LECTURAS DEL MARTES XXXII DEL T. ORDINARIO 8 DE NOVIEMBRE (VERDE)
¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 22, 4
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo, Señor y Dios mío, tu vara y tu cayado me dan seguridad.
ORACIÓN COLECTA
Señor
Dios, que nos creaste a tu imagen y quisiste que tu Hijo padeciera la
muerte por nosotros, concédenos permanecer siempre vigilantes en la
oración, para que merezcamos salir de este mundo sin mancha de pecado y
descansar llenos de gozo en el seno de tu misericordia. Por nuestro
Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Vivamos de una manera justa y fiel, en espera de la gloriosa venida de Jesucristo, nuestro Dios y Salvador.
De la carta del apóstol san Pablo a Tito: 2, 1-8. 11-14
Querido
hermano: Enseña lo que está de acuerdo con la sana doctrina: que los
ancianos sean sobrios, respetables, sensatos, bien cimentados en la fe,
en el amor y la paciencia.
Que
las ancianas, asimismo, sean respetables en su comportamiento, que se
abstengan de murmurar y de tomar mucho vino; que, con su buen ejemplo,
enseñen a las jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser
sensatas, castas, sobrias, a cuidar bien de su hogar, a ser bondadosas y
obedientes a sus maridos, para que nadie pueda hablar mal del
Evangelio.
Exhorta
igualmente a los jóvenes a ser sensatos en todo y dales tú mismo buen
ejemplo. Cuando enseñes, hazlo con autenticidad y dignidad, con un
lenguaje sano e irreprochable, para que los adversarios tengan que
retirarse, al no poder decir nada malo de nosotros.
Porque
la gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y
nos ha enseñado a renunciar a la vida sin religión y a los deseos
mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y
fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y Salvador,
Cristo Jesús, nuestra esperanza.
Él
se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a
fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a
practicar el bien.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 36
R/. Dios es nuestro Salvador.
Pon
tu esperanza en Dios, practica el bien y vivirás tranquilo en esta
tierra. Busca en él tu alegría y te dará el Señor cuanto deseas. R/.
Cuida
el Señor la vida de los buenos y su herencia perdura; porque aprueba el
camino de los justos y asegura el Señor todos sus pasos. R/.
Apártate
del mal, practica el bien y tendrás una casa eternamente; porque los
justos heredarán la tierra y la habitarán para siempre. R/.
ACLAMACIÓN Jn 14, 23
R/. Aleluya, aleluya.
El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor. R/.
No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer.
Del santo Evangelio según san Lucas: 17, 7-10
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "¿Quién de ustedes, si tiene
un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando
éste regresa del campo: `Entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá
más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y
beba; después comerás y beberás tú?’. ¿Tendrá acaso que mostrarse
agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?
Así
también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan:
‘No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’
".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Así
como venciste nuestra muerte, Señor, con la muerte de tu Unigénito, así
también concédenos, por la eficacia de este sacramento, que,
obedeciendo a tu voluntad hasta la muerte, salgamos de este mundo llenos
de paz y de confianza, hechos partícipes de su gloriosa resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Rm 14, 7-8
Ninguno
de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo. Si vivimos,
para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Por lo
tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo
recibido por estos misterios la prenda de la inmortalidad, te pedimos,
Señor, que el auxilio de tu amor nos ayude en el momento de nuestra
muerte, y que, venciendo las tentaciones del enemigo, seamos acogidos en
el seno de tu eterna gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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Como siempre, Jesús le da la vuelta a la cosa. Ya no se trata de “yo hago cosas y Dios me da poderes”; se trata de “Dios ha hecho obras grandes conmigo y por mí, y por eso yo debo actuar”. Cambia por completo la perspectiva. De eso va la sensación de ser unos siervos inútiles. Más deberíamos hacer por ese Dios que tanto nos ha dado.
Que se nos olvide la mentalidad mercantil o comercial: tres Padrenuestros más dos Avemaría más tres obras de misericordia igual a garantía de respuesta divina favorable. Dios no depende de nuestros deseos. Y cumplir los Mandamientos, aunque es algo deseable, no garantiza nada. No le podemos pedir a Dios el salario, en el sentido en que habitualmente se entiende.
La postura correcta ante la vida es la del siervo que “hace lo que tiene que hacer”, sin tener en cuenta la paga. Es que Dios es el mayor tesoro, la mejor recompensa, la más elevad? paga. Por eso no hace falta nada. Por eso no se tiene derecho a exigir nada.
Es que a los amigos se les hace todo tipo de favores sin esperar recompensa. Sin pedir nada a cambio. Y Dios debe ser para nosotros un amigo muy especial, el primero entre todos, por el que estamos dispuestos a hacer el mayor esfuerzo. No hacen falta contratos o leyes para ayudar a los amigos. Sabemos lo que les hace falta, lo que les molesta e intentamos hacer lo primero y evitar lo segundo.
Los siervos verdaderamente útiles son los que se reconocen “inútiles”, los que saben vivir en el horizonte de Dios. Saben que se podría hacer mucho más, y que todo lo que hacemos siempre está inacabado. Es cuestión de fe. Y la fe es un regalo divino. Si se recibe con gratitud, esa fe y esa conciencia de hacer lo que tenemos que hacer nos ayuda a vivir en plenitud .