LECTURAS DEL MARTES IV DEL T. ORDINARIO 31 DE ENERO SAN JUAN BOSCO PRESBÍTERO (BLANCO)
"¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida".
ANTÍFONA DE ENTRADA Mc 10, 14
Dejen que los niños se acerquen a mí, y no se lo impidan, porque de ellos es el Reino de Dios, dice el Señor.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, que suscitaste a san Juan Bosco, presbítero, como padre y
maestro de la juventud, concédenos que, inflamados por un amor semejante
al suyo, busquemos el bien de las almas y vivamos entregados a tu
servicio. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.
De la carta a los hebreos: 12, 1-4
Hermanos:
Rodeados, como estamos, por la multitud de antepasados nuestros, que
dieron prueba de su fe, dejemos todo lo que nos estorba; librémonos del
pecado que nos ata, para correr con perseverancia la carrera que tenemos
por delante, fija la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe.
El, en vista del gozo que se le proponía, aceptó la cruz, sin temer su
ignominia, y por eso está sentado a la derecha del trono de Dios.
Mediten,
pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta oposición de parte
de los pecadores, y no se cansen ni pierdan el ánimo. Porque todavía no
han llegado ustedes a derramar su sangre en la lucha contra el pecado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 21
R/. Alaben al Señor los que lo buscan.
Le
cumpliré mis promesas al Señor delante de sus fieles. Los pobres
comerán hasta saciarse y alabarán al Señor los que lo buscan: su corazón
ha de vivir para siempre. R/.
Recordarán
al Señor y volverán a él desde los últimos lugares del mundo; en su
presencia se postrarán todas las familias de los pueblos. Sólo ante él
se postrarán todos los que mueren. R/.
Mi
descendencia lo servirá y le contará a la siguiente generación, al
pueblo que ha de nacer, la justicia del Señor y todo lo que él ha hecho.
R/.
ACLAMACIÓN Mt 8, 17
R/. Aleluya, aleluya.
Cristo hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores. R/.
Óyeme, niña, levántate!
Del santo Evangelio según san Marcos: 5, 21-43
En
aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago,
se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó
uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó
a sus pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando.
Ven a imponerle las manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él,
y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.
Entre
la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce
años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso
toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de
Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto,
pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente
se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba
curada.
Jesús
notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió
hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?" Sus
discípulos le contestaron: "Estás viendo cómo te empuja la gente y
todavía preguntas: `¿Quién me ha tocado?’ " Pero él seguía mirando
alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer,
asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a
sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: "Hija,
tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".
Todavía
estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de
la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues
molestando al Maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo
al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe". No permitió que
lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al
llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la
gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo:
"¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está
dormida". Y se reían de él.
Entonces
Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus
acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le
dijo: "¡Talitá, kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!" La
niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a
caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que
no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que
te sea aceptable, Señor, la ofrenda de tu pueblo santo, en la
conmemoración de san Juan Bosco, y concede que, por la participación en
este sacramento, demos pruebas de tu amor. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 18, 3
Dice el Señor: si no cambian y se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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El evangelio de hoy debe sobrecogernos si somos capaces de no perdernos en lo anecdótico.
Alrededor de Jesús surge la vida, la muerte es vencida y los sin-esperanza renacen. Jesús aparece ante nosotros como el único médico capaz de dar al ser humano su genuina dignidad, la paz autentica, la vida verdadera.
Ojalá los cristianos supiéramos de verdad celebrar la vida, es decir, esperar contra toda esperanza que la VIDA es más fuerte que la muerte. Esta aparece siempre más poderosa, porque la violencia, el caos,... son su rostro, y el amor ¡parece tan débil!. Sobre todo hoy que vivimos en un mundo que al mismo tiempo que exalta y defiende la vida, la juventud, la diversión, el ocio... inventa nuevas formas de muerte.
Celebremos la vida nueva que surgió de la muerte de Jesús, aquí debemos aprender a leer el misterio de la vida, tan cercano siempre a la muerte. Pues la vida está ligada esencialmente al amor, y ¿en que consiste amar sino en dar la vida libremente hasta la muerte?
El odio, el egoísmo, la insolidaridad, la injusticia, la pasividad engendran muerte. Quién lucha contra las formas de muerte, crea y comunica vida. Quién arriesga su vida y corre la carrera que le toca, sin retirarse, cansarse, desanimarse; quien da su vida por amor hace posible la esperanza y la vida de los otros. Sólo el amor crea vida y la devuelve a quien la ha perdido .
Ciudad Redonda