Misal del dia de hoy 5 de Octubre 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL MIÉRCOLES XXVII DEL T. ORDINARIO 5 DE OCTUBRE (VERDE)


Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre…


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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Lc 12, 42

Éste es el siervo fiel y prudente a quien el Señor puso al frente de su familia.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que en tu inefable providencia te dignaste elegir a san José como esposo de la santísima Madre de tu Hijo, concédenos que merezcamos tener como intercesor en el cielo a quien veneramos como protector en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Reconocieron la gracia que me había sido dada.

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De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 2, 1-2. 7-14

Queridos hermanos: Después de catorce años volví de nuevo a Jerusalén con Bernabé y también con Tito. Regresé porque Dios me lo había revelado. Ahí, en una reunión privada con los dirigentes, les expuse el Evangelio que predico a los paganos. Hice esto para que mis trabajos pasados y presentes no resultaran inútiles.

Todos reconocieron que yo había recibido la misión de predicar el Evangelio a los paganos, como Pedro había recibido la de predicarlo a los judíos. Porque aquel que le dio poder a Pedro para ejercer el apostolado entre los judíos, me lo dio a mí para ejercerlo entre los paganos.

Así pues, Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados como las columnas de la Iglesia, reconocieron la gracia que Dios me había dado y nos dieron la mano a Bernabé y a mí, en señal de perfecta unión y para expresar su acuerdo de que nosotros nos dirigiéramos a los paganos y ellos a los judíos. Lo único que nos pidieron fue que nos preocupáramos por los pobres, cosa que he procurado cumplir con solicitud.

Más tarde, cuando Pedro fue a Antioquía, yo me le enfrenté, porque era digno de reprensión. En efecto, antes de que llegaran algunos judíos enviados por Santiago, Pedro solía comer con los paganos convertidos; pero después empezó a apartarse de ellos por temor a los judíos recién llegados. Los demás judíos convertidos imitaron su ejemplo, tanto que hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por aquella conducta contradictoria.

Entonces, cuando vi que Pedro no procedía rectamente, conforme a la verdad del Evangelio, le dije delante de todos: "Si tú, que eres judío, vives como un pagano y no como un judío, ¿por qué quieres ahora obligar a los paganos convertidos a que vivan como judíos?"

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 116

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R/. Bendito sea el Señor.

Que alaben al Señor todas las naciones, que lo aclamen todos los pueblos. R/.

Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre. R/.

ACLAMACIÓN Rm 8, 15

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R/. Aleluya, aleluya.

Hemos recibido un espíritu de hijos, que nos hace exclamar: ¡Padre! R/.

Señor, enséñanos a orar.

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Del santo Evangelio según san Lucas: 11, 1-4

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos".

Entonces Jesús les dijo: "Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Al prepararnos a ofrecerte, Padre santo, este sacrificio de alabanza, te suplicamos que para cumplir la misión que nos has confiado nos ayude la intercesión de san José, a quien concediste cuidar en la tierra, haciendo las veces de padre de tu Unigénito, Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 25, 21

Alégrate, siervo bueno y fiel. Entra a compartir el gozo de tu Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados con este sacramento que da vida, te rogamos, Señor, que nos concedas vivir para ti en justicia y santidad, a ejemplo y por intercesión de san José, el varón justo y obediente que contribuyó con sus servicios a la realización de tus grandes misterios. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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Leer las dos lecturas que hoy nos propone la liturgia nos puede ayudarnos a comprender un poco mejor que el reino no es algo simple sino un proceso en el que todos estamos comprometidos, en el que todos estamos llamados a echar una mano. Y un proceso no exento de dificultados. O, con otras palabras, un camino lleno de cuestas, de pasos difíciles. El Reino no es para pusilánimes sino para hombres y mujeres arriesgados y valientes, capaces de dejarse la piel en el empeño. 
      El Reino de Dios de que nos habla Jesús es un lugar de fraternidad. Dios Padre en medio de sus hijos. Todos compartiendo el mismo pan. Todos en armonía. Todos en paz. En algo así nos puede hacer pensar el padrenuestro que se nos propone hoy en el Evangelio en la versión de Lucas. 
      Como contraste, en la primera lectura el apóstol Pablo nos cuenta que se volvió a encontrar con el apóstol Pedro en Antioquía (en la primera lectura de ayer relató su encuentro con él en Jerusalén). Y parece que el encuentro en Antioquía no fue tan feliz ni tan pacífico como el de Jerusalén. Para comprender este conflicto hay que tener recordar que en los primeros años del cristianismo, en la Iglesia había comunidades formadas por cristianos procedentes del mundo judío y otras formadas por cristianos procedentes del mundo gentil. Entre ellas había una discusión en marcha porque los cristianos de origen judío decían que para ser cristiano había que hacerse judío primero. Y, por tanto, cumplir las leyes judías referentes a la pureza. El Concilio de Jerusalén (que se relata en el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles) había dejado claro que no era necesario hacerse judío para ser cristiano. Pero parece que el conflicto persistía. 
      Pedro estaba en Antioquía y no tenía problema en convivir con los gentiles. Pero, cuando llegaron cristianos de origen judío de Jerusalén, por quedar bien con ellos, se separó de los gentiles y comenzó a cumplir las normas judías. Ahí es donde Pablo no tuvo duda en enfrentarse con Pedro –recordemos que era el primero de los apóstoles– echándole en cara su actitud que no cumplía con las normas emanadas del Concilio de Jerusalén. 
      Este enfrentamiento sólo nos indica una cosa: el reino no es algo conseguido. Es más bien un objetivo, una meta a la que todos nos esforzamos en llegar. El camino a veces no es claro. Unos lo ven de una manera y otros de otra. A veces hay equivocaciones, errores. A veces hay intereses o miedos ocultos. Decir la verdad en nombre del Evangelio provoca a veces conflictos pero esos conflictos son parte del camino. Con buena voluntad, capacidad de reconocer nuestros errores, mucho perdón y ganas de seguir adelante, lograremos que el reino se vaya haciendo realidad entre nosotros.