Misal del dia de hoy Lunes 17 de Octubre 2016 y Comentario al Evangelio

LECTURAS DEL LUNES XIX DEL T. ORDINARIO 17 DE OCTUBRE SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA OBISPO MÁRTIR (ROJO)


Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?


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ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Ga 2, 19-20

Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí; vivo en la fe que tengo en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que embelleces el cuerpo sagrado de tu Iglesia con el testimonio de los santos mártires, concédenos que el glorioso martirio que hoy celebramos, así como dio a san Ignacio de Antioquía eterno esplendor, nos dé también a nosotros protección constante. Por nuestro Señor Jesucristo…

LITURGIA DE LA PALABRA

Nos dio la vida en Cristo y nos ha reservado un sitio en el cielo.

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De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 2, 1-10

Hermanos: Ustedes estaban muertos por sus delitos y pecados, porque en otro tiempo vivían según los criterios de este mundo, obedeciendo al que está al frente de las fuerzas invisibles del mal, a ese espíritu que ejerce su acción ahora sobre los que resisten al Evangelio. Entre ellos estuvimos también nosotros, pues en otro tiempo vivíamos sujetos a los instintos, deseos y pensamientos de nuestro desorden y egoísmo, y estábamos naturalmente destinados al terrible castigo de Dios, como los demás.

Pero la misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros estábamos muertos por nuestros pecados, y él nos dio la vida con Cristo y en Cristo. Por pura generosidad suya, hemos sido salvados. Con Cristo y en Cristo nos ha resucitado, y con él nos ha reservado un sitio en el cielo. Así, en todos los tiempos, Dios muestra por medio de Cristo Jesús, la incomparable riqueza de su gracia y de su bondad para con nosotros.

En efecto, ustedes han sido salvados por la gracia, mediante la fe; y esto no se debe a ustedes mismos, sino que es un don de Dios. Tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir, porque somos hechura de Dios, creados por medio de Cristo Jesús para hacer el bien que Dios ha dispuesto que hagamos.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo 99

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R/. El Señor es nuestro dueño.

Alabemos a Dios todos los hombres, sirvamos al Se-ñor con alegría y con júbilo entremos en su templo. R/.

Reconozcamos que el Señor es Dios, que él fue quien nos hizo y somos suyos, que somos su pueblo y su rebaño. R/.

Entremos por sus puertas dando gracias, crucemos por sus atrios entre himnos, alabando al Señor y bendiciéndolo. R/.

Porque el Señor es bueno, bendigámoslo, porque es eterna su misericordia y su fidelidad nunca se acaba. R/.

ACLAMACIÓN  Mt 5, 3

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R/. Aleluya, aleluya.

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. R/.

¿Para quién serán todos tus bienes?

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Del santo Evangelio según san Lucas: 12, 13-21

En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: "Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia". Pero Jesús le contestó: "Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?" Y dirigiéndose a la multitud, dijo: "Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea".

Después les propuso esta parábola: "Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: `¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida’.

Pero Dios le dijo: `¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’ Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta con agrado, Señor, la ofrenda de nuestro servicio, tú, que recibiste a san Ignacio, trigo de Cristo, como pan purificado por los sufrimientos del martirio que padeció. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN

Soy trigo de Cristo, seré triturado por los dientes de las fieras y transfigurado así en pan inmaculado.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Que el pan celestial que hemos recibido al conmemorar el martirio de san Ignacio, nos dé, Señor, nuevas fuerzas para que, con las palabras y las acciones, nos manifestemos como verdaderos cristianos. Por Jesucristo, nuestro Señor.


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“Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato”: es la oración del Salmo sapiencial 90,12. Al hombre de la parábola lo apostrofa Dios tachándolo de necio, de hombre falto de sensatez. No había sabido calcular sus años.
En efecto, se prometía una vida larga y solo le quedaban escasas horas. Esto daba al traste con todos sus planes. No reparaba en que hay factores que, a pesar de nuestros cálculos y previsiones, no podemos controlar: un virus, un cáncer no detectado a tiempo, un accidente, un conflicto armado, una grave crisis económica, cualquier “bala perdida” que inesperadamente te alcanza, pueden dar al traste con todos tus proyectos. De golpe, quedan reducidos a cálculos ilusorios; una realidad desconsiderada e inmisericorde los pulveriza.
En este tiempo somos muy dados a estadísticas y cálculos. Conocemos la esperanza de vida de mujeres y de varones, de los habitantes de países ricos y de los de países pobres; incluso se ha puesto de relieve últimamente que los vecinos de barrios ricos de las grandes capitales tienen una media de vida superior a la de los vecinos de los suburbios. La Organización Mundial de la Salud informa, p.ej., que un niño de Calton, un suburbio de Escocia, vivirá unos 54 años; otro nacido a pocos kilómetros, en el barrio rico de Lenzie, vivirá 82. La diferencia es apreciable, nada menos que un tercio, aunque no deja de ser cierto que la duración de la vida no es en absoluto proporcional a las riquezas.
Y parece que la necedad de aquel hacendado tenía otra manifestación. Podemos recordar un nuevo salmo, también sapiencial: “el hombre rico e inconsciente es como un animal que perece” (Sal 49,21). La cosecha era al fin y al cabo don de Dios. Y este hombre podía haberse enriquecido ante Dios. El tercer evangelio es muy sensible a esta perspectiva: la buena noticia consiste en que los bienes efímeros, que no garantizan ninguna longevidad en el tiempo presente, nos permiten heredar años sin término cabe Dios. ¿Cómo conseguir ese extraño milagro? Muy sencillo: poniendo los bienes al servicio del niño de Calton, que podrá vivir con más dignidad y gozo el tiempo presente, quizá acortará distancias en su esperanza de vida y, en todo caso, habrá conocido la experiencia del don y de la justicia del Reino de Dios. Y como el Dios de Jesús es un experto en canjes entre lo visible y lo invisible, lo temporal y lo eterno, por esos bienes que compartes te da bonos de eternidad .