Misal del dia de hoy Martes 22 de Noviembre 2016 y comentario al Evangelio

LECTURAS DEL MARTES XXXIV DEL T. ORDINARIO 22 DE NOVIEMBRE SANTA CECILIA VIRGEN Y MÁRTIR (ROJO)


En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles.


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ANTÍFONA DE ENTRADA

Ya sigue al Cordero crucificado por nosotros, la virgen llena de valor, ofrenda de pudor y víctima de castidad.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que nos alegras cada año con la celebración de santa Cecilia, te suplicamos que, lo que devotamente se nos ha transmitido sobre ella, nos sirva de ejemplo para imitarla, y proclamemos las maravillas de Cristo, tu Hijo, reflejadas en la vida de tus santos. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

El tiempo de la cosecha ha llegado ya; la mies de la tierra está madura.

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Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 14, 14-19


Yo, Juan, tuve otra visión: Vi una nube blanca y en ella a alguien que parecía un ser humano, con una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano.

Entonces un ángel salió del templo y le gritó con potente voz al que estaba sentado en la nube: "Empuña la hoz y ponte a segar; el tiempo de la cosecha ha llegado ya; la mies de la tierra está madura". El que estaba sentado en la nube pasó su hoz sobre la tierra y recogió la cosecha de la tierra.

Salió otro ángel del templo celestial, también él con una afilada hoz en su mano. Y salió del templo otro más, el ángel que tiene poder sobre el fuego, y le gritó con potente voz al que tenía la hoz afilada: "Empuña tu hoz afilada y corta los racimos de la viña de la tierra, porque sus uvas ya están maduras".

El ángel acercó su hoz a la tierra, cosechó la viña de la tierra y echó los racimos en el gran lagar de la cólera de Dios. Pisaron las uvas en el lagar, fuera de la ciudad, y del lagar corrió tanta sangre, que subió hasta los frenos de los caballos, en una extensión de unos trescientos kilómetros.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Del salmo 95

clip_image004R/. Que todo se alegre ante el Señor.


"Reina el Señor", digamos a los pueblos. Él afianzó con su poder el orbe, gobierna a las naciones con justicia. R/.

Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino; salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo. R/.

Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones. R/.


ACLAMACIÓN  Ap 2, 10

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R/. Aleluya, aleluya.

Sé fiel hasta la muerte y te daré como premio la vida, dice el Señor. R/.

No quedará piedra sobre piedra.

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Del santo Evangelio según san Lucas: 21, 5-11


En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: "Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido".

Entonces le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?".

Él les respondió: "Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin".

Luego les dijo: "Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te pedimos, Señor, que los dones que te presentamos en la celebración de santa Cecilia, por tu gracia, te sean agradables, así como te fue grato el combate de su martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Ap 7, 17

El Cordero, que está en el trono, los conducirá a las fuentes del agua de la vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor Dios, que coronaste entre los santos a la bienaventurada santa Cecilia por la doble victoria de su virginidad y de su martirio, concédenos, por la eficacia de este sacramento, que, venciendo valerosamente todo mal, consigamos la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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Martes de la semana 34 del tiempo ordinario
“Algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: “Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. (Lc 21,5-11)
Jesús no se pierde una.
A todo le saca punta.
Pero Jesús nunca se queda en el follaje de las cosas.
Siempre va a las raíces.

Hace unos años Jean Guitton, filósofo francés, publicó un libro muy pequeño. Total 89 páginas. Pero el título lo dice todo. “Silencio sobre lo esencial”. Y comienza diciendo:”Abordo un tema difícil: lo esencial. Sobre lo esencial, en todos los dominios, se guarda silencio”.
Es que nosotros preferimos irnos siempre por las ramas, por lo accidental.
Nos da miedo plantearnos lo esencial. Es más fácil nadar a flor de agua que no bucear en las profundidades.

Era lo que le sucedía a la gente, mientras contemplaba el Templo.
La belleza del templo no estaba dentro.
La belleza del templo estaba por fuera.
Era la belleza de las piedras y de los exvotos.

Y lo externo, lo accidental, las apariencias duran poco.
Basta preguntar a todos esos que, a cierta edad se resisten a mirarse ya en el espejo y prefieren la cirugía estética.
“Eso que contempláis, llegará un día que no quedará piedra sobre piedra”.

Para Jesús la verdadera belleza no está fuera.
Para Jesús la verdadera belleza no está en las piedras del templo.
Sino dentro del templo.
Sino en el sentido del templo como “casa de Dios y espacio de oración”.

El gran peligro que todos corremos está precisamente en eso.
Templos para el turismo, no templos para encontrarnos con Dios.
Templos para sacarles unas fotos de recuerdo, no para llevarnos el recuerdo de Dios.

Y algo parecido sucede con “nosotros, templos del Espíritu Santo”.
Mucho cuidado externo.
Mucha preocupación por la belleza externa.
Mucha preocupación por lo accidental
Mucha preocupación por lo secundario.
Mucha preocupación por las apariencias.

Pero demasiado silencio sobre lo que llevamos dentro.
Demasiado silencio sobre la belleza del corazón.
Demasiado silencio por las verdades fundamentales de la vida.
Demasiado silencio por las grandes verdades:
La gracia.
La presencia de Dios morando en nosotros.
De dónde venimos y a dónde vamos.
¿Qué somos y que tendríamos que ser?
La vida y la muerte.

Demasiado silencio sobre las grandes preguntas del corazón.
Demasiado silencio sobre Dios.
Demasiado silencio sobre la trascendencia de la vida.

Nos quedamos con la cáscara de la vida.
Pero olvidamos la verdad de la vida.
Y nos da miedo preguntarnos por eso que es esencial.
Preferimos entretenernos con lo superficial.
Porque enfrentarnos con lo esencial es enfrentarnos con nuestra verdad.
Y eso nos da miedo a todos.
Nos cuesta mirarnos en el espejo de nuestra verdad.
Y preferimos distraernos con nuestra cirugía estética.

Quien olvida lo esencial, se olvida del ser.
Quien olvida lo esencial vive del vacío.