LECTURAS DEL SÁBADO II DE FERIA DE NAVIDAD 7 DE ENERO (BLANCO)
Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora.
ANTÍFONA DE ENTRADA
María
dio a luz al Rey eterno, y con el gozo de ser madre, lleva el honor de
la virginidad: no se vio nada semejante antes de ella, ni se verá
después.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, que por la fecunda virginidad de María diste al género humano el
don de la salvación eterna, concédenos sentir la intercesión de aquella
por quien recibimos al autor de la vida, Jesucristo, tu Hijo, Señor
nuestro. Él, que vive reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Dios nos escucha en todo lo que le pedimos conforme a su voluntad.
De la primera carta del apóstol san Juan: 5, 14-21
Queridos
hijos: La confianza que tenemos en Dios consiste en que, si le pedimos
algo conforme a su voluntad, Él nos escucha. Si estamos seguros de que
escucha nuestras peticiones, también lo estamos de poseer ya lo que le
pedimos. Si alguno ve que su hermano comete un pecado de los que no
llevan a la muerte, que pida por él y le obtendrá la vida. Esto vale
para los que cometen pecados que no llevan a la muerte, porque hay un
pecado que sí lleva a la muerte (por ése no digo que se pida). Toda mala
acción es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte. Sabemos
que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Hijo de Dios lo
protege, y no lo toca el demonio. Sabemos que somos de Dios, mientras
que el mundo entero yace en poder del demonio. También sabemos que el
Hijo de Dios ha venido ya y que nos ha dado inteligencia para conocer al
Dios verdadero. Nosotros permanecemos fieles al único verdadero, porque
permanecemos en su Hijo Jesucristo. Él es el verdadero Dios y la vida
eterna. Hijos míos, no adoren a los ídolos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 149
R/. El Señor es amigo de su pueblo.
Entonen
al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su
creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo. R/.
En
honor de su nombre, que haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles. El
Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes. R/.
Que
se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus
hogares, que alaben al Señor con sus palabras, porque en esto su pueblo
se complace. R/.
ACLAMACIÓN Lc 7, 16
R/. Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R/.
La primera señal milagrosa de Jesús, en Caná de Galilea.
En
aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la
madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como
llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: "Ya no tienen vino".
Jesús le contestó: "Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega
mi hora". Pero ella le dijo a los que servían: "Hagan lo que él les
diga".
Había
allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían
para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían:
"Llenen de agua esas tinajas". Y las llenaron hasta el borde. Entonces
les dijo: "Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo".
Así
lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino,
sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó
al novio y le dijo: "Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando
los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en
cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora".
Esto
que Jesús hizo en Caná de Galilea fue la primera de sus señales
milagrosas. Así mostró su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Al
celebrar este tiempo dichoso, que consagraste con el nacimiento de tu
Unigénito el parto de la Virgen María, te pedimos, Señor, que esta
ofrenda nos santifique y nos conceda renacer en Cristo. Él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 11, 27
Dichoso el vientre de la Virgen María, que llevó al Hijo del eterno Padre.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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¡Convertíos!
Tras celebrar la manifestación del Señor, la fiesta de la Epifanía, la Palabra empieza a hablar, Jesús comienza su ministerio. Las palabras y las acciones de Jesús son como una luz que brilla en la oscuridad. La profecía de Isaías, que recogía la liturgia de la Vigilia de Navidad, se está haciendo realidad visible. Es importante caer en la cuenta de este contraste entre la luz y las tinieblas. Jesús actúa en un medio hostil, en un mundo dividido por fuerzas en oposición y en lucha. Y esto impone la necesidad de discernir. No todo es compatible con la fe en Jesucristo. Algunas veces el discernimiento resulta fácil, pues la oposición al espíritu del evangelio es frontal; pero es frecuente que cosas (actitudes, ideas, modos de actuación, etc.) en apariencia inocentes o incluso positivas (por ejemplo, ciertas formas de espiritualidad), sean, en realidad, contrarias a él (si, por ejemplo, nos conducen a una forma panteísta de entender a Dios y al mundo, o reducen el amor a una impersonal “energía positiva”). El criterio de discernimiento que nos propone Juan en su primera Carta no puede ser más claro y sencillo: la fe en Jesucristo y el amor mutuo. El amor y la verdad no pueden ir por separado: la verdad de Jesucristo no puede no traducirse en actitudes concretas de apertura y entrega a los hermanos; el amor cristiano no puede no sustentarse en la fe en Jesucristo. Es esta misma fe la que nos sostiene frente a posibles desalientos; si a veces nos parece que las fuerzas del mal son más poderosas y tienen las de ganar, disponemos de un modo para superar esa tentación y comprobar que el espíritu de la verdad es más grande que el espíritu del error: volvernos a Jesucristo, que se ha acercado a nuestra vida cotidiana (a nuestro particular Cafarnaún), y dejarnos iluminar por su luz, permitiéndole que cure nuestras enfermedades. Esto es, podemos comprobar en nosotros mismos cómo el bien triunfa sobre el mal. Y es que en Jesús se ha hecho cercano y accesible el Reino de Dios, y es posible, en consecuencia, vivir en la luz, aunque reine la oscuridad, es posible vivir ya como ciudadanos del Reino en medio del mundo, como hermanos de todos, pese a las divisiones reinantes. Al acoger en nosotros por la fe y el amor el mensaje de Jesús, ensanchamos las fronteras de ese Reino ycontribuimos a su victoria.
Jose M Vegas
Ciudad Redonda