LECTURAS DEL MARTES II DE FERIA DE NAVIDAD 3 DE ENERO (BLANCO)
‘Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo’.
ANTÍFONA DE ENTRADA Flp 2, 10-11
Que
al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra, en
los abismos, y que toda lengua proclame que Jesucristo es el Señor,
para la gloria de Dios Padre.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, que en la encarnación de tu Palabra pusiste el cimiento de la
salvación del género humano, dale a tu pueblo la misericordia que te
pide con insistencia, para que todos sepan que no existe otro nombre que
deba ser invocado, sino el de tu Unigénito. Él, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los
siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
El que permanece en Dios no peca.
De la primera carta del apóstol san Juan: 2, 29-3, 6
Queridos
hijos: Si ustedes saben que Dios es santo, tienen que reconocer que
todo el que practica la santidad ha nacido de Dios. Miren cuánto amor
nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino
que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha
reconocido a Él.
Hermanos
míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo
seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando Él se manifieste, vamos a ser
semejantes a Él, porque lo veremos tal cual es.
Y
todo el que tiene puesta en Él esta esperanza, procura ser santo, como
Jesucristo es santo. Todo el que comete pecado quebranta la ley, puesto
que el pecado es quebrantamiento de la ley. Y si saben ustedes que Dios
se manifestó para quitar los pecados, es porque en Él no hay pecado.
Todo el que permanece en Dios, no peca. Todo el que vive pecando, es
como si no hubiera visto ni conocido a Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 97
R/. Aclamemos con júbilo al Señor.
Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. R/.
La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor. R/.
Cantemos al Señor al son del arpa, suenen los instrumentos. Aclamemos al son de los clarines al Señor, nuestro rey. R/.
ACLAMACIÓN Jn 1, 14. 12
R/. Aleluya, aleluya.
Aquel
que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. A todos los
que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios. R/.
Este es el Cordero de Dios.
Del santo Evangelio según san Juan: 1, 29-34
En
aquel tiempo, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y
exclamó: "Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo.
Éste es aquel de quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene
precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’. Yo no lo conocía,
pero he venido a bautizar con agua, para que Él sea dado a conocer a
Israel".
Entonces
Juan dio este testimonio: "Vi al Espíritu descender del cielo en forma
de paloma y posarse sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a
bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja y se posa el
Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo’.
Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al
presentarte estos dones que tu generosidad nos concede, te rogamos,
Señor, que así como diste a Cristo, obediente hasta la muerte, el nombre
por el que debemos salvarnos, nos concedas también a nosotros que nos
proteja tu poder. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de Navidad
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 8, 2
¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
https://www.facebook.com/snfranciscoxavier.comunidadcatolica
¡Somos hijos de Dios!
El pecado, ¿humaniza o deshumaniza? Los intentos de rebajar el mesianismo de Cristo de los que hablábamos ayer, responden con frecuencia al deseo de “humanizar” su figura, que, por su carácter divino y, por eso mismo, santo, puro y sin pecado, nos parece demasiado sublime y alejada de nuestra realidad humana. Esto se puede entender porque los seres humanos en exceso perfectos se nos antojan también demasiado elevados, y alguna que otra debilidad parece acercarlos al común de los mortales. Pero esto es una falsa impresión. Hay formas de “perfección” que se parecen muy poco a la perfección de Dios: la conciencia de la propia justicia puede llevar a la soberbia, al juicio duro e inmisericorde, al alejamiento respecto de los demás seres humanos. Pero es claro que esta perfección es ficticia: el peor pecado no es el que deriva de las debilidades humanas, sino el de soberbia, la autoafirmación de sí, que niega de paso a los demás, como les sucedía a los fariseos, y a aquellas monjas jansenistas de Port Royal, de las que se decía que eran puras como ángeles y soberbias como demonios.
La pureza de Jesús, la ausencia en él de pecado, es muy de otro tipo: no es una autoafirmación soberbia, sino, al contrario, un humilde abajamiento (cf. Flp 2, 7). No sólo no lo aleja de nosotros, sino que lo hace cercano, carne de nuestra carne, y, por eso mismo, capaz de sentir con nuestros propios sentimientos, de compadecerse. Precisamente porque no tiene pecado, por eso carga sobre sí y quita el pecado del mundo.
El pecado, por el contrario, endurece el corazón y nos aleja de nuestros semejantes, bloquea la capacidad de compadecer: así, el egoísta que sólo piensa en sí mismos y usa a los demás en beneficio propio, o el que es víctima de vicios, que lo cierran sobre sí mismo, dificultando o, incluso, impidiendo, la apertura a los demás; también, claro, el soberbio, que en nombre de una presunta perfección o justicia condena a los demás sin misericordia.
La perfección de Jesús es el amor misericordioso de Dios que nos purifica por el bautismo y la penitencia y, así, nos libera de los pecados, que desfiguran nuestra humanidad. Es la perfección de un amor y una misericordia que nos humaniza, nos ayuda a ser nosotros mismos, a encontrar la verdad de nuestra vida, que consiste en que somos, de verdad,hijos de Dios
Ciudad Redonda
jose M Vega