LECTURAS DEL JUEVES V DEL T. ORDINARIO 9 DE FEBRERO (VERDE)
"Deja que coman primero los hijos. No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos".
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 77, 23-25
Abrió
Dios las compuertas del cielo e hizo llover sobre ellos el maná para
que lo comieran; les dio un trigo celeste, y el hombre comió pan de
ángeles.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, que llevaste a cabo la obra de la redención humana por el
misterio pascual de tu Unigénito, concede, benigno, que quienes
anunciamos llenos de fe por medio de los signos sacramentales, su muerte
y resurrección, experimentemos un continuo aumento de tu salvación. Por
nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Serán los dos una sola carne.
Del libro del Génesis: 2, 18-25
En
aquel día, dijo el Señor Dios: "No es bueno que el hombre esté solo.
Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude". Entonces el Señor
Dios formó de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros
del cielo, y los llevó ante Adán para que les pusiera nombre y así todo
ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.
Así,
pues, Adán les puso nombre a todos los animales domésticos, a los
pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no hubo ningún ser
semejante a Adán para ayudarlo.
Entonces
el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño, y mientras
dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío. Y de
la costilla que le había sacado al hombre, Dios formó una mujer. Se la
llevó al hombre y éste exclamó:
"Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Ésta será llamada mujer, porque ha sido formada del hombre".
Por
eso el hombre abandonará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer
y serán los dos una sola carne. Por entonces los dos estaban desnudos,
el hombre y su mujer, pero no sentían vergüenza por ello.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 127
R/. Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien. R/.
Su mujer, como vid fecunda, en medio de su casa; sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de su mesa. R/.
Ésta
es la bendición del hombre que teme al Señor: "Que el Señor te bendiga
desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu
vida". R/.
ACLAMACIÓN Sant 1, 21
R/. Aleluya, aleluya.
Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. R/.
Los perritos debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.
En
aquel tiempo, Jesús salió de Genesaret y se fue a la región donde se
encuentra Tiro. Entró en una casa, pues no quería que nadie se enterara
de que estaba ahí, pero no pudo pasar inadvertido. Una mujer, que tenía
una niña poseída por un espíritu impuro, se enteró enseguida, fue a
buscarlo y se postró a sus pies.
Cuando
aquella mujer, una siria de Fenicia y pagana, le rogaba a Jesús que le
sacara el demonio a su hija, él le respondió: "Deja que coman primero
los hijos. No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a
los perritos". La mujer le replicó: "Sí, Señor; pero también es cierto
que los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los
niños".
Entonces
Jesús le contestó: "Anda, vete; por eso que has dicho, el demonio ha
salido ya de tu hija". Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija
recostada en la cama, y ya el demonio había salido de ella.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor,
al celebrar el memorial de nuestra salvación, imploramos humildemente
tu clemencia, a fin de que este sacramento de amor sea para nosotros
signo de unidad y vínculo de caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 6, 51-52
Yo
soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor. El que coma de
este pan vivirá eternamente. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne,
para que el mundo tenga vida.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios
nuestro, que la participación en este banquete celestial nos
santifique, de modo que, por la recepción del Cuerpo y la Sangre de
Cristo, se estreche entre nosotros la unión fraterna. Él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
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Pero el texto del Génesis dice mucho más, y cosas que no se encuentran en el resto de literaturas antiguas: sólo ella está al nivel del varón (no los animales), es carne de su carne, y están llamados a ser una sola carne, y a vivir en apertura mutua, transparencia y confianza. Hermoso proyecto de Dios: matrimonio monogámico, complementariedad de sexos, vivencia serena y gozosa de la diferencia, felices los dos por el jardín…
Jesús encontró este plan divino muy conculcado: la mujer era objeto del capricho del varón, de un supuesto derecho a “usar y tirar”. Él proclamó solemnemente que “al principio no fue así” (Mt 19,8), e intentó rectificarlo. ¿Qué nos diría hoy? Pienso que no sintonizaría con un feminismo resentido y agresivo (que es otra forma de poner guerra entre los sexos, y en la sociedad), pero sí con los movimientos, humanos y eclesiales, de apoyo a las parejas para que vivan en felicidad, sin “sentir vergüenza” mutua, ni rencores y resentimientos. ¡Qué bella la sana vida matrimonial! Y al mismo tiempo, ¡qué frágil la afectividad y la sexualidad humana, capaz de lo más bello y noble y también de lo más abyecto! Nos conviene volver a algunas páginas del papa Francisco en su Amoris Laetitia.
Pero no concluyamos nuestra reflexión de hoy sin hacer unos subrayados en el evangelio. Hay de entrada algo llamativo. ¿Cómo es posible que Jesús vaya a Tiro y al mismo tiempo rehúse hacer el bien a los tirios? ¿A qué ha ido entonces? Probablemente el evangelista designa como “regiones de Tiro” zonas fronterizas de Galilea, que, intermitentemente, han pertenecido a un Estado u otro; pero el lugar debe de ser más bien judío. Jesús se atiene normalmente al plan veterotestamentario de poner “firme el monte de la casa del Señor” (Is 2,2; Miq 4,1), es decir, reconducir al pueblo de la alianza a su fidelidad primigenia, de modo que resulte un luminoso “reclamo” y las demás naciones se apresuren a participar en su tesoro religioso .