LECTURAS DEL VIERNES XXVII DEL T. ORDINARIO 7 DE OCTUBRE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO (BLANCO)
El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Lc 1, 28. 42
Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú
eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.
ORACIÓN COLECTA
Te
pedimos, Señor, que infundas tu gracia en nuestros corazones, para que,
habiendo conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de tu Hijo,
lleguemos, por medio de su pasión y de su cruz, y con la intercesión de
la santísima Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por nuestro
Señor Jesucristo…
LITURGIA DE LA PALABRA
Los que viven según la fe serán bendecidos, junto con Abraham, que le creyó a Dios.
De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 3, 7-14
Hermanos:
Entiendan que los hijos de Abraham son aquellos que viven según la fe.
La Escritura, conociendo de antemano que Dios justificaría a los paganos
por la fe, le adelantó a Abraham esta buena noticia: Por ti serán
bendecidas todas las naciones. Por consiguiente, los que viven según la
fe serán bendecidos, junto con Abraham que le creyó a Dios.
En
cambio, sobre los partidarios de la observancia de la ley pesa una
maldición, pues dice la Escritura: Maldito aquel que no cumpla fielmente
todos los preceptos escritos en el libro de la ley. Y es evidente que
la ley no justifica a nadie ante Dios, porque el justo vivirá por la fe.
Y ciertamente la ley no se basa en la fe, porque, como dice la
Escritura: Sólo vivirá quien cumpla los preceptos de la ley.
Además,
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose objeto de
maldición por nosotros, puesto que la Escritura dice: Maldito sea aquel
que cuelga de un madero. Esto sucedió para que la bendición otorgada por
Dios a Abraham llegara también, por Cristo Jesús, a los paganos y para
que recibiéramos, por medio de la fe, el Espíritu prometido.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 110
R/. Alabemos a Dios de todo corazón.
Quiero
alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas
son las obras del Señor y para todo fiel, dignas de estudio. R/.
De
majestad y gloria hablan sus obras y su justicia dura para siempre. Ha
hecho inolvidables sus prodigios. El Señor es piadoso y es clemente. R/.
Acordándose
siempre de su alianza, él le da de comer al que lo teme. Al darle por
herencia a las naciones, hizo ver a su pueblo sus poderes. R/.
ACLAMACIÓN Jn 12, 31-32
R/. Aleluya, aleluya.
Ya
va a ser arrojado el príncipe de este mundo. Cuando yo sea levantado de
la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor. R/.
Si yo expulso a los demonios con el poder de Dios, eso significa que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Del santo Evangelio según san Lucas: 11,15-26
En
aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: "Este
expulsa a los demonios con el poder de Belzebú, el príncipe de los
demonios".
Otros,
para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa. Pero Jesús, que
conocía sus malas intenciones, les dijo: "Todo reino dividido por luchas
internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también
está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen
que yo arrojo a los demonios con el poder de Belzebú. Entonces, ¿con el
poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos
serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios con el dedo de Dios,
eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.
Cuando
un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están
seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita
las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no
está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
Cuando
el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos,
en busca de reposo, y al no hallarlo, dice: ‘Volveré a mi casa, de
donde salí’.
Y
al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces va por otros
siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí, y así la
situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Haz,
Señor, que los dones que te presentamos nos dispongan debidamente y que
recordemos de tal manera los misterios de tu Unigénito, que nos hagamos
dignos de sus promesas. Él que vive y reina por los siglos de los
siglos.
Prefacio I, III o IV de santa María Virgen (conmemoración)
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Lc 1, 31
El ángel Gabriel dijo a María: Vas a concebir y dar a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
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Cuentan que una vez se acercaron a un pueblo español unos Testigos de Jehová. Como hacen habitualmente, empezaron a ir de casa en casa para hablar con los vecinos y tratar de convencerlos de que se uniesen a su comunidad. Dice la historia que llegaron a una casa en las que les abrió la puerta un hombre. Ellos comenzaron a hablar y, al poco, el hombre les paró y les dijo: “Miren, vamos a dejarlo, porque yo no creo en mi religión católica que es la verdadera, no voy a empezar a crear en la suya que es falsa.”
La historia nos puede ayudar a entender el texto evangélico de hoy y las muchas reticencias que se encontró Jesús en su ministerio. En el tiempo de Jesús había también muchos de esos que no creían en su religión que era la verdadera y no iban a creer en aquellas nuevas ideas que predicaba Jesús. Daba lo mismo que vieran que las palabras de Jesús eran liberadoras, que la gente sanaba de sus enfermedades y encontraba nuevos caminos de solidaridad y fraternidad. Daba la mismo que Jesús se posicionase claramente contra todo lo que significaba opresión y dolor y sufrimiento para las personas. Todo eso daba lo mismo por una sencilla razón: porque ellos no querían salir de sus casillas, de su vida tranquila, ordenada y cómoda. Ellos no se sentían solidarios con las personas que sufrían. Se habían hecho una vida tranquila, reposada, y no querían dejarla de ninguna manera. Si otros lo pasaban mal, no era su problema. A ellos les bastaba con cumplir con las apariencias de una vida socialmente aceptable.
Por eso criticaban a Jesús. No le podían aceptar. Jesús les descolocaba. Había que dar una explicación convincente a lo que pasaba delante de sus ojos. No fue difícil. Lo que hacía Jesús lo hacía por arte de Belcebú. Ya está. Solucionado el problema. Podían volver a cerrar la puerta y sentarse tranquilamente enfrente de la televisión a leer el periódico. Otros iban un poco más allá y le pedían un signo que les convenciese definitivamente.
Jesús les responde con su vida. No hay más signo que lo que hace. Y lo que hace es el bien. Jesús fue un hombre que pasó haciendo el bien, preocupándose por el bien de los que se encontró en el camino, abriendo los corazones a la esperanza de que era posible vivir de una manera nueva, más justa, más solidaria, más fraterna. Todos como hijos del mismo Padre Dios.
Claro que, para eso, para vivir de esa manera nueva, hay que salir de donde estamos, de donde nos sentimos cómodos. Hay que mirar de frente el dolor y la injusticia del mundo, de nuestros hermanos y hermanas. Hay que sentirse solidarios y aceptar que la vida, el reino, está más allá de los muros de nuestra casa, de nuestras comodidades.