamos ser partícipes de la redención eterna. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
Hermanos:
Conserven entre ustedes el amor fraterno y no se olviden de practicar
la hospitalidad, ya que por ella, algunos han hospedado ángeles sin
saberlo. Acuérdense de los que están presos, como si ustedes mismos
estuvieran también con ellos en la cárcel. Piensen en los que son
maltratados, pues también ustedes tienen un cuerpo que puede sufrir.
Que
todos tengan gran respeto al matrimonio y lleven una vida conyugal
irreprochable, porque a los que cometen fornicación y adulterio, Dios
los habrá de juzgar.
Que
no haya entre ustedes avidez de riquezas, sino que cada quien se
contente con lo que tiene. Dios ha dicho: Nunca te dejaré ni te
abandonaré; por lo tanto, nosotros podemos decir con plena confianza: El
Señor cuida de mí, ¿por qué les he de tener miedo a los hombres?
Acuérdense
de sus pastores, que les predicaron la palabra de Dios. Consideren cómo
terminaron su vida e imiten su fe. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y
siempre.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 26
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
El
Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor
es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? R/.
Aunque
se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón; aun cuando hagan
la guerra contra mí, tendré plena confianza en el Señor. R/.
Porque el Señor me procuró un refugio en los tiempos aciagos; me esconderá en lo oculto de su tienda y él me pondrá a salvo. R/.
El corazón me dice que te busque y buscándote estoy. No me abandones ni me dejes solo, mi Dios y salvador. R/.
ACLAMACIÓN Cfr. Lc 8, 15
R/. Aleluya, aleluya.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R/.
Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado.
Del santo Evangelio según san Marcos: 6, 14-29
En
aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido tanto, llegó a
oídos del rey Herodes el rumor de que Juan el Bautista había resucitado y
sus poderes actuaban en Jesús. Otros decían que era Elías; y otros, que
era un profeta, comparable a los antiguos. Pero Herodes insistía: "Es
Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado".
Herodes
había mandado apresar a Juan y lo había metido y encadenado en la
cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano
Filipo, y Juan le decía: "No te está permitido tener por mujer a la
esposa de tu hermano". Por eso Herodes lo mandó encarcelar.
Herodías
sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida; pero
no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que
era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía
hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.
La
ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus
oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su
cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les
gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la
joven: "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré". Y le juró varias veces:
"Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
Ella
fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" Su madre le contestó: "La
cabeza de Juan el Bautista". Volvió ella inmediatamente junto al rey y
le dijo: "Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de
Juan el Bautista".
El
rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados,
no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo, que
trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel,
trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la
entregó a su madre.
Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios
nuestro, Padre de misericordia, que por el inmenso amor con que nos has
amado, nos diste con inefable bondad a tu Unigénito, concédenos que,
unidos íntimamente a él, te ofrezcamos una digna oblación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
En
verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y
eterno, por Cristo, Señor nuestro.
El
cual, con inmenso amor, se entregó por nosotros en la cruz e hizo salir
sangre y agua de su costado herido, de donde habrían de brotar los
sacramentos de la Iglesia, para que todos los hombres, atraídos hacia el
corazón abierto del Salvador, pudieran beber siempre, con gozo, de la
fuente de la salvación.
Por eso, con todos los ángeles y los santos te alabamos, diciendo sin cesar: Santo, Santo, Santo …
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN. Jn 19, 34
Uno de los soldados le traspasó el costado con su lanza, e inmediatamente salió sangre y agua.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo
participado de tu sacramento de amor, imploramos, Señor, tu clemencia,
para que, configurados con Cristo en la tierra, merezcamos compartir su
gloria en el cielo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
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Es que, por mucho que insistan, nosotros no estamos llamados a tener una doble vida. Si empiezas a vivir dividido, te debatirás entre una y otra, y vivirás en permanente tensión. Querrás acabar con todo lo que intente despertar tu adormecida conciencia y buscarás siempre tu autojustificación (para eso somos maestros, ¡qué facilidad para encontrar argumentos a favor de nuestras acciones, aún sabiendo que no tenemos razón, y cuanto nos cuesta dar nuestro brazo a torcer!) La conciencia es difícil acallarla, pero cerrar la boca (o cortar la cabeza), a quien te recuerda que estás llamado a vivir como hijo de Dios es mucho más fácil.
El problema no está sólo en pecar, sino en no arrepentirse de ello. Las páginas de la Biblia están llenas de hombres buenos (como David) pero con tendencia a olvidarse de Dios y pecar. Muchos de ellos se arrepintieron, y tuvieron su premio. Entre ellos, san Pedro. Otros, como Judas Iscariote, no se acogieron a la segunda oportunidad, y tuvieron el final que tuvieron.
Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre. Símbolo de misericordia, de acogida y de perdón. Si perseveramos hasta el final, a pesar de los problemas, tendremos la seguridad de poder asirnos a la mano tendida que Él ofrece.
Hoy hay motivos para orar pedirle fuerzas a Dios y seguir hasta el final .