LECTURAS DEL DOMINGO VI DEL T. ORDINARIO 12 DE FEBRERO (VERDE)
Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno.
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 30, 3-4
Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras; y pues eres mi baluarte y mi refugio, acompáñame y guíame.
Se dice Gloria
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, que prometiste poner tu morada en los corazones rectos y
sinceros, concédenos, por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes
habitar en nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Dios no ha dado a nadie permiso de pecar.
Del libro del Sirácide (Eclesiástico): 15, 16-21
Si
tú lo quieres, puedes guardar los mandamientos; permanecer fiel a ellos
es cosa tuya. El Señor ha puesto delante de ti fuego y agua; extiende
la mano a lo que quieras. Delante del hombre están la muerte y la vida;
le será dado lo que él escoja.
Es
infinita la sabiduría del Señor; es inmenso su poder y él lo ve todo.
Los ojos del Señor ven con agrado a quienes lo temen; el Señor conoce
todas las obras del hombre. A nadie le ha mandado ser impío y a nadie le
ha dado permiso de pecar.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 118
R/. Dichoso el que cumple la voluntad del Señor.
Dichoso
el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dichoso
el que es fiel a sus enseñanzas y lo busca de todo corazón. R/.
Tú,
Señor, has dado tus preceptos para que se observen exactamente. Ojalá
que mis pasos se encaminen al cumplimiento de tus mandamientos. R/.
Favorece a tu siervo para que viva y observe tus palabras. Ábreme los ojos para ver las maravillas de tu voluntad. R/.
Muéstrame,
Señor, el camino de tus leyes y yo lo seguiré con cuidado. Enséñame a
cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. R/.
Predicamos una sabiduría misteriosa prevista por Dios antes de los siglos, para conducirnos a la gloria.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 2, 6-10
Hermanos:
Es cierto que a los adultos en la fe les predicamos la sabiduría, pero
no la sabiduría de este mundo ni la de aquellos que dominan al mundo,
los cuales van a quedar aniquilados. Por el contrario, predicamos una
sabiduría divina, misteriosa, que ha permanecido oculta y que fue
prevista por Dios desde antes de los siglos, para conducirnos a la
gloria. Ninguno de los que dominan este mundo la conoció, porque, de
haberla conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Pero
lo que nosotros predicamos es, como dice la Escritura, que lo que Dios
ha preparado para los que lo aman, ni el ojo lo ha visto, ni el oído lo
ha escuchado, ni lamente del hombre pudo siquiera haberlo imaginado. A
nosotros, en cambio, Dios nos lo ha revelado por el Espíritu que conoce
perfectamente todo, hasta lo más profundo de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN Cfr. Mt 11, 25
R/. Aleluya, aleluya.
Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R/.
Han oído lo que se dijo a los antiguos; pero yo les digo…
Del santo Evangelio según san Mateo: 5,17-37
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No crean que he venido a
abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles
plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que
deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo
tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a
los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los
cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro
que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos,
ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han
oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado
ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano,
será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano,
será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será
llevado al fuego del lugar de castigo.
Por
lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas
allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu
ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y
vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario,
mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el
juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de
allí hasta que hayas pagado el último centavo.
También
han oído que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio. Pero yo
les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió
adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti
ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder
una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de
castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y
arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y
no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.
También
se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado
de divorcio; pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de
que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio, y el que
se casa con una divorciada comete adulterio.
Han
oído que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al
Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No
juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni
por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que
es la ciudad del gran Rey.
Tampoco
jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de
tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo
que se diga de más, viene del maligno".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Con el corazón solidario y unido con el mundo entero, presentemos nuestras plegarias al Padre.
Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.
Por la paz en todo el mundo, por la prosperidad de la santa Iglesia y por la unión de todos los hombres. Oremos.
Por nuestros gobernantes, para que bajo su dirección tengamos una vida justa y pacífica. Oremos.
Por los enfermos y aquellos que los cuidan, para que experimenten el consuelo y fortaleza de Dios. Oremos.
Por
nuestros familiares y amigos que han muerto en la esperanza de la
resurrección, para que Dios les conceda el reposo eterno. Oremos.
Escucha, Padre, nuestras plegarias y llénanos de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que
esta ofrenda, Señor, nos purifique y nos renueve, y se convierta en
causa de recompensa eterna para quienes cumplimos tu voluntad. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio para los domingos del Tiempo ordinario.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 77, 29-30
El Señor colmó el deseo de su pueblo; no lo defraudó. Comieron y quedaron satisfechos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Queridos hermanos
Estamos en el capítulo cinco de San Mateo, que comenzó con las Bienaventuranzas y nos daban una clave distinta de actuación, más allá de la ley o los diez mandamientos. Ésto es lo que se nos anuncia en este domingo. Jesús nos dice: “No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud”, “Habéis oído que se dijo a los antiguos, pero yo os digo”. Las enseñanzas del Maestro son más exigentes, van más allá de la ley; los que estaban acostumbrados a confesarse repasando los diez mandamientos, se darán cuenta, que es más duro hacerlo revisando las siete Bienaventuranzas.
Pone algunos ejemplos: “Se dijo: no matarás. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano imbécil, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama renegado, merece la condena del fuego”. Sin duda es una exageración, que muestra que el Reino de los cielos, nos invita a vivir en la fraternidad, que es mucho más que no matar. Está en la línea de todo el capítulo, cuando nos habla de poner la otra mejilla, de dar el manto y acompañar dos leguas.
“Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda”. Con lo fácil que es depositar la ofrenda, sobre todo si es económica, unos euros en el cestillo o en el cepillo de Cáritas, decir los pecados al sacerdote y volver a casa justificado. Pues no; hay que reconciliarse, “arreglarse enseguida, mientras vais todavía de camino” y es que el pedir perdón al hermano, al marido, a los hijos, vecinos, puede parecernos nuevo, a mi me sobra con decírselo al confesor, pero hace más de dos mil años que se dijo.
Parece claro, que hemos tomado del Evangelio, lo que más se asemeja a lo que pensamos y las siguientes palabras del texto, las repetimos al pie de la letra: No cometerás adulterio, no está permitido divorciarse de su mujer. Aquí, no hay contexto, ni interpretaciones, es curioso, lo que hace referencia a lo sexual es más preceptivo que lo social, hacer justicia, estar al lado de los pobres, parece ser optativo. Todo es Palabra de Dios y a todo hay que aplicarle el amor y debe ser interpretada desde la enseñanza y la vida de Jesús, que es el intérprete definitivo de la Escritura. Toda la ley se cumple en una sola palabra, a saber, el mandamiento de amor al prójimo.
El texto es radical: “Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo”, “Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala”, “Yo os digo no juréis en absoluto”. Se nos propone ser perfectos, así nos lo recuerda el Evangelio que leeremos el próximo domingo, continuación de éste y que después de hablarnos del amor a los enemigos, resume, en el versículo cuarenta y ocho: “Sed, pues, perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial”. Este es el pensamiento de fondo y la profundidad de todas estas expresiones que pueden parecernos excesivas, pero que nos invitan a caminar en la voluntad del Señor.
Al final, en nuestras comunidades y parroquias, tendremos que decir con el Salmo responsorial: “Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón”. Dichoso, feliz, bienaventurado y continuar su lectura hasta llegar al final: “Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, y lo seguiré puntualmente; enséñame a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón”.
Ciudad Redonda
Julio Cesar Rioja