LECTURAS DEL SÁBADO XXXIII DEL T. ORDINARIO 19 DE NOVIEMBRE (VERDE)
En la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios.
ANTÍFONA DE ENTRADA Jdt 13, 18-19
Bendita
eres tú, Virgen María, por obra del Dios Altísimo, sobre todas las
mujeres de la tierra; porque tu nombre ha sido engrandecido para que la
boca de los hombres no cese de alabarte.
ORACIÓN COLECTA
Al
celebrar la gloriosa memoria de la santísima Virgen María, te pedimos,
Señor, por su intercesión, que también nosotros logremos recibir la
plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Estos dos profetas habían sido el azote de los habitantes de la tierra.
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 11, 4-12
Yo,
Juan, oí que me decían: "Aquí están mis dos testigos. Son los dos
olivos y los dos candelabros, que están ante el Señor de la tierra. Si
alguno quiere hacerles daño, su boca echará fuego que devorará a sus
enemigos; así, el que intente hacerles daño, morirá sin remedio.
Ellos
tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva mientras dure su
misión profética; tienen poder para convertir el agua en sangre y para
castigar la tierra con toda clase de plagas, cuantas veces quieran.
Pero,
cuando hayan terminado su misión, la bestia que sube del mar les hará
la guerra, los vencerá y los matará. Sus cadáveres quedarán tendidos en
la plaza de la gran ciudad, donde fue crucificado su Señor, y que
simbólicamente se llama Sodoma o Egipto.
Durante
tres días y medio, gentes de todos los pueblos y razas, de todas las
lenguas y naciones contemplarán sus cadáveres, pues no permitirán que
los sepulten. Los habitantes de la tierra se alegrarán y regocijarán por
su muerte y se enviarán regalos los unos a los otros, porque estos dos
profetas habían sido el azote de ellos.
Pero
después de los tres días y medio, un espíritu de vida, enviado por
Dios, entrará en ellos: se pondrán de pie y todos los que los estén
viendo se llenarán de espanto. Oirán entonces una potente voz, que les
dirá desde el cielo: ‘Suban acá’. Y subirán al cielo en una nube, a la
vista de sus enemigos".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 143
R/. Bendito sea el Señor, mi fortaleza.
Bendito sea el Señor, mi roca firme; él adiestró mis manos y mis dedos para luchar en lides. R/.
Él es mi amigo fiel, mi fortaleza, mi seguro escondite, escudo en que me amparo, el que los pueblos a mis plantas rinde. R/.
Al
compás de mi cítara, nuevos cantos, Señor, he de decirte, pues tú das a
los reyes la victoria y salvas a David, tu siervo humilde. R/.
ACLAMACIÓN Cfr. 2 Tm 1, 10
R/. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio. R/.
Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
En
aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos
niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: "Maestro, Moisés
nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano casado que muere sin
haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su
hermano. Hubo una vez siete hermanos, el mayor de los cuales se casó y
murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el
séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar
sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la
resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete
estuvieron casados con ella?".
Jesús
les dijo: "En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida
futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los
muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los
ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado.
Y
que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de
la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de
Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él
todos viven". Entonces, unos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado
bien". Y a partir de ese momento ya no se atrevieron a preguntarle nada.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te
ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza, al conmemorar llenos de
gozo a la Madre de tu Hijo; y te pedimos que por este santo intercambio,
se aumenten en nosotros los frutos de la redención eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio de santa María Virgen.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 1, 48
Me llamarán dichosa todas las generaciones, porque Dios puso sus ojos en la humildad de su esclava.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Los saduceos no tenían el sentido del humor.
Se cuenta por ahí que un viejito se murió y fue al cielo. La vieja quedó desconsolada.
Pero al tiempo también ella se murió. Y lo primero que hizo fue preguntarle a San Pedro ¿dónde andaba el viejo? San Pedro sonriendo le dijo: Mire por allá, creo haberlo visto divirtiéndose por allí.
La vieja fue, y después de largo rato lo encontró. Cuando lo vio le grito llamándolo.
Pero el viejo, listo, le respondió: “Un momento. El contrato fue hasta que la muerte nos separase, así que aquí nada, cada uno por su camino”.
Los saduceos hicieron la pregunta con malicia porque para ellos no existía la resurrección. Y si algo existía no era sino la prolongación de la felicidad humana.
Yo espero que todos mis amigos crean que la resurrección sí existe.
Yo espero que todos mis amigos vivan con la alegría de que la muerte no es sino el paso a lo definitivo.
Sin embargo se dan también curiosidades.
Hay quienes dicen: “Disfrutemos de la vida que el cielo está aquí en la tierra”
“Saquémosle jugo a la vida porque es la única que tenemos”.
Son los saduceos de hoy.
Hay otros que se imaginan que el cielo debe ser la prolongación de esta felicidad terrena. El cielo es la continuación de lo bien que lo pasamos aquí, claro que mucho mejor. Incluso hasta es posible podamos casarnos con alguna con menos inflación.
Es una manera de quedarnos con lo de aquí.
Es una manera de no aceptar que existe algo en el más allá.
Es una manera de no saber ver más de nuestra propia sombra.
Es una manera de no ver que al otro lado está Dios.
Los discípulos no reconocían a Jesús.
Todavía llevaban la imagen del Jesús anterior a la Pascua.
Y la Resurrección les ofrecía un Jesús distinto, para ellos desconocido.
Es lo que nos sucederá a nosotros.
La muerte no es un “final”, sino una “transformación”.
La muerte pone término a lo de aquí abajo.
Pero nos abre las puertas de una realidad nueva.
San Pablo que tuvo la oportunidad de ver el cielo por una rendijilla tampoco supo explicar: “Ni ojo vio ni oído oyó”.
La muerte nos transforma y nos convierte de humanos en “ángeles”.
La muerte nos transforma y nos hace “hijos de Dios”.
La muerte no prolonga la felicidad de la tierra, sino que nos abre a una felicidad nueva.
El cielo no es la prolongación del matrimonio.
Ni tampoco tendremos que buscar enamorada y novia.
Porque la verdadera novia será el mismo Dios.
Y la única boda y matrimonio será nuestra comunión con Dios.
Y nuestra luna de miel será “contemplar la gloria de Dios”.
El Dios que contemplemos no será el Dios de nuestra fe.
Un Dios que lo vemos desde las oscuridades de la fe y en imagen.
El Dios que contemplaremos será El mismo, un Dios nuevo para nosotros.
El Dios del amor.
Como nosotros seremos los mismos pero distintos.
Como nosotros seremos los mismos pero también resucitados y glorificados.
¿Se verán los esposos?
Claro que se verán pero en la luz de Dios y no en el amor humano y carnal.
¿Se verán padres e hijos?
Claro que se verán pero en la luz esplendorosa de la paternidad divina.
Seremos distintos y nos veremos de manera distinta.
Seremos distintos y nos veremos envueltos en la luminosidad de la divinidad.
No seremos esposos y esposas de nadie, sin peleas por caracteres distintos, ni problemas de pagar la luz y el teléfono, ni las notas de los hijos, ni las tentaciones de la infidelidad.
Nos bastará el gozo y la alegría de nuestra filiación divina glorificada.
Amigos, que todos nos veamos un día en esa gloria, en la única boda y en el único matrimonio del amor del Padre.