Misal del dia de hoy Lunes 7 de Noviembre 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL LUNES XXXII DEL T. ORDINARIO 7 DE NOVIEMBRE (VERDE)


Los apóstoles dijeron entonces al Señor: "Auméntanos la fe".


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ANTÍFONA DE ENTRADA Lc 4,18

El Espíritu del Señor está sobre mí; Él me ha enviado a anunciar la Buena Nueva a los pobres, dice el Señor.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que santificas a tu Iglesia universal en todo pueblo y nación, derrama los dones de tu Espíritu por toda la extensión de la tierra, para que aquello que obró tu favor en los comienzos mismos de la predicación evangélica, ahora también lo difunda por medio de los corazones de los creyentes. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Establece presbíteros en cada ciudad, como te lo ordené.

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De la carta del apóstol san Pablo a Tito: 1, 1-9

Yo, Pablo, soy servidor de Dios y apóstol de Jesucristo, para conducir a los elegidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento de la verdadera religión, que se apoya en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esta vida desde tiempos remotos, y al llegar el momento oportuno, ha cumplido su palabra por medio de la predicación que se me encomendó por mandato de Dios, nuestro Salvador.

Querido Tito, mi verdadero hijo en la fe que compartimos: te deseo la gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro Salvador. El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como te lo ordené. Han de ser irreprochables, casados una sola vez; y sus hijos han de ser creyentes y no acusados de mala conducta o de rebeldía.

Por su parte, el obispo, como administrador de Dios, debe ser irreprochable; no debe ser arrogante, ni iracundo, ni bebedor, ni violento, ni dado a negocios sucios. Al contrario, debe ser hospitalario, amable, sensato, justo, piadoso, dueño de sí mismo, fielmente apegado a la fe enseñada, para que sea capaz de predicar una doctrina sana y de refutar a los adversarios.

Palabra de Dios.  

Te alabamos, Señor.

Del salmo 23

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R/. Haz, Señor, que te busquemos.

Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre los ríos. R/.

¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso. R/.

Ése obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Ésta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob. R/.

ACLAMACIÓN  Cfr. Flp 2, 15. 16

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R/. Aleluya, aleluya.

Iluminen al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida. R/.

Si tu hermano te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo.

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Del santo Evangelio según san Lucas: 17, 1-6

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No es posible evitar que existan ocasiones de pecado, pero ¡ay de aquel que las provoca! Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino sujeta al cuello, que ser ocasión de pecado para la gente sencilla. Tengan, pues, cuidado.

Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo".

Los apóstoles dijeron entonces al Señor: "Auméntanos la fe". El Señor les contestó: "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: ‘Arráncale de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que el mismo fuego del Espíritu Santo que encendió los corazones de los discípulos de tu Hijo, santifique, Señor, este sacrificio que vamos a ofrecerte. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 103, 30

Envía, Señor, tu Espíritu y todo será creado y se renovará la faz de la tierra.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que nos aprovechen, Señor, los dones que hemos recibido, para que estemos siempre llenos del fervor del Espíritu Santo que derramaste de manera tan inefable en tus Apóstoles. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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En dos semanas se nos acaba el año litúrgico. Y el Evangelio de Lucas nos va preparando ya para ello. Durante esta semana veremos varios mensajes de Jesús relacionados con la vida de la Comunidad cristiana. No escandalizar, perdonar siempre, tomar conciencia de la fuerza de la fe.
Se trata de evitar siempre el daño al otro. Que los demás no pequen por nuestra culpa. Porque “pequeños” somos todos. Cuando nos damos cuenta de Quién es Dios y quiénes somos nosotros, caemos en la cuenta de nuestra pequeñez. Y hay que vivir como Dios quiere. Que lo que Dios quiere siempre es para nuestro bien. Aunque a veces nos cueste entenderlo.
Además, es necesario perdonar a quien nos haya podido hacer daño; no hacer daño a los demás y perdonar el daño que nos hacen constituye un fundamento de la vida del seguidor de Jesús. Siete veces es una expresión que significa “siempre”. Cuando un hermano nos ha ofendido, como creyentes, sólo nos quedan dos posibilidades: corregirlo y perdonarlo. Nunca juzgarlo y condenarlo. Son las cosas de Jesús. Son las cosas de ser cristianos. Una llamada a asumir nuestra responsabilidad dentro de la comunidad, a ejercerla con amor y respeto, con comprensión y llenos de solicitud, sin prejuicios, sin miedos. Es una invitación a destruir todo orgullo de creerse mejores que los otros.
El tercer momento, la fe. Se ve que los discípulos se dieron cuenta de la dificultad de cumplir con todo lo anteriormente dicho Por eso, le piden al Señor que les aumente la fe. Por fe se entiende la capacidad de aceptar el misterio del Dios que se revela en Jesucristo, traduciéndolo en un modo de conducta consecuente (en el perdón, el amor a los pequeños, la esperanza). Esta petición de los apóstoles nos sitúa en el centro de toda la oración cristiana.
Jesús contesta hablando de la semilla del árbol de la mostaza, que es la simiente más diminuta, símbolo de los comienzos del Reino a partir de unos principios insignificantes. Cuando se cree en el Reino, no hay obstáculo insuperable. La fe llega hasta el fondo de Dios y de los hombres, a ese fondo en el que todo se sustenta. Por eso, quien vive en la fe no necesita trasladar montañas ni moreras; en el fondo ya lo ha trasladado todo y se mantiene en la vertiente verdadera de las cosas, allí donde Dios las ha puesto al servicio de los hombres.