LECTURAS DEL VIERNES XXXIII DEL T. ORDINARIO 18 DE NOVIEMBRE (VERDE)


Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí.


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ANTÍFONA DE ENTRADA Ap 5, 9-10

Con tu sangre compraste para Dios hombres de todas las razas y lenguas, de todos los pueblos y naciones, para constituir un reino para Dios.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que redimiste a todos los hombres con la preciosa Sangre de tu Unigénito, conserva en nosotros la obra de tu misericordia, para que, celebrando sin cesar el misterio de nuestra salvación, merezcamos alcanzar sus frutos. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Tomé el librito y me lo comí.

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Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan: 10, 8-11

Yo, Juan, oí de nuevo la voz que ya me había hablado desde el cielo, y que me decía: "Ve a tomar el librito abierto, que tiene en la mano el ángel que está de pie sobre el mar y la tierra".

Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. Él me dijo: "Tómalo y cómetelo. En la boca te sabrá tan dulce como la miel, pero te amargará las entrañas".

Tomé el librito de la mano del ángel y me lo comí. En la boca me supo tan dulce como la miel; pero al tragarlo, sentí amargura en las entrañas. Entonces la voz me dijo: "Tienes que volver a anunciar lo que Dios dice acerca de muchos pueblos, naciones y reyes".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 118

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R/. Mi alegría es cumplir tus mandamientos.

Más me gozo cumpliendo tus preceptos que teniendo riquezas. Tus mandamientos, Señor, son mi alegría, ellos son también mis consejeros. R/.

Para mí valen más tus enseñanzas que miles de monedas de oro y plata. ¡Qué dulces al paladar son tus promesas! Más que la miel en la boca. R/.

Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón. Hondamente suspiro, Señor, por guardar tus mandamientos. R/.

ACLAMACIÓN  Jn 10, 27

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R/. Aleluya, aleluya.

Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. R/.

Ustedes han convertido la casa de Dios en cueva de ladrones.

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Del santo Evangelio según san Lucas: 19, 45-48

Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: "Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones".

Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo, intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al traer tu soberana presencia, Señor, a nuestros dones, haz que, por medio de estos misterios, nos acerquemos a Jesús, el mediador de la nueva Alianza, y nos renovemos por la aspersión salvadora de su Sangre. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. 1 Co 10, 16

El cáliz de nuestra acción de gracias, nos une en la Sangre de Cristo; y el pan que partimos, nos une en el Cuerpo del Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Habiendo sido reconfortados con el alimento y la bebida de salvación, te pedimos, Señor, que seamos bañados siempre con la sangre de nuestro Salvador, y que ésta se convierta para nosotros en fuente de agua que brote hasta la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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El Evangelio nos presenta a Jesús purificando el templo y enseñando en él. Purificar es una acción simbólica de profundo significado, que intenta hacer del templo un verdadero lugar de oración y culto a Dios, no lugar de mercadeo. Con este gesto Jesús nos quiere decir que Él es el nuevo templo del encuentro de Dios con los hombres: “quien me ve a mí, ve al Padre”; “el Padre y yo somos uno”; “¿no crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí?”.
En Jesús Dios se ha hecho cercano, sencillo, asequible, compasivo, misericordioso, tierno, bondadoso, dispuesto siempre al perdón y nos ha entregado a su Hijo no para condenar al mundo sino para salvarlo. Jesús es la imagen visible de cómo es Dios y cómo nos quiere y se interesa por cada uno de nosotros y que para Él todos somos iguales. Jesús está siempre con nosotros –“no os dejaré huérfanos”- y nos acompaña en todo momento y circunstancia –“yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”-. Jesús es el amigo fiel que no falla y en quien podemos confiar plenamente. Jesús es el buen pastor que con infinito cariño cuida de nosotros y nos libra de los lobos rapaces. Jesús es el que nos conduce hacia fuentes tranquilas y repara nuestras fuerzas. Jesús es el pastor que da la vida por sus ovejas para que tengamos vida y ésta abundante. Jesús es el que nos dice: “venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”.
Este Jesús sigue estando hoy entre nosotros en los sacramentos, de un modo especial en la Eucaristía donde escuchamos a Jesús Maestro que proclama la Palabra y nos dice “tomad y comed, esto es mi Cuerpo” y también “yo soy el pan de vida, el que me come tiene vida en sí mismo”-.Jesús también está en los hermanos y de un modo especial en los pobres: “tuve hambre, tuve sed, estaba desnudo… Cada vez que lo hicisteis con uno de estos humildes hermanos a Mí me lo hicisteis”. El verdadero encuentro con Jesús termina cuidando a los hermanos más pobres.
¿El Señor no tendrá que “purificarnos” también, porque nos refugiamos en el templo de piedra, en el grupo parroquial, en el movimiento, en una fe intimista y sin compromiso social y transformador? ¿Una fe de muchos rezos y pocas obras? ¿Una fe de costumbres rutinarias y falta de empuje, creatividad y dinamismo? ¿No tendremos que volver a escuchar sin glosa el núcleo del Evangelio: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”?
Última semana del Jubileo de la Misericordia: dos días faltan para clausurar este Año Santo. Todavía tenemos tiempo para practicar alguna obra de misericordia que nos descubra “qué dulce al paladar es tu promesa, Señor” como reza el Salmo de la Misa de hoy. ¡Qué bien tan grande nos hace el practicar la misericordia! Ya decía Jesús: “hay más alegría en dar que en recibir”.