LECTURAS DEL DOMINGO I DE ADVIENTO 27 DE NOVIEMBRE (MORADO) INICIA AÑO LITÚRGICO CICLO A
También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sal 24, 1-3
A
ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo
defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos; pues los que esperan en
ti no quedan defraudados.
No se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Concede
a tus fieles, Dios todopoderoso, el deseo de salir al encuentro de
Cristo, que viene a nosotros, para que, mediante la práctica de las
buenas obras, colocados un día a su derecha, merezcamos poseer el reino
celestial. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
El Señor reúne a todos los pueblos en la paz eterna de su Reino.
Del libro del profeta Isaías: 2, 1-5
Visión
de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y Jerusalén: En días futuros,
el monte de la casa del Señor será elevado en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas, y hacia él confluirán todas las naciones.
Acudirán
pueblos numerosos, que dirán: "Vengan, subamos al monte del Señor, a la
casa del Dios de Jacob, para que él nos instruya en sus caminos y
podamos marchar por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, de
Jerusalén, la palabra del Señor".
Él
será el árbitro de las naciones y el juez de pueblos numerosos. De las
espadas forjarán arados y de las lanzas, podaderas; ya no alzará la
espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra. ¡Casa
de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 121
R/. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
¡Qué
alegría sentí, cuando me dijeron: "Vayamos a la casa del Señor"! Y hoy
estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R/.
A
ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a
Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. En ella están
los tribunales de justicia, en el palacio de David. R/.
Digan
de todo corazón: "Jerusalén, que haya paz entre aquellos que te aman,
que haya paz dentro de tus murallas y que reine la paz en cada casa".
R/.
Por
el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: "La paz esté contigo". Y
por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes. R/.
Ya está cerca nuestra salvación.
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 13,11-14
Hermanos:
Tomen en cuenta el momento en que vivimos. Ya es hora de que se
despierten del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que
cuando empezamos a creer. La noche está avanzada y se acerca el día.
Desechemos, pues, las obras de las tinieblas y revistámonos con las
armas de la luz.
Comportémonos
honestamente, como se hace en pleno día. Nada de comilonas ni
borracheras, nada de lujurias ni desenfrenos, nada de pleitos ni
envidias. Revístanse más bien, de nuestro Señor Jesucristo y que el
cuidado de su cuerpo no dé ocasión a los malos deseos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN Sal 84, 8
R/. Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R/.
Velen y estén preparados.
Del santo Evangelio según san Mateo: 24, 37-44
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Así como sucedió en tiempos
de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Antes del
diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé
entró en el arca. Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el diluvio y se
llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre.
Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el
otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una
será tomada y la otra dejada.
Velen,
pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor.
Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a
venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un
boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora
que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo.
PLEGARIA UNIVERSAL
Mientras
aguardamos el retorno glorioso y definitivo del Señor, oremos para que
su amor transforme ya ahora nuestras vidas y las de nuestros hermanos.
Después de cada petición diremos: Ven, Señor Jesús.
Para que los pastores de la Iglesia den siempre un buen testimonio de esperanza en el Señor. Oremos.
Para
que los políticos elegidos para gobernar nuestro país dediquen todos
sus esfuerzos al servicio de una vida mejor para todos. Oremos.
Para que llegue el día en que todos los hombres puedan vivir en paz y sin temor ante el futuro. Oremos.
Para que vivamos con mucha fe este Tiempo de Adviento que hoy comenzamos. Oremos.
Ven, Señor Jesús, ven y renueva el camino de la humanidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, estos dones que te ofrecemos, tomados de los mismos bienes que
nos has dado, y haz que lo que nos das en el tiempo presente para
aumento de nuestra fe, se convierta para nosotros en prenda de tu
redención eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio I o III de Adviento, MR pp. 484 (485) o 486 (487).
