Misal del dia de hoy Lunes 3 de Octubre 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL LUNES XXVII DEL T. ORDINARIO 3 DE OCTUBRE (VERDE)


¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?


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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Jn 14, 26; 15, 26

Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará hasta la verdad plena, dice el Señor.

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, ante quien todo corazón está abierto y todo propósito se descubre, a quien ningún secreto se oculta, purifica, por la efusión del Espíritu Santo, los proyectos de nuestro corazón, para que merezcamos amarte con toda perfección y alabarte dignamente. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

No he recibido ni aprendido de hombre alguno el Evangelio, sino por revelación de Jesucristo.

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De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas: 1, 6-12

Hermanos: Me extraña mucho que tan fácilmente hayan abandonado ustedes a Dios Padre, quien los llamó a vivir en la gracia de Cristo, y que sigan otro Evangelio.

No es que exista otro Evangelio; lo que pasa es que hay algunos que los perturban a ustedes, tratando de cambiar el Evangelio de Cristo. Pero, sépanlo bien: si alguien, yo mismo o un ángel enviado del cielo, les predicara un Evangelio distinto del que les hemos predicado, que sea maldito. Se lo acabo de decir, pero se lo repito: si alguno les predica un Evangelio distinto del que ustedes han recibido, que sea maldito. ¿A quién creen que trato de agradar con lo que acabo de decir? ¿A Dios o a los hombres? ¿Acaso es ésta la manera de congraciarse con los hombres? Si estuviera buscando agradarles a ustedes no sería servidor de Cristo.

Quiero que sepan, hermanos, que el Evangelio predicado por mí no es un invento humano, pues no lo he recibido ni aprendido de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Del salmo 110

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R/. Alabemos al Señor de todo corazón.

Quiero alabar a Dios, de corazón, en las reuniones de los justos. Grandiosas son las obras del Señor y para todo fiel, dignas de estudio. R/.

Justas y verdaderas son sus obras, son dignos de confianza sus mandatos, pues nunca pierden su valor y exigen ser fielmente ejecutados. R/.

El redimió a su pueblo y estableció su alianza para siempre. Dios es santo y terrible y su gloria perdura eternamente. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 13, 34

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R/. Aleluya, aleluya.

Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R/.

¿Quién es mi prójimo?

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Del santo Evangelio según san Lucas: 10, 25-37

En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: "Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?"

Jesús le dijo: "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?" El doctor de la ley contestó: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo". Jesús le dijo: "Has contestado bien; si haces eso, vivirás".

El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Jesús le dijo: "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso’.

¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?" El doctor de la ley le respondió: "El que tuvo compasión de él". Entonces Jesús le dijo: "Anda y haz tú lo mismo".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Mira, Señor, con agrado la ofrenda espiritual que traemos a tu altar con todo el anhelo de nuestra devoción, y concede a tus siervos un espíritu recto, para que su fe te haga aceptables estos dones y su humildad los recomiende ante ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 15, 26; 16, 14

El Espíritu que procede del Padre, me glorificará, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor Dios nuestro, que te has dignado alimentarnos con manjares celestiales, infunde la suavidad de tu Santo Espíritu en lo más íntimo de nuestros corazones, para que se nos convierta en don eterno lo que en el tiempo hemos recibido devotamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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La cuestión no es lo que hay que hacer para salvarse. Parece ser que el maestro de la Ley tenía bien aprendida la lección. Claro que para eso era maestro de la Ley. El problema, por eso era también maestro, lo tenía al precisar los términos. No tenía, parece ser, problema para entender lo que significa “Dios” ni lo que significa “amar”. Pero sí tenía problema para fijar con claridad el significado del término “prójimo”. Por eso, la pregunta: “¿Y quién es mi prójimo” No era una cuestión secundaria. En la definición de quién es el prójimo se juega también el cómo se deberá actuar. En concreto, a quién hay que amar además de a Dios. 
      Lo malo es que Jesús no era hombre de definiciones sino de historias –o lo bueno, quizá–. Y en lugar de darle una definición del tipo de “prójimo es el que vive en la casa de al lado” o “prójimo es el de tu raza” o “prójimo es el de tu familia y sangre”, Jesús le cuenta una historia: la parábola del buen samaritano. Ya la conocemos todos. Por eso no hay que repetirla pero sí subrayar algunos puntos que nos ayuden a cada uno de nosotros a responder en nuestra vida la pregunta que hizo el maestro de la Ley. Y que, quizá, nos la hayamos hecho también nosotros más de una vez. 
      El sujeto de la historia no es el samaritano que le ha dado nombre a la parábola sino el hombre del camino al que asaltan unos bandidos, le muelen a palos y le dejan medio muerto en el camino. Él es el protagonista. No sabemos nada de él. Es “un hombre”. Uno cualquiera. No sabemos si era romano, judío, samaritano, zelota, ladrón o fariseo. Es un hombre cualquiera. Es importante señalar esto porque él es el “prójimo”. Y así ya tenemos la respuesta a la pregunta inicial. El prójimo es cualquier hombre (o mujer, añadiríamos actualmente para dejar la cuestión más clara todavía) que se haya quedado al margen del camino, molido a palos por la vida (en la historia Jesús tenía que poner alguna causa pero los bandidos se pueden interpretar de muchas maneras; puede ser la enfermedad, la injusticia, la soledad, etc; hay muchas  razones para dejar a las personas tiradas al margen del camino). 
      No hay que darle más vueltas. El prójimo es cualquier hombre o mujer que esté tirado al borde del camino de la vida, sin fuerzas, medio muerto, sin capacidad de integrarse en el río de la vida. Y lo que hace el samaritano es levantarle, curarle e integrarle. Exactamente lo que no hicieron los otros, el levita y el sacerdote. 
      Con esta historia ya no tenemos disculpa. Salvarnos es vivir en el amor a Dios y al prójimo. El prójimo es cualquiera que esté al margen por la razón que sea. Y nuestro deber, es amarle. O, lo que es lo mismo, integrarle, rescatarle, echarle una mano, levantarle. Pues, entendida la teoría, ya no queda más que ponerla en práctica.