LECTURAS DEL SÁBADO XXIX DEL T. ORDINARIO 22 DE OCTUBRE SAN JUAN PABLO II (BLANCO)
Si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante.
ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Sir 45, 30
El Señor hizo con él una alianza de paz, lo puso al frente de su pueblo y lo constituyó sacerdote para siempre.
ORACIÓN COLECTA
Dios
nuestro, rico en misericordia, que has querido que san Juan Pablo II,
Papa guiara a toda tu Iglesia, te pedimos que, instruidos por sus
enseñanzas, nos concedas abrir confiadamente nuestros corazones a la
gracia salvadora de Cristo, único redentor del hombre. El que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos
de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Cristo es la cabeza que hace crecer todo el cuerpo.
De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 4, 7. 11-16
Hermanos:
Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo
se la ha dado. Él fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser
profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y
maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que,
desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta
que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del
Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en
todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.
Así,
ya no seremos como niños, zarandeados por las olas y llevados de un
lado para otro por el viento de cualquier doctrina, a merced de hombres
malvados y astutos, que conducen engañosamente al error. Por el
contrario, viviendo sinceramente en el amor, creceremos en todos
sentidos, unidos a aquel que es la cabeza: Cristo. De él, todo el cuerpo
recibe su organización, su cohesión y su vida, según la actividad
propia de cada una de las partes, y así el cuerpo va creciendo y
construyéndose por medio del amor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del salmo 121
R/. Vamos a la casa del Señor.
¡Qué
alegría sentí cuando me dijeron: "Vayamos a la casa del Señor"! Y hoy
estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R/.
A
ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a
Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. R/.
ACLAMACIÓN Ez 33, 11
R/. Aleluya, aleluya.
No quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva, dice el Señor. R/.
Si no se convierten, perecerán de manera semejante.
Del santo Evangelio según san Lucas: 13, 1-9
En
aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que
Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo
sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: "¿Piensan ustedes que
aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos
los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten,
perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron
aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables
que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si
ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante".
Entonces
les dijo esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su
viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador:
‘Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta
higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra
inútilmente?’ El viñador le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año;
voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da
fruto. Si no, el año que viene la cortaré’ ".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe,
Señor, este sacrificio que, para tu gloria, tu pueblo ofrece en honor
de san Juan Pablo II, y concédenos alcanzar la eterna salvación. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 10, 11
El buen Pastor da la vida por sus ovejas.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor,
Dios nuestro, los sacramentos que hemos recibido fortalezcan en
nosotros el fuego de la caridad que encendió con ímpetu a san Juan Pablo
II y lo llevó a entregarse siempre por tu Iglesia. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
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La desgana, el miedo y resistencias interiores nos pueden llevar fácilmente a engaño. Recordamos los versos en que Lope de Vega se delata a sí mismo por ceder a esos autoengaños:
¡Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!
¡Y cuántas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos –respondía–,
para lo mismo responder mañana!
Es posible que mañana no llegue; es posible que mañana estemos algo más endurecidos, o más desganados, porque la pereza de hoy es fecunda en perezas de mañana; es posible que mañana cedamos con más facilidad que hoy al autoengaño. La parábola nos propone: “aprovecha la oportunidad, no renuncies a asir la esperanza que todavía se te ofrece. Y no digas que esa esperanza es en realidad un espejismo, ni cedas a la fatalidad, porque nada está definitivamente sentenciado todavía. Tienes todavía un último plazo, para que no se malogre tu vida, para que la salvación te alcance”. Esa es la buena noticia, ese el evangelio, que la larga paciencia del Señor te ha regalado hoy para que hoy mismo lo acojas.