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Sal 84, 13
El Señor nos mostrará su misericordia y nuestra tierra producirá su fruto.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Te
pedimos, Señor, que nos aprovechen los misterios en que hemos
participado, mediante los cuales, mientras caminamos en medio de las
cosas pasajeras, nos inclinas ya desde ahora a anhelar las realidades
celestiales y a poner nuestro corazón en las que han de durar para
siempre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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Comenzamos el año litúrgico, con el Adviento. Parece un anuncio televisivo que se repite todos los años, “quedan cuatro semanas para la Navidad” y algunos, ya están pensando en el descanso invernal o veraniego, según las latitudes. Es irónico, mientras la mayoría habla de descansar y del bullicio fin de año, nosotros hablamos de vigilar y proyectar, mientras demasiados se disponen a celebrar el nacimiento de Jesús como una fiesta semi-pagana, otros anunciamos hoy, que debemos esperar al que está por venir.
¿Tiene sentido celebrar el Adviento?, ¿no es una causa perdida?, ¿no estaremos proponiendo algo fuera de sitio?: “Lo que pasó en tiempos de Noé, pasará cuando venga el Hijo del Hombre. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y, cuando menos lo esperaban, llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre”. La gente se reía y decía: “pinta de llover no tiene”, les faltó visión para darse cuenta de que el tiempo se les venía encima.
Repetir año tras año que estamos en tiempo de esperanza, repetir los mismos ritos, poner las cuatro velas, pronunciar las mismas palabras, nos puede hacer tener la sensación, que todo es lo mismo y seguir pasando al tiempo litúrgico siguiente, sea de epifanía o de cuaresma. Adviento, nos habla de la manera que tenemos de mirar la historia, que se nos presenta en la primera lectura de Isaías: “Caminemos a la luz del Señor”, “De las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra”.
San Mateo, mirando lo que sucede en el presente, en el momento histórico de cada uno y de la sociedad, nos propone lo que es el Adviento: “Estad, vigilantes, porque no sabéis que día vendrá vuestro señor”, “Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre”. Aún tenemos que esperar en las promesas, es tiempo de ojos abiertos, en este tiempo nace el Señor, pero no es el tiempo, lo que determina la profundidad de estas cuatro semanas, sino el sentido que le damos, el cómo interpretamos lo que ocurre en el mundo y en nosotros.
La liturgia y la historia, no pueden ir por caminos paralelos, eso supone para nosotros los creyentes una esquizofrenia. Por un lado, escuchamos la primera parte de la segunda lectura de la carta a los Romanos: “Daos cuenta del momento que vivís; ya es hora de espabilarse… dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos en pleno día, con dignidad” y por otro, se vive estos días contradiciendo la segunda parte: “Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias”. Una cosa es lo que proclamamos en la Iglesia, en la parroquia y otra lo que vivimos en el ambiente de fuera y no me refiero a las comilonas, sino al darnos cuenta del momento en que vivimos y estar atentos a la dignidad de las personas.
Tenemos un proyecto: el Reino, que es lo que está más allá, que nazca el Reino, que nazca el Hijo del Hombre, en cada uno de nosotros y en el mundo, es lo que estamos esperando. Nadie nos puede robar esto, debemos encontrar signos de unidad, de búsqueda de la paz, de lucha por la justicia, de entrega, de fraternidad…, en este tiempo que vamos a comenzar. El gran pecado, es pensar que no hay nada que hacer, para revertir la historia dominada por el consumo y el individualismo. El Dios que nos nace, en toda la historia de Israel, fue capaz de reconstruir las ruinas, sanar infidelidades, rehacer vasijas estropeadas, rehabilitar huesos secos, hacer nacer vida de un seno estéril, consolar aflicciones, crear corazones nuevos. Negar la posibilidad de que nazca así, abortarlo, no creer en la capacidad de hacerlo todo nuevo, en nosotros y en los demás, es una forma de ateísmo que en estos días florece.
El Adviento, es ésto, mirar a la historia y mirar al cielo, puede que como en tiempo de Noé, algunos nos llamen ingenuos, pero: ¿cómo no hacer algo, con la que está cayendo? No se trata de encerrarnos y defender nuestros intereses o nuestras maneras de vivir, se trata de recuperar el espíritu profético, nuestra forma de afrontar la vida y de ver más lejos de tantas ofertas, que nos seducen estos días.
Julio Cesar Rojas cmf
Ciudad Redonda