Misal del dia de hoy Domingo 8 de Enero 2017 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL DOMINGO 8 DE ENERO SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR (BLANCO)


Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.


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ANTÍFONA DE ENTRADA cfr. MI 3, 1; 1 Cro 19, 12

Miren que ya viene el Señor todopoderoso; en su mano están el reino y la potestad y el imperio.

Se dice Gloria

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que en este día manifestaste a tu Unigénito a las naciones, guiándolas por la estrella, concede a los que ya te conocemos por la fe, que lleguemos a contemplar la hermosura de tu excelsa gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

La gloria del Señor alborea sobre ti.

clip_image002Del libro del profeta Isaías: 60, 1-6


Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes al resplandor de tu aurora.


Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará y se ensanchará cuando se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Del salmo 71

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R/. Que te adoren, Señor, todos los pueblos.

Comunica, Señor, al rey tu juicio, y tu justicia al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente. R/.


Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra. R/.

Los reyes de Occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante Él se postrarán todos los reyes y todas las naciones. R/.

Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado. R/.

También los paganos participan de la misma herencia que nosotros.

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De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 3, 2-3. 5-6

Hermanos: Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado en favor de ustedes. Por revelación se me dio a conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: es decir, que por el Evangelio, también los paganos son coherederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN Mt 2, 2

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R/. Aleluya, aleluya.


Hemos visto su estrella en el Oriente y hemos venido a adorar al Señor. R/.


Hemos venido de Oriente para adorar al rey de los judíos.

clip_image007Del santo Evangelio según san Mateo: 2, 1-12


Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo".


Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel".

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo". Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Credo

PLEGARIA UNIVERSAL


Oremos con el espíritu bien dispuesto al mundo entero.

Después de cada petición diremos: Escúchanos, Padre.

Por la santa Iglesia de Dios, que ilumine a los hombres con la luz que resplandece en el rostro de Cristo. Oremos.

Por los hombres y mujeres de buena voluntad que no han descubierto aún el gozo de la fe. Oremos.

Por los países de misión, y para que cada vez sean más los presbíteros y religiosos, hijos de aquellas tierras. Oremos.

Por los niños y niñas que hoy viven esta  fiesta llenos de alegría, y por aquellos que sufren la pobreza o el abandono. Oremos.

Por las enfermeras, enfermeros, y por aquellos a quienes atienden. Oremos.

Por cada uno de nosotros que hemos sido llamados de las tinieblas a la luz admirable de Cristo. Oremos.

Escucha, Padre, nuestra oración, y derrama tu Espíritu en nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira con bondad, Señor, los dones de tu Iglesia, que no consisten ya en oro, incienso y mirra, sino en lo que por esos dones se representa, se inmola y se recibe como alimento, Jesucristo, Señor nuestro. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio de la Epifanía

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN cfr. Mt 2, 2

Hemos visto su estrella en el Oriente y venimos con regalos a adorar al Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Señor, que tu luz celestial siempre y en todas partes vaya guiándonos, para que contemplemos con ojos puros y recibamos con amor sincero el misterio del que quisiste hacernos partícipes. Por Jesucristo, nuestro Señor.



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La liturgia, nos invita una vez más a recordar nuestro bautismo. La verdad, que es el primer sacramento y por el cual accedemos a la Iglesia, pero quizás, sea del que somos menos conscientes y no sólo porque lo recibimos de niños. El bautismo de Jesús no es una anécdota más en su vida, en este momento está presente toda la Santísima Trinidad: el Padre que habla desde el cielo, el Espíritu Santo en forma de paloma, que se posa sobre el “predilecto”. Está claro, que es el elegido para una misión específica, y nosotros: ¿no debemos pensar que nuestro bautismo es un proceso que nos compromete a seguir al Hijo?
A partir del bautismo, de esta presentación en público, comienza Jesús sus obras y palabras, del mismo modo, nosotros al ser bautizados, somos elegidos para ser miembros de su pueblo y mensajeros del Evangelio. Bautizarse es recibir la fuerza del Espíritu, como dice Pedro en la segunda lectura de los Hechos de los Apóstoles: “Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios por la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él”. Esa fuerza nos llevará a cumplir la primera lectura de Isaías: “Yo, el Señor, te he llamado con justicia. Para que abras los ojos a los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la misma mazmorra a los que habitan en las tinieblas”.
Estar bautizado exige asumir una misión y una identidad, ésta no se puede adquirir cuando se es niño, por eso necesita un acompañamiento, durante las diversas etapas de la vida. Hasta hoy los sacramentos del Bautismo, Eucaristía y Confirmación (que son los de la iniciación cristiana), se recibían en un contexto de una vida familiar orientada a la fe y sostenida por un recorrido catequético de preparación. Ahora en cambio, hay familias que no piden el bautismo para sus niños; chicos bautizados, que no acuden a los demás sacramentos de la iniciación; y si acceden, desertan de la Misa Dominical después de la comunión, lo mismo vale, para los que desaparecen de la vida eclesial, después de haber recibido el sacramento de la Confirmación. Se trata de una crisis seria en la iniciación, que impone un replanteamiento de la pastoral ordinaria.
Desde hace tiempo en nuestras parroquias, hemos tratado de “iniciar en los sacramentos”, con un considerable esfuerzo, gasto de energías y buena voluntad. Quizás, deberíamos empezar más decididamente; “a iniciar a través y desde los sacramentos”. Dejar de gastar tantas fuerzas en él durante la preparación o hacerlo de otra manera y sobre todo, potenciar el después. Se necesita una perspectiva catecumenal, que incluya a padres, hijos y catequistas. Un camino que se desarrolla en etapas, con recorridos diferenciados e integrados y que comienza en el momento del bautismo (pre-bautismales). Basado en el conocer, celebrar y vivir, con un acento especial en el servicio a los pobres y el compromiso en la realidad.
Es preciso, por tanto, valorar los momentos, (todos, no sólo los que pertenecen a la vida comunitaria), en los que la parroquia, se pone en contacto con el mundo alejado, despistado e incapaz de dar nombre a la propia búsqueda. Es tiempo de ir (Mc 3, 14-15). Jesús piensa en la comunidad, en función de la misión y no al revés, y es en el bautismo donde comienza su misión. Debemos en nuestra Iglesia, recobrar la importancia del bautismo, que es el ingreso en un horizonte nuevo de la vida, no en un club, sino en una casa, en un hogar, el de Dios, el nuestro. El bautismo es la declaración de hijos o mejor dicho, de que Dios es Padre.
Es pasar de Adán y una vida marcada por la expulsión, el miedo, la culpa, el pecado. A una vida regida por Jesús y su perdón, misericordia, gratuidad y esperanza. Por eso, podemos dedicarnos a disfrutar y aportar lo poco que tenemos, a mejorar esa casa que es el mundo, la casa más cercana de nuestra comunidad, (la Iglesia, nuestra parroquia) y la casa familiar. Sin olvidar, que debemos comunicar a otros lo que nos ha pasado, lo que nos ha traído el bautismo, trabajando por la justicia, la paz y la libertad .

Ciudad Redonda

Juan Cesar Rioja