Misal del dia de hoy Sabado 3 de Diciembre 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL SÁBADO I DE ADVIENTO 3 DE DICIEMBRE SAN FRANCISCO JAVIER PRESBÍTERO (BLANCO)


"La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos".


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ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 17, 50; 21, 23

Te alabaré entre las naciones, Señor, y anunciaré tu nombre a mis hermanos.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que por la predicación de san Francisco Javier adquiriste para ti muchos pueblos, concede que el corazón de tus fieles arda con ese mismo celo por la fe, para que así tu Iglesia santa se alegre al ver crecer, en todas partes, el número de tus hijos. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

El Señor se compadece de ti al oír el clamor de tu voz.

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Del libro del profeta Isaías: 30, 19-21. 23-26

Esto dice el Señor Dios de Israel: "Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no volverás a llorar. El Señor misericordioso, al oír tus gemidos, se apiadará de ti y te responderá, apenas te oiga. Aunque te dé el pan de las adversidades y el agua de la congoja, ya no se esconderá el que te instruye; tus ojos lo verán. Con tus oídos oirás detrás de ti una voz que te dirá: ‘Éste es el camino. Síguelo sin desviarte, ni a la derecha, ni a la izquierda’.

El Señor mandará su lluvia para la semilla que siembres y el pan que producirá la tierra será abundante y sustancioso. Aquel día, tus ganados pastarán en dilatadas praderas. Los bueyes y los burros que trabajan el campo, comerán forraje sabroso, aventado con pala y bieldo.

En todo monte elevado y toda colina alta, habrá arroyos y corrientes de agua el día de la gran matanza, cuando se derrumben las torres. El día en que el Señor vende las heridas de su pueblo y le sane las llagas de sus golpes, la luz de la luna será como la luz del sol; será siete veces mayor, como si fueran siete días en uno". 

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 146

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R/. Alabemos al Señor, nuestro Dios.

Alabemos al Señor, nuestro Dios, porque es hermoso y justo el alabarlo. El Señor ha reconstruido a Jerusalén y a los dispersos de Israel los ha reunido. R/.

El Señor sana los corazones quebrantados y venda las heridas. Tiende su mano a los humildes y humilla hasta el polvo a los malvados. R/.

Él puede contar el número de estrellas y llama a cada una por su nombre. Grande es nuestro Dios, todo lo puede; su sabiduría no tiene límites. R/.

ACLAMACIÓN  Is 33, 22

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R/. Aleluya, aleluya.

El Señor es nuestro juez, nuestro legislador y nuestro rey; él vendrá a salvarnos. R/.

Al ver a la multitud se compadeció de ella.

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Del santo Evangelio según san Mateo: 9, 35-10, 1. 6-8

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos".

Después, llamando a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias. Les dijo: "Vayan en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, los dones que te presentamos en la conmemoración de san Francisco Javier, y concédenos que, así como él partió hacia lejanas tierras con el deseo de llevar la salvación a los hombres, así también nosotros, dando eficazmente testimonio del Evangelio, sintamos la urgencia de llegar a ti, en unión de todos los hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 10, 27

Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, dice el Señor; y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que tus sacramentos, Dios nuestro, enciendan en nosotros aquella misma ardiente caridad que inflamó a san Francisco Javier por la salvación de las almas, para que, viviendo más dignamente nuestra vocación, consigamos con él el premio prometido a los buenos servidores. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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Casi sin darnos cuenta vamos avanzando en el camino del Adviento. Es el Señor que viene a salvarnos. El Profeta Isaías  con un tono esperanzador en sus palabras se dirige al pueblo y le dice: “no tendrás que llorar, el Señor se apiadará de ti al oír tu gemido: apenas te oiga, te responderá”. Pero hay que limpiar el corazón de todos los ídolos que no permiten a Dios ser el único Señor de tu vida. “Si te desvías a la derecha o a la izquierda,  tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice: “Éste es el camino, camina por él”, no te dejes engañar apartándote de tu Salvador.
La oración del salmo nos ayuda a confiar sin desanimarnos  en el amor de nuestro Padre Dios porque: “Él sana los corazones destrozados,  venda sus heridas. El Señor sostiene a los humildes,  humilla hasta el polvo a los soberbios”.
El evangelio abre nuestra mente y nuestro corazón a un horizonte cada vez más universal. Los destinatarios de la misericordia de Jesús son los marginados por la sociedad, especialmente por los grupos dirigentes y religiosos: el ancho mundo de los maltratados y abatidos, esos hombres y mujeres de todos los tiempos ante los que Jesús siente una compasión que le conmueve las entrañas. Aquí entran los niños, despreciados y apenas tenidos en cuenta; también la mujer, ser humano considerado de segunda clase para el pueblo judío de entonces y para tantos otros pueblos y culturas de entonces y de hoy. Ellos son los pequeños que los servidores en la comunidad eclesial deben privilegiar.
En la opción preferencial por el pobre es donde la Iglesia se juega la credibilidad de su misión, como insistentemente nos está enseñando el Papa Francisco. El Jubileo de la Misericordia que hemos celebrado a lo largo del año pone al descubierto los campos que están esperando evangelizadores de verdad. 
Pero una Iglesia misionera pobre y comprometida con los pobres está necesariamente abocada, incluso dentro de la propia comunidad cristiana, a encontrar oposición y a ser perseguida, porque exige la eliminación de todas las barreras que discriminan, explotan y oprimen.
Para comprender mejor el mensaje del evangelio de hoy nos sirve contemplar al más grande Misionero que ha tenido la Iglesia Católica a lo largo de los siglos: San Francisco Javier.  El sintió resonar en su alma las palabras de Jesús: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies…»   Puedes leer su vida en el siguiente enlace:   www.corazones.org/santos/francisco_javier.htm
Su ejemplo permanece. Hacen falta seguidores. Hasta el día de hoy Asia sigue siendo el continente más poblado de la tierra y el menos evangelizado. La oración del Adviento “Ven, Señor Jesús”  resuena en este continenteinmenso esperando misioneros como Javier.

Ciudad Redonda 
Carlos latorre